" "¿Así que crée que puedo casarme de nuevo?", preguntó. "¿Que alguien podría consentir convertirse en mi esposa? ¿Qué tipo de esposa elegiría - una inteligente o una amable?"
"Una inteligente, por supuesto".
"Bueno, no...si tengo elección, elegiré la amable, para que se apiade de mí y me ame".
Mientras estábamos en el tema del matrimonio, me preguntó por qué no me había casado. Le respondí que tenía dos pretendientes, dos personas espléndidas y a las que respetaba mucho, pero no amaba - y que quería casarme por amor.
"Por amor, infaliblemente", me secundó sinceramente. "¡El respeto por sí solo no es suficiente para un matrimonio feliz!"."

Anna Dostoyévskaya
Memorias de Anna Dostoyevskaya


"Cada día, charlando conmigo como un amigo, desvelaba una escena infeliz de su pasado. No podía evitar más que sentirme profundamente conmovida por sus relatos de las dificultades de las que nunca se había liberado, y de hecho no podía. 
 [...]
 Fyodor Mikhailovich siempre habló sobre su situación financiera con gran naturalidad. Sus historias, sin embargo, eran tan lastimeras que en una ocasión no pude contenerme de preguntar, "¿A qué se debe, Fyodor Mikhailovich, que siempre recuerda los tiempos infelices? Cuénteme, en cambio, sobre cómo fuiste feliz".
"¿Feliz? Pero no he tenido felicidad aún. Al menos, no el tipo de felicidad con la que siempre soñé. Aún esto esperándola"."

Anna Dostoyévskaya
Memorias de Anna Dostoyevskaya



"De niña tímida me convertí en una mujer de carácter luchador que ya no podía tener miedo de luchar con problemas."

Anna Dostoyévskaya


"Durante mi vida siempre me parecía una especie de misterio que mi buen esposo no solo me quisiera y respetase como muchos esposos quieren y respetan a sus esposas, sino que casi me adoraba, como si fuera algún tipo de ser especial creado solo para él. Y esto no era cierto solo para los primeros años de nuestro matrimonio sino para el resto, hasta su muerte. Considerando que en realidad no me distingo por mi buena apariencia, ni poseo talento ni ninguna sofisticación intelectual especial, y no tengo más que una educación secundaria. Y, aún así, a pesar de todo eso, me gané el profundo respeto, casi la adoración, de un hombre tan creativo y brillante.
El enigma se me aclaró cuando leí la nota de V.V. Rozanov a una carta de Strakhov fechada el 5 de enero de 1890, en su libro Exilios literarios. Déjame citar:
"Nadie, ni siquiera un 'amigo', puede hacernos mejor. Pero es la gran felicidad de mi vida conocer a una persona de una construcción totalmente distinta, inclinaciones diferentes, opiniones completamente disimilares que, mientras siempre permanezca siendo él y de ninguna manera imitándonos ni ganándose nuestro favor (como pasa a veces) y sin intentar insinuar su alma (¡y un alma insincera como esa!) en nuestro psique, en nuestra confusión, en nuestro enredo, permanecería como un firme muro, como una revisión de nuestras locuras e irracionalidades, que tienen todos los seres humanos. ¡La amistad yace en la contradicción y no en el acuerdo! En verdad, Dios me otorgó a Strakhov como un maestro y mi amistad con él, mis sentimientos por él fueron como un firme muro en el que sentía que siempre me podía apoyar, o más bien descansar. Y no te deja caer, y te da calor".
Realmente, mi esposo y yo éramos personas de "construcción totalmente distinta, inclinaciones diferentes, opiniones completamente disimilares". Pero siempre seguimos siendo nosotros, sin imitar ni intentar ganarse el favor en ninguna manera del otro, sin intentar inmiscuirse con el alma del otro, ni yo con su psique ni él con el mío. Y de esta manera mi buen esposo y yo, ambos, nos sentimos libres en espíritu.
Fyodor Mikhailovich, que reflejó tanto en tanta soledad en los problemas más profundos del corazón humano, premió sin duda mi falta de interferencia en su vida espiritual e intelectual. Y por lo tanto me decía a veces, "¡Tú eres la única mujer que me ha entendido!" (Eso era lo que valoraba por encima de todo). Me miraba como una roca en la que podía inclinarse, o más bien descansar. "Y no te dejará caer, y te da calor".
Es esto, creo, lo que explica la increíble confianza que tuvo mi esposo en mi y en todos mis actos, aunque nada de lo que hice trascendió los límites de lo ordinario. Eran esas actitudes mutuas las que nos permitió vivir en los catorce años de nuestra vida casada en la mayor felicidad posible para los seres humanos sobre la Tierra."

Anna Dostoyévskaya
Memorias de Anna Dostoyevskaya


“El mundo literario (…) me atraía profundamente: tenía gran deseo de hablar con ellos y hasta de discutir, pero sobre todo, de escuchar, de escuchar. Este placer se me ofrecía raramente; viendo los rostros aburridos de nuestros jóvenes huéspedes, Fiódor me susurraba que les distrajera de algún modo.”

Anna Dostoyévskaya


"Me parece que nunca amó, que simplemente se imaginó que lo hacía, que no había amor real de su parte. Incluso creo que es incapaz de amar; Está demasiado ocupado con otros pensamientos e ideas para apegarse fuertemente a cualquier persona terrenal."

Anna Grigórievna Dostoyévskaya



“Me prometí dedicar el resto de mi vida a la difusión de las ideas de mi marido, y a la glorificación de su memoria. Ahora, casi al final de mi existencia, puedo decir que todas las promesas hechas en esos tristes momentos fueron mantenidas, en la medida de lo que me lo permitieron mis fuerzas y capacidad.”

Anna Dostoyévskaya


“Mi marido negaba a las mujeres de mi generación firmeza de carácter. Según él, eran incapaces de actuar con tenacidad y firmeza. Un día me dijo:

-Toma, por ejemplo, una cosa simple como la colección de estampitas: el hombre que se ocupa de ello cataloga los sellos y los conserva con cuidado y, aunque no dedique a este trabajo mucho tiempo, no abandona del todo la colección (…). En cambio, una mujer (…) se libera de él como un objeto aburrido e inútil. Las mujeres tienen poca tenacidad (…).

Esta discusión me enojó y dije a mi marido que le demostraría con un ejemplo puramente personal que una mujer puede seguir durante mucho tiempo con un proyecto o una idea (…). Esto fue el comienzo de una colección que duró 49 años. Nunca me cansé de coleccionarlas y hoy tengo una buena cantidad entre las que hay algunas raras.”

Anna Grigórievna Dostoiévskaia


" "¿Qué podría dar este hombre anciano, enfermo y cargado de deudas dar a una joven, animada y exuberante chica? ¿Su amor por él no implicaría un terrible sacrificio por su parte? Y luego, ¿no se arrepentiría amargamente de unir su vida de esta manera? Y en general, ¿sería imposible para una joven de edad y personalidad tan distintas enamorarse con mi artista? ¿No sería eso psicológicamente falso? Sobre eso quería preguntarte tu opinión, Anna Grigoryevna".
"¿Pero por qué sería imposible? Ya que si, como dices, tu Anya no es simplemente un flirteo vano y tiene un corazón amable y responsable, ¿por qué no se enamoraría de tu artista? ¿Y qué si es pobre y enfermo? De cualquier forma, ¿dónde está su sacrificio? Si realmente lo ama, ¡será feliz, también, y nunca tendrá que arrepentirse de nada!
Me dejé llevar. Fyodor Mikhailovich me miró emocionado. "¿Y realmente crees que podría amarle genuinamente y por el resto de su vida?"
Él cayó, como si dudara. "Ponte en su lugar por un momento", dijo en voz temblorosa. "Imagina que este artista, soy yo; que te he confesado mi amor y pedido que seas mi esposa. Dime, ¿cuál sería tu respuesta?"
Su cara reveló tal profunda verguenza, tal tormento interno, que entendí finalmente que esta no era una conversación sobre literatura; que si le daba una respuesta evasiva, remataría su autoestima y orgullo. Miré a su cara preocupada, a la que había apreciado tanto, y dije, "Respondería que te quiero y te querré toda mi vida".
No intentaré transmitir las palabras tan tiernas y amorosas que me dijo entonces; esas me son sagradas. Estaba atónita, casi abatida por la inmensidad de mi felicidad y durante mucho tiempo no podía creerlo."

Anna Dostoyévskaya
Memorias de Anna Dostoyevskaya



"Te respondería que te amo y te amaré por siempre."

Anna Dostoyévskaya  de soltera Snitkina







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