Libertad

… Aisha, la esclava, nunca supo como nació en ella el deseo de libertad. La presencia inquietante, la figura de aquel cantor, evocó ante ella, mágicos, lejanos, perdidos paraísos… Burló la vigilancia del eunuco, corrió por el jardín eludiendo guardias y lebreles, ebria de vientos se detuvo al fin, jadeante, ante el cantor y ahí quedó muda y estática: El evocador, el hacedor de libertades permaneció inmóvil, sujeto por larga, dura, increíble cadena. Era esclavo.

Emma Yanes Rizo

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