Catedral de Burgos

¿Qué ángel labró tu esbelta arquitectura,
ojiva que de nubes se recama?
¡Oh, erguida catedral, aguda llama,
por ti vibra en la piedra la hermosura!
Aguja que el ocaso transfigura,
torre en que el sol su púrpura derrama,
y el cielo arrebolado aguza y ama,
azucena de piedra hacia la Altura.
Si al abrirse tu cáliz me envolvieras,
cimbreante columna yo seria,
o relámpago azul de tus vidrieras,
que al flotar en la atmósfera dorada
de tus bóvedas altas, cantaría
la asunción de la piedra eternizada.

Juan Ruiz Peña


Estoy poblado de álamos

Estoy poblado de álamos
que su temblor reflejan en un agua amarilla,
porque en aquellos días
la felicidad iba conmigo por un puente,
y en mis ojos había un brillo de cristales
con luz de atardecida sobre el balcón amado,
y sentía caer las hojas secas
o desgajar al viento una rama ya rota,
naturaleza es cruel
al desgarrar el velo de la vida;
todo pasa, lo sé, pero la huella
es el musgo del puente aquel por donde corre
aguas abajo tu felicidad
que ya no volverá como aquel cielo
de tan intenso azul,
la niñez de tus hijos
o la sonrisa blanca de la mujer que amabas.

Juan Ruiz Peña



Porque siempre entregada y nunca poseída
que la vida es muy larga y el deseo infinito
por eso escribo
(…)
Porque he saboreado de la desilusión
la pulpa amarga, y aún soy iluso como un niño
por eso escribo (…)

Juan Ruiz Peña



Verso largo

Verso largo como la senda del bosque,
como el cielo infinito, armonioso
como la creación.
Cruel y terrible como un océano afilado
de tiburones,
el verso más largo que se haya escrito jamás,
y uncido como un buey a él mi corazón
desesperado,
que sabe que lo mejor sería no haber nacido.
Corazón desolado como el muro de los
fusilamientos,
corazón solitario como el barco
que se hunde en alta mar.
Porque el hombre
es menos que un fósforo, menos que un montoncillo
de cenizas, que un sueño.
Clavado aquí velo a mi propia alma
incrédula.
Me repugna soñar: transcribo lo que soy
humildemente, sin color,
sin música e incluso
con sintaxis cavada como una trinchera,
donde se guarece el que yo fui,
el vagabundo, el enamorado,
el realista que escribe esto
por afán de escribir un verso oceánico,
arco iris entre el sueño y lo real,
dardo relampagueante que llegue a ti, Señor.

Juan Ruiz Peña











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