El testigo se desnuda

A Nela Río

¿Para qué escribo?
Para crucificarme y resucitar luego como tierra húmeda e inocente.
Para ser el último y el primero.
Para detener de una vez el río en la mano y beber agua.
Para que quienes beban las gotas sepan que hay río.
Porque los colmillos hacen ruido de frío, piedra y furia
Y porque las sombras de mis días y noches pierden todos los jeroglíficos.
Para que me entiendan y no me entiendan los que pasean en las calles con sombreros de todo tipo.
Para que quienes entiendan me inventen sin dolores de espalda.
Escribo para sembrar cenizas de colores en la soledad vasta y el gran silencio
Y porque sin besar, beso, y sin morir, muero.
Y me escapo con las manos llenas de insomnios indignos
Para transformar las noches en una luz feliz y el día en dos sueños rojos.
Escribo para repetirme hasta el olvido y recordarlo en cada verso
Y porque así el principio y el fin se tornan inagotables.

Luis Alberto Ambroggio



La duda

Dudar es caminar en el mundo de las ideas
al mover una pieza en un juego de ajedrez;
es preguntarse siempre el porqué de lo que sea
dejando abierto el interrogante cada vez.

Dudar es andar esta vida cruel y humana
en el paso ebrio de su rígida estrechez
y saber lo que se sabe, poco y nada
sin encontrar casi nunca razón a lo que es.

Dudar es ir viviendo la muerte poco a poco
como en un encierro sofocante de vejez
enfocar las cosas y no obtener el foco
que las capture todas con perfecta nitidez.

Dudar es un buscar sabio sin encuentro
del pensar mismo en su insaciable avidez,
es el hombre en sí definido muy por dentro
en carne y alma con su incógnita a través.

Luis Alberto Ambroggio



Los habitantes del poeta

La Afrodita sin brazo izquierdo
del Museo Británico
irradia sueños empolvados
y lo acompaña.

Espíritus, musas, hechos con dirección desconocida,
ídolos húmedos,
sombras con tatuajes de calendario,
sombras que miran con agujas de olvido
jamás se van de la fiesta.
Protagonizan soledad y derrota
un mundo de héroes conquistados.

El poeta no está solo.
Reza el diario de Ana Frank
y resucita muertos.
Un lugar, al otro lado del mundo,
le quita el sueño.
El silencio lo deja exhausto y grita muertes premeditadas.
En un amor dos caen sepultados
durante noches sin límites.
Con la sociedad que el poeta crea,
escucha las dulces flautas de Tesalia.
La belleza lo tortura en el banco del juicio.
Asume la topografía del cuervo
y enciende con símbolos una danza transparente.
Cosecha amantes en la blancura de las olas
en el tiempo Redondo de la luna.
Muere antes de morir
en el cementerio inconcluso de los recuerdos.

En su fuga imposible
nunca está solo el poeta.
Lo poseen voces inasibles y punzantes,
lo consume el aroma fatal de su amada,
la palabra, esa divinidad salvaje
que copula con espejos indisolubles.

Luis Alberto Ambroggio


Luz al fin

Si tus pies pisaran humo
triunfando tristemente sobre la melancolía,
si tus manos, por ejemplo, construyesen
palacios dorados que se esfumen,
si tu pan tuviese tan solo
la alquimia de un deseo,
si tu madre fuese una sombra sin brazos,
si tu amante acaso un muerto,
si todos los días en tu contorno
brillaran agriamente las cenizas,
si el futuro de tus ojos al amanecer
lo pintara amenazante la penumbra,
no sé si tú existieras
o si alguien pudiese existir en la agonía.

Mirándote, mirándome,
me convenzo que con el humo no se juega.

Si la luz en cambio nos besara
y absorbiera absolutamente
como se absorben los amantes
viviríamos con cantos las auroras.

¿Hizo Dios la luz
o hizo las tinieblas?

Luis Alberto Ambroggio


NIGHT CLUB EN ISTANBUL

Aquí la mujer rubia de Argelia,
con la pareja palestina
y los turistas judíos de América,
obedecen dichosos en masa
a la misma sangre,
el purísimo lenguaje de la música.

Este baile ha inventado otra geografía.
Danza el mundo en el espacio de las luces.
Ni un aullido de miedo o amenaza,
ni una sombra o un rito que enternezca.
El griego y el turco, Europa y Asia,
americanos del sur y del norte,
comparten sin patria las estrellas.

En este bazar, se acepta la alegría
como única moneda.

Aquí seducen los giros de odaliscas,
los cuerpos se dan y se aman,
se tocan dulcemente, se miran sin historia,
encienden todos el sol de la promesa
una agradecida madrugada.

Parece mentira pero es verdad.
Aquí, como en muchos lechos de amor y luna,
el planeta se renueva de noche.

Luis Alberto Ambroggio


Punto de partida

Uno camina sin mirar la inocencia del ocaso
o la réplica de un mal presentimiento.
Espera uno, a cada instante, una dosis de ilusión privada
que lo sumerja en el interrogante del hechicero,
para salir, regresar, partir, ser lo que le pertenece
sin reproches ni la negación desleal de lo perfecto.

Va uno recogiendo fragmentos que se unen en el naufragio.
Riegan su luz en el cansancio gris del agua
todas las presencias de amor erectas como faros.

Uno camina lo habitual bajo su máscara
con palpitaciones en diástole de sentido y sin sentido,
en medio del bullicio iluminado, rompecabezas,
mirando atrás y adelante, al centro y los costados.
Tararea, si las voces lo acompañan, la rutina.

Anda uno cada vez más consciente y dolorido
por las piedras, las rimas, las estrellas y sus contextos,
las casas e Iglesias con sus altibajos, sus fronteras,
viniendo y yendo sin alcanzar el privilegio
de llegar, de estar, de ser el éxtasis libre y su delicia.

Uno camina la ida y el regreso, a lo largo de cadenas de espejismos
con la fluidez de coincidencias, aproximaciones y otros pecados
que el alma sufre en la profundidad de su universo sin límites precisos,
sumando dunas, corrientes, muros, espumas, abismos, arrecifes,
juncos, documentos y cálculos derribados.

Tomorrow is another day.

Luis Alberto Ambroggio



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