Carta de los derechos naturales de los niños y niñas

El derecho al esparcimiento. Períodos de tiempo que no estén planificados por los adultos, tiempo para distraerse.

El derecho de ensuciarse. Jugar con la arena, la tierra, la hierba, las hojas, las piedras, el agua, hacer barro

El derecho de oler. Sentir el placer del olor, reconocer los aromas de la naturaleza, de las comidas.

El derecho al diálogo. Tener la oportunidad de hablar, de ser escuchado y también de escuchar a los demás.

El derecho a utilizar las manos. Utilizar el papel de lija, encolar, modelar barro, ligar cuerdas, usar el tacto para reconocer los materiales…

El derecho a un buen comienzo. Tomar alimentos sanos desde el nacimiento, beber agua fresca y respirar aire puro

El derecho en la calle. Jugar libremente en la plaza, caminar por la calle, poder disfrutar de los pueblos y de las ciudades.

El derecho a lo salvaje. Construir una cabaña en el bosque, jugar al escondite entre las cañas y trepar a los a árboles, bañarse en los ríos, saltar desde lo alto, caer y levantarse de nuevo.

El derecho al silencio. Sentir soplar el viento, cantar los pájaros, borboteo del agua, el rumor de un bosque, la calma.

Los derechos a los matices. A ver el amanecer y el ocaso y admirar por la noche la luna y las estrellas.

Gianfranco Zavalloni


"Derecho a ensuciarse. Los niños y niñas deben tocar y sentir los material sin preocuparse."

Gianfranco Zavalloni


"En una sociedad basada en el éxito, el beneficio y el ganar, ¿hemos reflexionado sobre la importancia y el valor pedagógico de 'perder'? Perder el tiempo, perder una partida, perder un tren, perder un objeto, perder una cita, perder a alguien, perder y basta... ¡perder!"

Gianfranco Zavalloni


"La educación tiene que cambiar porque los maestros de hoy apagan la creatividad de los niños con el afán de cumplir con los programas planteados."

Gianfranco Zavalloni


"Mi déficit orgánico me limita la palabra, y me ofrece la ventaja de escuchar, de pensar en la frase que seguirá y que hay que formular y expresar. Creo que precisamente  es ésta una de las funciones de la personas con discapacidades: hacer recuperar a la colectividad la lógica de la lentitud.
¿ Y si la lentitud se convirtiera en un prisma particular con el cual observar el mundo?"

Gianfranco Zavalloni



"Vivimos en la época del tiempo sin espera. Y ello tiene increíbles repercusiones en nuestra forma de vivir. Ya no tenemos tiempo para esperar, ya no sabemos participar en un encuentro sin ser interrumpidos por el móvil, lo queremos "todo y ahora mismo", en tiempo real.
Las teorías psicológicas están de acuerdo en que una de las diferencias entre niños y adultos reside en el hecho de que los niños viven según el principio del placer ("todo y ahora"), mientras que los adultos viven según el principio de la realidad ("saber hacer sacrificios hoy para disfrutar mañana"). Yo diría que en la actualidad, los adultos, también en parte a causa de la sociedad del consumismo exacerbado, viven exactamente como los niños, según la modalidad del "lo quiero todo ahora mismo". ¿Sabremos, entonces, volver a encontrar los tiempos naturales? ¿Sabremos esperar una carta? ¿Sabremos plantar una bellota o una castaña con la certeza de que serán los himos de nuestros hijos quienes disfrutarán de su majestuosidad secular? ¿De verdad sabremos esperar?-
Se trata de emprender un nuevo itinerario educativo. Padres, maestros y todos aquellos que se encuentren a su alrededor en el mundo de la escuela son estimulados por las sugerencias de la pedagogía del caracol y pueden empezar de nuevo a reflexionar sobre el sentido del tiempo educativo y sobre la necesidad de adoptar estrategias didácticas de ralentización, por una escuela lenta y no violenta."

Gianfranco Zavalloni
La pedagogía del caracol





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