"En la actualidad, en la provincia de Macas –nos dice Marcelo–, la peor parte la llevan los pueblos indígenas, han aceptado todo lo que les da el gobierno, pero han perdido su cultura, sus danzas, incluso ustedes que vienen de sus tierras no habrán visto ningún “hombre-medicina”, ningún brujo, ahora están pendientes de las medicinas que les manda el gobierno. Éstas rara vez llegan, las ONG han hecho mucho daño a los pueblos de la región, a su tradición, les dan comida y ellos ya no tienen que trabajar, sólo se dedican a beber masato y las mujeres a recoger lecha. Se han perdido las tradiciones shuar, aquellas que reunían a todo el pueblo junto al curaca o jefe y el chamán. En esas noches realizaban ceremonias como la interpretación de los sueños, en la que uno a uno iban contando el sueño que tuvieron y entre el jefe y el brujo les daban una interpretación, mientras bebían ajo sacha, otro potente alcohol de la selva. Para el pueblo shuar, el que no sueña, no está vivo.
Ahora nadie sigue estas costumbres, no tienen nada que hacer y han aumentado las rapiñas por el río. La gente desaparece… Antes, si un pescador se quedaba dormido en la orilla del río, podía amanecer sin cabeza. Los shuar se la habrían llevado para hacer una tzantza, una cabeza reducida, con la que tomarían el poder del hombre asesinado. Hoy en día también aparecerá muerto el pescador, pero con la cabeza en su sitio: lo habrán matado para robarle.
La cueva de los Tayos es el mayor de los misterios, no de Macas, sino del mundo –y continúa–: Está claro que Crespi sabía algo más que los demás humanos sobre lo que ocurrió y sigue ocurriendo allí abajo, ustedes habrán experimentado que las baterías se gastan rápidamente en su interior, los científicos dicen que es por las ondas que crean los pájaros al volar continuamente en la caverna. La realidad es que allí abajo hay un tipo de energía desconocida por el hombre. ¿Por qué bajó el astronauta allí –se refiere a Neil Armstrong– en cuanto regresó de su viaje al espacio? Dijo que estuvo en la Luna, pero a lo mejor estuvo en otro lugar o conoció a alguien que le habló de la cueva de los Tayos y de los secretos de la humanidad que estaban dentro de esta cueva.
No es que estemos hablando de extraterrestres, pero hablamos de gentes o de seres que están presentes en todas las leyendas shuar o jíbaras. Ellos vivían en un mundo primitivo cuando bajaron los dioses. Esos dioses que siempre vienen del mismo sitio, del sol, y les pidieron que los adoraran, tal y como han hecho siempre los dioses. Dioses que te dan cultura a cambio de adoración y los shuar no fueron una excepción. Conocieron la alfarería, aprendieron a leer el cielo y a vivir dignamente en una tierra superhostil. Serían los dominadores de su territorio y no tendrían que temer a ningún otro pueblo. A cambio, tenían que cuidar el hábitat de los Tayos hasta que ellos regresaran. Sus leyendas, que pasan de padres a hijos por vía oral, hablan incluso de dioses gigantes y barbudos que habitaron junto a ellos. La mitología shuar es de las más importantes de América y ustedes se habrán dado cuenta de que no tienen nada que ver con ninguna otra etnia de la selva: son altivos, guerreros, soberbios y defienden la tierra que les encomendaron guardar con la vida."

Marcelo Noguera
Tomada del libro Civilizaciones bajo tierra de Juan José Revenga, página 255-256







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