Bruno Forte

"En la raíz de toda teología hay un encuentro de amor."

Bruno Forte


"La paradoja del amor, plenamente revelado en el misterio cristiano, es que la unidad y la comunión no se oponen a la diversidad y a la diferencia. Yo creo que el Evangelio trinitario, en este sentido, tiene una extraordinaria fecundidad para todos los aspectos de la vida, de modo especial para la vida relacional de la pareja y de la familia. Esto quiere decir dos cosas: por un lado, que en la familia cada uno debe ser él mismo, no debe existir una confusión de papeles de identidad; hay un padre, hay una madre, están los hijos, y esto no son sólo palabras; son palabras que implican una reciprocidad pero también implican una identidad fecunda; tenemos necesidad de madres que sean madres engendradoras de vida, capaces de tener ese sexto sentido, esa comprensión del otro, comenzando por el hijo naturalmente y también del marido, que se hace de manera no verbal, no conceptual; tenemos necesidad del padre, que sea de algún modo, en esta relación de reciprocidad, el referente generativo y orientativo de la vida; tenemos necesidad de hijos que sean expresión de esta fecundidad y que a la vez sepan relacionarse con los padres con una relación de comunión profunda, pero también de distinción, es decir que vivan su vida según su vocación y su libertad. Pero todo esto no es oponerse a la comunión; la familia es un lugar de diálogo y de recíproca acogida. Comprendo que decir estas cosas ante tantos escenarios de crisis puede parecer utópico, pero en cierto sentido, como decía Emerson, “los inocentes han hecho las cosas imposibles porque no sabían que lo eran”. Si no tenemos una mirada abierta a la promesa de Dios y que está fundada sobre su proximidad, sobre su fidelidad, no podemos desafiar las actitudes de renuncia y de encerramiento en uno mismo, y no conseguiremos nunca construir una vía de belleza que realice la persona humana y la comunidad familiar según los designios de Dios."

Bruno Forte


Paja:
accidental,
caduco se muestra el lenguaje,
frágil revestimiento
para evocar el abismo,
cruzado por palabras
que apenas dan cuenta
de la escondida fuente
del decir.
Como las semillas de trigo
de los campos soleados,
de las espigas maduras,
se deshacen
en premisas de panes sabrosos,
se diluyen
en nutrientes harinas,
así también las frases
quemadas por los soles
del decir maduro,
se explican
en rápidas cifras,
premisa de sabrosos silencios,
ordanándose
en alternativas diluidas
de esperas,
de escuchas… Escucha:
desde silencios profundísimos
procede la palabra
en tenue pronunciación
de sílabas cadenciosas
hacia nuevos silencios
preñados de vida.
Escucha:
germina desde el silencio
la palabra fecunda,
morada de los vivientes.
En silencio
escucha
la Palabra.
Escucha… El tiempo
de trilla ha llegado,
la paja ya es
separada de las semillas:
ya no es posible
trazar
figuras de voces.
Es victoria
rendirse ante el silencio:
el Asaltante nocturno
vence en el vado
de nuestro elocuente
callar.
“¡Reginaldo, no puedo!”

Bruno Forte
Traducción del italiano de José María Poirier










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