Charles Perrault

“A veces a rudas penas el hombre se halla sujeto, mas todas puede vencerlas si de ello hay firme deseo.”

Charles Perrault



“Con diamantes y dinero mucho se obtiene en verdad, pero con dulces palabras aún se obtiene mucho más.”

Charles Perrault



“Cosa por demás sabida es que el esperar no agrada, pero el que más se apresura no es el que más trecho avanza, que para hacer ciertas cosas se requiere tiempo y calma.”

Charles Perrault



"Hubiera podido hacer mis cuentos más agradables e interesantes mezclando en ellos algunas de esas cosas un poco liberales con las que se los suele amenizar; pero el deseo de agradar no me ha tentado jamás lo suficiente para violar la ley que me he impuesto: la de no escribir nada que pueda herir el pudor o el decoro."

Charles Perrault
Tomada del libro Cuentos clásicos para conocerte mejor de Jorge Bucay




“La honradez, tarde o temprano alcanza su recompensa, y con frecuencia se logra cuando en ella no se piensa.”

Charles Perrault



“La miseria no os abata ni os amilanen las penas, que los días buenos vienen tras los días de tristeza.”

Charles Perrault




“La niña bonita, la que no lo sea, que a todas alcanza esta moraleja, mucho miedo, mucho, al lobo le tenga, que a veces es joven de buena presencia, de palabras dulces, de grandes promesas, tan pronto olvidadas como fueron hechas.”

Charles Perrault


"Las vecinas y sus mejores amigas no esperaron a que fueran a buscarlas para ir a la mansión de la recién casada, pues estaban impacientes por ver sus riquezas. No se habían atrevido a ir antes porque la barba azul del marido les provocaba miedo.
Pronto recorrieron una a una todas las habitaciones, abrieron los armarios y los gabinetes, y todos les parecían cada vez más bellos y ricos. Después subieron a los guardamuebles, que estaban llenos de bellos tapices, camas, sofás, escritorios, candelabros, mesas y espejos en los que se podían reflejar de la cabeza a los pies y cuyos marcos, unos de cristal, otros de plata y de bermejo dorado, eran los más bellos y lujosos que habían visto. Las amigas no dejaban de alabar y envidiar la suerte de la joven. Ella, sin embargo, no se divertía enseñándoles todas esas riquezas, pues la dominaba la impaciencia por abrir el gabinete prohibido.
Tanta era su curiosidad que no le importó dejar solas a sus amigas; bajó por una pequeña escalera secreta con tanta prisa, que dos o tres veces estuvo a punto de tropezar. Al llegar a la puerta del gabinete se detuvo unos instantes y pensó en la prohibición de su marido y en lo que podría sucederle por su desobediencia. Sin embargo, la tentación era tan fuerte que no pudo resistirla: tomó la llavecita y, temblando, abrió la puerta del gabinete.
Al principio no vio nada porque las cortinas estaban cerradas, pero al cabo de unos instantes empezó a ver que el suelo estaba completamente cubierto de sangre coagulada y que en la sangre se reflejaban los cuerpos de varias mujeres muertas, sujetadas a las paredes. Eran las jóvenes a las que Barba Azul había desposado y que había degollado una tras otra. Creyó morir de miedo, y la llave del gabinete se le cayó de la mano.
Después de haber recobrado el aliento, recogió la llave, cerró la puerta y subió a su habitación para calmarse un poco; pero estaba tan perturbada que no lo logró.
Entonces vio que la llave del gabinete estaba manchada de sangre y, aunque la limpió muchas veces, la sangre no desaparecía. Por más que la lavó y la frotó, la mancha continuaba ahí, pues la llave estaba hechizada y no había forma de limpiarla: cuando quitaba la sangre de un lado, reaparecía en el otro.
Barba Azul regresó de su viaje esa misma noche y dijo que en el camino había recibido cartas que le informaban que el asunto de su viaje acababa de solucionarse a su favor. Su mujer hizo todo lo que pudo para demostrarle que estaba encantada de que hubiera regresado.
Al día siguiente, su marido le pidió las llaves. Ella se las dio con una mano tan temblorosa que él adivinó todo lo que había pasado."

Charles Perrault
Barba Azul 


“Más ahora, aunque el marido devorado esté por celos y tenga la barba azul, o bien negro tenga el pelo, le domina la mujer con la dulzura y talento.”

Charles Perrault





“Para ganar voluntades, para abrirse corazones, más que trajes y tocados sirve un alma pura y noble.”

Charles Perrault



"Por frívolas y extrañas que sean todas estas fábulas y aventuras, no hay duda de que excitan en los niños el deseo de parecerse a los que llegan a ser felices y, al mismo tiempo, les introduce la espina del miedo a las desgracias en que cayeron los malos por su maldad."

Charles Perrault
En el prólogo de Cuentos en verso




“Puedes decir con certeza que lo amado es siempre bello, pues del amor el destello a todo infunde belleza; añade que la hermosura vale mucho, mas no tanto como el ingenio; el encanto más precioso y que más dura.”

Charles Perrault


"¡Qué triste es que no tengamos hijos! -dijo él-. En esta casa siempre hay silencio, mientras que en los demás hogares todo es alegría y bullicio de criaturas.
¡Es verdad! -contestó la mujer suspirando-. Si por lo menos tuviéramos uno, aunque fuera muy pequeño y no mayor que el pulgar, seríamos felices y lo amaríamos con todo el corazón.
Y ocurrió que el deseo se cumplió.
Resultó que al poco tiempo la mujer se sintió enferma y, después de siete meses, trajo al mundo un niño bien proporcionado en todo, pero no más grande que un dedo pulgar.
-Es tal como lo habíamos deseado -dijo-. Va a ser nuestro querido hijo, nuestro pequeño.
Y debido a su tamaño lo llamaron Pulgarcito. No le escatimaban la comida, pero el niño no crecía y se quedó tal como era cuando nació. Sin embargo, tenía ojos muy vivos y pronto dio muestras de ser muy inteligente, logrando todo lo que se proponía.
Un día, el campesino se aprestaba a ir al bosque a cortar leña.
Ojalá tuviera a alguien para conducir la carreta -dijo en voz baja.
¡Oh, padre! -exclamó Pulgarcito- ¡yo me haré cargo! ¡Cuenta conmigo! La carreta llegará a tiempo al bosque.
El hombre se echó a reír y dijo:
¿Cómo podría ser eso? Eres muy pequeño para conducir el caballo con las riendas.
¡Eso no importa, padre! Tan pronto como mi madre lo enganche, yo me pondré en la oreja del caballo y le gritaré por dónde debe ir."

Charles Perrault
Pulgarcito






“Ya veis como el ingenio y la industria valen más que todas las herencias.”

Charles Perrault














No hay comentarios: