Binem Heller

Interminable 

¿He de arribar a alguna parte? 
¿Es que acaso existe un destino? 
Incluso a la muda piedra, me parece, 
el sueño s ele inquieta 
cuando me ve por el camino, 
cuando escucha un lejano eco 
del errabundo andar divino.

Binem Heller


Mi hermana Jaye

Mi hermana Jaye, la de los ojos verdes,
mi hermana Jaye, la de las trenzas negras,
mi hermana Jaye, la que me crio
en la casa de retorcidas escaleras
de la calle Smotsche.

Mamá se marchaba de la casa al alba,
cuando apenas si se distinguía el color del cielo.
Debía ir a la tienda donde ganaba
un salario tan escaso
que apenas si se contaba en céntimos.

Y Jaye se hacía cargo de sus hermanos,
los cuidaba y se ocupaba de ellos.
También les cantaba hermosas canciones,
al anochecer, cuando los niños pequeños
ya están cansados.

Mi hermana Jaye, la de los ojos verdes,
mi hermana Jaye, la de los largos cabellos.
Mi hermana Jaye, la que me crio,
por entonces aún no había cumplido
los diez años todavía.

Pero limpiaba, guisaba y nos servía la comida,
además de peinar nuestras pequeñas cabecitas.
Sólo que se le olvidaba jugar con nosotros
a la hermana Jaye,
la de las trenzas negras.

A mi hermana Jaye, la de los ojos verdes,
me la quemó un alemán en Treblinka.
Y yo, que ahora estoy en un país judío
soy la última persona viva
que la conoció.

Es por ella que escribo mis poemas en ídish
y ¡qué espanto!, en este tiempo nuestro,
ella es solamente para Di-s
una hija única; por eso, en el cielo,
Él la sienta a su diestra.

Binem Heller



Polvo 

Entre la polvareda 
llega la caravana. 
Camellos, 
con paso pesado, 
cargados de pillaje. 
Los beduinos dormitan. 
pero de pronto se levanta uno 
me sienta en el viento 
y me ordena volverme polvo. 

La caravana desaparece. 

Binem Heller o Binem Heller



Y también esto… 

Y también esto es como un pasatiempo: 
las pasiones del corazón, que yo anoto, 
las palabras en que hurgo y que escojo; 
un cierto pasatiempo. 

Y esto también es como no hacer nada: 
aguzar para cada tono el oído, 
hacer creer que uno esta ocupado; 
un cierto no hacer nada. 

Y esto también es un cierto autoengaño: 
huir del riesgo de la mortalidad, 
jugar a señor de la eternidad; 
un cierto autoengaño. 

Binem Heller















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