El poeta oye cantar a una cigarra

¡Cómo me atrista el ritmo
vibrátil del insecto
que canta entre las hojas!
Es la cigarra amiga
cuyas líricas alas,
grávidas de rocío,
la estorban para el vuelo,
pero no para el canto.
Desde mi dura cárcel
la miro.

Así mi alma,
vencida de amarguras,
no logra alzar sus remos
allá donde no silban
las pérfidas saetas.
Bajo el ciclón que ahora
me tiene derribado,
lloro… mientras escribo
serenas poesías.

Lo Ping-wang

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