"Aunque mi poesía ya era autobiográfica, en este caso lo que ocurre es, como tú lo has dicho, que yo esto lo quería escribir para mi hija; luego que lo lean otras personas y que haya muchos lectores, eso es independiente para mí. Esto era un legado que yo le quería dejar a mi hija. Mi hija ahora mismo conoce los poemas, se los he leído, pero ella no alcanza a comprender su significado, pero llegará un día en que sí, evidentemente. Un poco como cuando José Agustín Goytisolo escribió “Palabras para Julia” (pues ese es un poco el modelo), yo quería escribir esto para dejárselo a mi hija, para que ella siempre tenga un documento, en este caso poético, sobre lo que supuso la experiencia de que fuera nuestra hija. Y eso qué conlleva, que dejé el pudor. Mucho más que en toda mi obra anterior. Puesto que yo estaba escribiendo para una sola persona, y que además era mi hija; entonces me olvidé del pudor. Yo ahí di rienda suelta a lo que sentía. A todo lo que yo sentí en aquellos momentos, tanto positivo como negativo, y de hecho de ahí que la geografía del país, la propia ciudad, yo no he querido contarle un cuento de hadas sino que he descrito lo que vi y cómo lo sentí. Entonces fue un viaje con doble cara: una cara triste, penosa dolorosa, de penurias, porque nosotros pasamos frío, calor, hambre, de todo. Experiencias muy fuertes como el hecho que aparece en el poema largo, en el del “Grito hacia Roma”, el momento más decisivo, que es que tú tienes un juicio donde hay un fiscal y un juez, además vestidos de militares, y durante una hora te interrogan sobre la vida que llevas y demás. Hay un momento en el “Grito hacia Roma” donde se habla del ángel de flamígera espada y mano extendida y no sé cuánto que es el momento del juicio. Tú sabes ahí que te lo estás jugando todo porque todo depende de que esos señores digan «bueno, esta gente, con el nivel de vida que tienen, con la casa que tienen, con cómo son, con lo que han hecho hasta ahora, sus profesiones, no sé qué, pues sí, o no». O no."

José Antonio Mesa Toré



EL SOL DE LAS NOCHES 

Cuando la noche asusta, llámala “día”;
llámala domingo o lunes.

En mitad de la noche cambian los días de nombre
como si el sol no se pusiera nunca.

GÖRAN PALM 

A Francisco Díaz de Castro 

Nuestra casa, sus tardes con un libro,
las noches lujuriosas, las de calma
frente al televisor, las buenas noches
en compañía –copas, versos, risas–,
la soledad a secas, y la muerte
ya sin tapujos; nuestra vida, en suma,

se nos llenó de velas, lenta suma
de la luz en las páginas de un libro
o puede que recado de la muerte.
Y era triste mirar con cuánta calma
ardían, se apagaban como risas
de juventud camino de las noches.

Y también era dulce. Nuestras noches
bajo su brillo fueron una suma
de costumbre, de amor, de locas risas.
Y las velas hablaban como un libro
que alumbrara el misterio, con la calma
de quien ya sabe la hora de su muerte.

Iban así muriéndose de muerte
natural, centinelas en las noches
de invierno sin cuartel y nieve calma.
Rendidas por el sueño, por la suma
verdad del tiempo, yertas sobre el libro,
lágrimas más allá de nuestras risas.

Es tan corto el futuro de unas risas
y tan largo el presente de la muerte.
Los versos que se enfrían en tu libro
fueron también el sol de algunas noches
y nombres que la agenda sigue y suma,
y al fin borra, te dieron luz y calma.

Porque he visto que todo acaba, calma
pensar en esos versos, en las risas
de entonces, en las copas, en la suma
de los años; pensar en nuestra muerte
como velas caídas en las noches:
un final elegante para un libro.

Que nuestra muerte sea un mar en calma,
las risas que enamoran a las noches,
el libro en el que cuadre cualquier suma.

José Antonio Mesa Toré



"He llevado a la poesía la experiencia más importante de mi vida: ser padre."

José Antonio Mesa Toré



LA ALEGRE MILITANCIA 

La mañana en que un muerto salió de nuestra casa
yo seguí respirando alegremente.
¿Acaso el aire estaba más pasivo
que de costumbre? Yo seguí creciendo
sin esfuerzo en el libro de familia,
disfrutando del sol a pesar de las gafas
oscuras, de la pía corbata lastimera
en la orfandad del pecho.
Yo seguí con la vista
puesta en los firmes culos allegados,
en escotes de pésame y juventud risueña.
Me avergüenza pensarlo.
Pero el dolor jamás hará campaña
del lado de la muerte.
La mañana en que un muerto sale de nuestro tiempo,
es la vida, tan viva, tan sol sobre el tejado,
es la vida, tan puta y diplomática,
quien gana más adeptos.

José Antonio Mesa Toré



LA NIEVE EN LA PIZARRA

(CURSOS DE ESPAÑOL PARA EXTRANJEROS, COLEGIO DE SAN AGUSTÍN, MÁLAGA) 

¿Cómo se llama la patria de estos precozmente
despiertos? La Tierra.
¿Dónde se sienten en casa? Donde se encuentran
como iguales.

GÖRAN PALM

No están en el verano amable de sus ojos
ni tampoco resbalan por la piel inexperta
que se enrojece y luego escuece y duele
en el roce nativo de unos labios.                                                                                                                                                             Las lágrimas

no parecen tener razón en la inconsciencia
de sus contados años ni en el grato desorden

del horario extranjero.                                                                                                                                                                Pero son un ribete

de nieve en las palabras que ensayan sin rubor,
un tímido temor, una corazonada
de que cuando regresen y llamen a las puertas
pródigas de su país les abrirá el invierno.
Para siempre el invierno, para nunca el verano,
que fue temblor, arena de bronce sobre el bronce
huidizo de los cuerpos.                                                                                                                                                                 En la música extraña

de una precaria lengua dibujan los contornos,
el silencio de un país apenas alumbrado
por el haz ojeroso de una triste bombilla;
un país que es un barco y lento cabecea,
y rompe el hielo, el hilo, el halo de la vida
buscando sólo el Sur. 

–No enciendas tu cigarro                                                                                                                                                                                                                                                                      en la luz de una vela                                                                                                                                                                                                                                                                               pues muere un marinero… 

Y las lágrimas vuelven, nieve sobre la piedra
oscura del idioma, porque el Sur queda lejos
cuando se abraza el Sur; y las lágrimas trazan
límites o recuerdos, distancias o fronteras
mientras los marineros mueren entre la espuma
fría, azul, amarilla, soñando con el Sur.                                                                                                                   Soñarán también ellos,

desde el umbral tapiado, un horizonte de altas
palmeras y obeliscos, postales del naufragio
en la noche encalada y los días eternos.
Esperarán tal vez que una palabra ajena
brote bajo la nieve y les devuelva el Sur,
esa flor que no existe, que jamás ha existido,
si no es en la memoria de aquellos que navegan
la soledad profunda.

José Antonio Mesa Toré




Poética

Un joven, pensativo, mira el cielo,
paréntesis de luz en el afán estéril
de capturar el tono de la vida en un verso.
Han pasado los años con la prisa
del asesino por borrar las huellas
y el viento y las aguas huidizas se han llevado
la inocencia, las manos que en la noche
disponían los límites del sueño.
Todavía le quedan unas cuantas reliquias:
varios libros firmados, los diplomas
escolares y vanos que afean las paredes
y las cartas que desde la tardanza
le enviara una novia desdeñosa.
No sabe bien si el tiempo se recobra o se pierde
y acaso –piensa ahora– en esa duda
esté la madurez. Ya no es tan joven
como para ingresar en las antologías
del ramo, aunque le sigan
diciendo las visitas que es muy listo,
acepta en la bonanza de la tarde
que malgastó las horas persiguiendo fantasmas
entre la densa niebla de los folios.
Y con los ojos húmedos, cansado,
mientras a sus espaldas el cielo se oscurece,
regresa a su cuaderno: Un joven, pensativo…

José Antonio Mesa Toré


TI VOGLIO BENE 

Me envías una escueta postal de tu viaje
con unas cuantas faltas leves de ortografía
–aunque eso no importa, ya sabes mi manía
de perseguir tus líricas traiciones al lenguaje.
Hablas de la ciudad, del mediocre hospedaje
en pleno centro de Florencia y todavía
hacia el final te tiembla la azul caligrafía
cuando dices que sientes mi sombra entre el paisaje.

¿Quién puede comprenderte, mi lejana turista?
Hoy me mandas suspiros, promesas, algún beso,
y ayer mismo huías con un hasta la vista.
No temas: estaré aguardando el regreso
en el sitio fijado y a la hora prevista,
para ver como un tonto las fotos del suceso.

José Antonio Mesa Toré


"Yo tengo la conciencia siempre de que hay hechos que me suceden y digo “esto algún día será un poema”. A veces se han quedado en el tintero pero la mayoría de esas experiencias que son muy impactantes, muy deslumbrantes para mí han terminado siendo poemas."

José Antonio Mesa Toré











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