“Cuando presentamos al niño pequeño estímulos externos de manera que estos suplantan su asombro, anulamos su capacidad de motivarse por sí mismo. Sustituir lo que mueve a la persona es anular su voluntad. Al final, el niño se apalanca y no es capaz de ilusionarse ni asombrarse por nada. Tiene el deseo bloqueado.”

 Catherine L’Ecuyer


"Dejar de buscar respuestas hechas y empezar a hacerse grandes preguntas. Somos demasiado pragmáticos y utilitaristas. Decía Joubert: “Es mejor debatir una cuestión sin resolverla que resolver una cuestión sin debatirla”. ¿Quién soy? ¿Qué quisiera transmitir a mis hijos? ¿Qué es lo esencial? Hemos de podar nuestras vidas reduciendo el consumismo y el ocio que no nos aporte nada como personas. Decía Leonardo da Vinci que “la simplicidad es la última sofisticación."

 Catherine L’Ecuyer



"El exceso de información irrelevante lleva al déficit de pensamiento. Un niño o adolescente con déficit de pensamiento es un buen candidato para la manipulación ideológica."

 Catherine L’Ecuyer



"El niño necesita tiempo con sus padres, y si no lo tiene, se busca la vida fuera de casa, o en su cueva digital. Y si no le dedicamos las horas que necesita cuando toca, acabaremos dedicándolas resolviendo problemas más graves. La adolescencia no es una enfermedad, y tampoco tiene porque ser un suplicio, lo que ocurre es que se convierte en una pesadilla cuando no hay inversión de tiempo suficiente en la etapa previa."

 Catherine L’Ecuyer


"El sentido común y la solidaridad, dos principios robustos de las sociedades humanas, son cada vez más escasos. Quizás porque expresamos cada vez menos nuestra humanidad."

 Catherine L’Ecuyer


“En la relación con los demás, la compasión se expresa, entre otras cosas, a través de la ternura. ¡Cuánta más ternura podría haber hoy en día en nuestros hogares y en nuestras aulas! La ternura no es lo mismo que consentirlo todo al niño. Podemos y debemos ser firmes con él, pero con ternura. En la educación de nuestros hijos, la ternura los ayuda a templarse y a ser más empáticos y compasivos hacia los demás. Si nuestros hijos, nuestros alumnos, nos ven enfadarnos continuamente, faltarles al respeto y burlarnos de ellos, por ejemplo, pierden la sensibilidad que les infunde naturalmente respeto por la autoridad, y viven acostumbrados a los chillidos y a los insultos. Luego, fácilmente tendrán reacciones descontroladas y desproporcionadas ante las contradicciones de la vida. Y no tendrán la delicadeza para coger al vuelo el consejo de una persona bienintencionada, ni para escuchar las delicadas sugerencias de un profesor o para intuir las penas de un amigo. Pablo.”

 Catherine L’Ecuyer
 Educar en la realidad



"Enamorarse con lo irrelevante ocurre cuando hay dispersión, una tentación que nos trae la multitarea tecnológica. Para revertir esta tendencia, se trata de intentar hacer solo una cosa a la vez que requiera procesar información. Es un tema de higiene mental. La gente que hace una sola cosa a la vez que requiere procesar información tiene una memoria de trabajo menos colapsada, comete menos errores, es capaz de más profundidad en el pensamiento, presta más atención, etc. Hemos de volver a aprender a prestar atención de verdad.  Si nos cuesta a nosotros, podemos imaginar lo difícil que es hacerlo para un niño pequeño, que aún no tiene la fuerza de voluntad y la templanza consolidada. Navegar con 5 o incluso 10 años, es como beber agua de una boca de incendio. Yo creo que la crisis educativa que tanto nos preocupa, principalmente es una crisis de atención."

 Catherine L’Ecuyer



"¡Espero que no! La prueba de fuego es hacernos la siguiente pregunta: cuando me despierto por la mañana y miro a mi pareja, ¿me asombro ante él/ella? Cuando hago esa pregunta en mis conferencias, ¡todo el mundo se ríe! Supongo que nos damos cuenta que algo de asombro hemos perdido por el camino. Asombrarse es no dar las cosas o las personas por supuesto. Los niños se asombran con facilidad cuando nos preguntan “por qué las cosas existen”. En realidad, no quieren ninguna explicación, solo están asombrándose ante las cosas “porque son” y “podrían no haber sido”. Eso es maravilloso, les ayuda mucho en el aprendizaje."

 Catherine L’Ecuyer


“Hemos echado al niño del jardín de la infancia. Le hemos convertido antes de tiempo en un pequeño adulto. Hemos perdido el pudor en nuestras conductas y conversaciones en su presencia, le hemos dejado ver lo que no debe, le hemos quitado el miedo a lo espantoso, el disgusto por lo violento y le hemos transmitido una virilidad y una exigencia malentendidas. El niño no es un adulto pequeño e inmaduro.”

 Catherine L’Ecuyer


“Jugar no es perder el tiempo.”

Catherine L’Ecuyer



“La forma más directa y eficaz de matar el asombro de un niños es darle todo lo que quiere, sin ni siquiera darle la oportunidad de desearlo.” 

 Catherine L’Ecuyer


"La sustitución masiva del libro de texto es un error del que nos arrepentiremos en unos años."

 Catherine L’Ecuyer


"Los estudios dicen que las tabletas motivan más porque gustan más. Pero que a los niños les guste la tableta no es un criterio educativo. A los niños también les encantan las golosinas. La motivación que procuran esos dispositivos es una motivación para la diversión, no para el aprendizaje. La prueba de todo ello es que esa motivación externa no lleva a una mejora en los resultados académicos."

 Catherine L’Ecuyer


"Los padres no somos animadores de ludoteca."

 Catherine L’Ecuyer


"Mientras un niño está en internet está dejando de hacer mil cosas que aportan mucho más a su buen desarrollo. En esa etapa toca experimentar, tocar, sentir, ver la realidad, estrenarla en directo y, sobre todo, desarrollar virtudes que luego permitirán usar esas estupendas herramientas de forma responsable. El uso responsable de la conducción no se consigue dándole las llaves de un Ferrari a un niño de 10 años."

 Catherine L’Ecuyer



Neuromito 1: «El niño tiene una inteligencia ilimitada»; y neuromito 2: «Solo usa el 10 % de su cerebro»

«Se nos ha dotado con suficiente inteligencia para ser capaces de ver con claridad lo tremendamente inadecuada que es esa inteligencia cuando nos enfrentamos a todo lo que existe. Si esta humildad se pudiera trasmitir a todas las personas, el mundo de las empresas humanas sería mucho más atractivo.»

ALBERT EINSTEIN

«No es humano el deber que por soñar con una humanidad perfecta es inexorable con los hombres.»

JACINTO BENAVENTE
 

Uno de los neuromitos descritos por la OCDE es el mito según el cual «usamos solo el 10 % de nuestro cerebro». ¿Tienen nuestros hijos una inteligencia ilimitada? ¿Usan solo una pequeña proporción de su cerebro? En cualquier caso, esos dos planteamientos se contradicen entre ellos. ¿Cómo podemos calcular el 10 % de algo infinito?

De acuerdo con estos mitos, el ser humano tendría unas capacidades ocultas, una especie de poderes, como las que se van descubriendo en Lucy, una película en la que la protagonista se ve capaz de usar un porcentaje cada vez más alto de sus capacidades cerebrales, lo que le permite, entre otras cosas, aprender chino y comunicarse telepáticamente con las personas.

Hoy sabemos con certeza que es falso que el ser humano no use una gran parte de su cerebro. El profesor de neurociencia cognitiva Barry Gordon, investigador del Johns Hopkins Medical Institution de la identificación e implementación de métodos para mejorar el lenguaje, la memoria, el pensamiento y el aprendizaje, dice que el mito de que usamos solo una pequeña parte de nuestro cerebro es de una falsedad irrisoria: «Usamos virtualmente cada parte del cerebro, casi todo el cerebro está activo casi todo el tiempo».

Si tuviésemos un cerebro con un potencial infinito, no seríamos humanos, sino una especie de dioses. Tendríamos poderes. Podríamos crear de la nada. No habría misterios ni incógnitas. Seríamos omniscientes y todopoderosos. De hecho, la rápida difusión y el éxito de ese mito es de alguna manera consecuencia de la vanidad y la dificultad de reco- nocer nuestras limitaciones humanas. Como decía Huxley, «una verdad sin interés puede ser eclipsada por una falsedad emocionante». Nuestra imperfección es una verdad sin interés. Por eso recurrimos a falsedades emocionantes que nos reconfortan.

Lo que más preocupa es que este neuromito se ha trasladado a una gran velocidad, sin base científica alguna, al ámbito de la educación. En 2014, un estudio publicado en Nature8 reveló que el 48 % de los maestros ingleses (46 % en Holanda, 50 % en Turquía, 43 % en Grecia y 59 % en Chi- na) cree en este mito. Este mito ha sido acaparado por los departamentos de marketing de muchas empresas de software y hardware para convencer a los «buenos padres» de que ad- quieran sus productos para el buen desarrollo cerebral de sus hijos. Partiendo de esa premisa, les hacemos «divertirse aprendiendo» con la maquinita, con la promesa de estimular y multiplicar su inteligencia. Llegamos a la conclusión de que «más es mejor», porque confundimos «más estímulos» y «más información» con «más inteligencia».

No solo nuestra inteligencia tiene límites, también los tiene nuestra memoria. Einstein decía: «Procuro no cargar mi memoria con datos que puedo encontrar en cualquier manual, ya que el gran valor de la educación no consiste en atiborrarse de datos, sino en preparar el cerebro para pensar por su propia cuenta y así llegar a conocer algo que no figure en los libros». Constatamos, al leer esta cita, que el mismo Einstein, considerado un «genio», reconocía que la memoria humana es limitada. De hecho, existe una amplia literatura científica sobre la limitación de la memoria.

El ser humano no tiene capacidades infinitamente elásticas. Tiene limitaciones claras, y la perfección a la que debe aspirar no puede reducirse a realizar una serie de técnicas para desarrollar unas supuestas capacidades intelectuales «asombrosas» para que use una parte escondida de su cerebro que en realidad no existe.


Neuromito 3: «Cada hemisferio es responsable de un estilo de aprendizaje distinto»

Otro neuromito listado por la OCDE, y que también carece de base científica, es la teoría dela dominancia cerebral, según la cual los niños tienden a usar un hemisferio más que el otro, lo que repercute en su estilo de aprendizaje o en su personalidad. ¡Cuántos libros educativos dirigidos a los padres, cuántos métodos y aplicaciones «educativas» venden aprovechándose de este mito! Según este, las personas que usan más el hemisferio derecho son más creativas y artís- ticas, mientras que las que usan más el izquierdo son más lógicas y analíticas. Esa creencia se ha visto desmitificada por estudios que demuestran que, si bien es cierto que algunas actividades se atribuyen a un hemisferio más que a otro –como, por ejemplo, el lenguaje, que tiende a desarrollarse en la parte izquierda mientras que la atención lo hace en la derecha–) el cerebro trabaja como un conjunto, en todos los aprendizajes analizados se ha visto actividad en ambos hemisferios cerebrales, ya que están comunicados, y 2) no existe evidencia de dominancia cerebral en las personas, la cual, supuestamente, repercutiría en su estilo de aprendizaje.

Por ejemplo, en un estudio reciente realizado a mil personas de 7 a 29 años, no se encontró evidencia alguna de dominancia cerebral.10 Jeff Anderson, director del estudio y profesor de neurorradiología en la Universidad de Utah, dijo:

«La comunidad neurocientífica nunca ha aceptado la idea de tipos de personalidad con dominancia cerebral derecha o izquierda. Los estudios de lesiones cerebrales no apoyan esa teoría, y la verdad es que sería altamente ineficaz que en el cerebro una parte sea sistemáticamente más activa que la otra».

En la prestigiosa revista Nature Reviews Neuroscience se publicó un artículo titulado «Neurociencia y educación: de la información a la práctica»,12 en el que su autor, Goswami, profesor de educación y director del Centro para la Neurociencia en la Educación de la Universidad de Cambridge, señala: «En una conferencia reciente para la inauguración del Centro de Neurociencia en la Educación de la Universidad de Cambridge, los profesores han dicho haber recibido más de setenta correos electrónicos en un año que los invitaban a asistir a cursos sobre el aprendizaje basados en información sobre el cerebro. Estos cursos sugieren, por ejemplo, que los niños se clasifican en función de su dominancia cerebral derecha o izquierda, puesto que los individuos “prefieren” un tipo de aprendizaje. […] A los profesores se les aconseja diseñar su enseñanza en el aula de tal forma que haya un equilibrio entre la dominancia cerebral derecha e izquierda, para evitar un desencaje entre la preferencia cerebral del alumno y la experiencia de aprendizaje. Este neuromito se debe probablemente a una interpretación exageradamente literal de la especialización hemisférica».

Un estudio publicado en Frontiers reporta que este mito es uno de los que más adeptos tiene. El 91 % de los maestros ingleses y el 86 % de los holandeses encuestados piensan que «la diferencia en la dominancia hemisférica (derecha e izquierda) puede explicar las diferencias individuales en el aprendizaje».


Neuromito 4: «Un entorno enriquecido aumenta la capacidad del cerebro de aprender»; y neuromito 5: «Los tres primeros años son críticos para el aprendizaje y por lo tanto decisivos para el desarrollo posterior»

«Menos es más.»

LUDWIN MIHES VAN DER ROHE, considerado uno de los maestros más importantes de la arquitectura moderna

Los neuromitos 4 y 5 están relacionados entre sí, y por lo tanto los trataremos juntos. En el artículo de Nature Reviews Neuroscience, arriba citado, su autor afirma lo siguiente:

El abismo entre la neurociencia y la educación se está llenando de paquetes y programas que pretenden tener fundamento cien- tífico. La velocidad con la que esos paquetes han ganado crédi- to es asombrosa. […] El mito del «periodo crítico» sugiere que el cerebro del niño no funcionará adecuadamente si no recibe la cantidad adecuada de estímulos en el momento correcto. La enseñanza de algunas habilidades debe ocurrir durante ese periodo crítico, de lo contrario, la ventana de oportunidad de educar estará perdida. El mito de la sinaptogénesis [proceso de la formación de las sinapsis en el cerebro] promociona la idea de que se aprenderá más si la enseñanza coincide con los periodos de este proceso. […] Se han de eliminar esos mitos.

Un 33 % de los maestros ingleses y un 46 % de los maestros holandeses creen que «existen periodos críticos en la infancia, después de los cuales una serie de cosas no pueden ser aprendidas».

El principal argumento para llegar a esa falsa conclusión es la plasticidad del cerebro. Esta es un hecho, pero hoy por hoy sabemos que ocurre toda la vida, no solo durante los primeros años. Pueden existir periodos más o menos sensibles con respecto al desarrollo cognitivo durante los primeros años, pero no por esto deben considerarse «críticos». No son ventanas de oportunidad que se cierran a los tres años. Por ejemplo, puede ser más fácil para un niño aprender chino durante el primer año de vida. El problema surge cuando de ese hecho se llega a la conclusión de que un bebé se desarrolla mejor asistiendo a clases de chino que pasando tiempo con su cuidador principal. El problema surge cuando se llega a la conclusión de que el niño puede y debe aprender chino viendo la pantalla (veremos a continuación que los estudios indican lo contrario). En definitiva, el problema surge cuando una sociedad está convencida de que aprender chino solucionará la vida del niño, pasando por alto una de las dimensiones más importantes para el buen desarrollo del niño: la afectiva.

Hoy sabemos que durante los primeros años lo que más importa para el buen desarrollo de un niño no es la cantidad de información que recibe, sino la atención afectiva que recibe, a través del modelo de apego que desarrolla con su cuidador principal.

Daniel Siegel, psiquiatra, biólogo, profesor y miembro ejecutivo del Centro para la Cultura, el Cerebro y el Desarrollo de UCLA, señala:

No hay necesidad de bombardear a bebés o niños pequeños (o a nadie) con una estimulación sensorial excesiva con la esperanza de construir mejores cerebros. Se trata de una mala interpretación de la literatura sobre neurobiología según la cual, de alguna manera, «más estímulos, mejor». Sencillamente, no es así. Los padres y los otros cuidadores pueden relajarse y dejar de preocuparse por proporcionar una gran cantidad de bombardeo sensorial a sus hijos. La sobreproducción de conexiones sinápticas durante los primeros años de vida es suficiente para que el cerebro pueda desarrollarse adecuadamente dentro de un entorno medio que proporciona la cantidad mínima de estimulación sensorial.

Y añade:

Durante los primeros años de desarrollo, los patrones de interacción entre el niño y el cuidador son más importantes que un exceso de estimulación sensorial. La investigación sobre el apego sugiere que la interacción interpersonal colaborativa, no la estimulación sensorial excesiva, sería la clave de un desarrollo saludable.

Por lo tanto, resulta contradictorio aumentar el número de horas que un niño pasa delante de un DVD supuestamente educativo, o de una tableta inteligente, con el argumento de no querer desechar una oportunidad de aprendizaje cuando sabemos que a esas edades lo importante no es el bombardeo de información, sino la consolidación del vínculo de apego con los padres o con otro cuidador que cumple con las condiciones para poder asumir ese trabajo. ¿En cuántos casos esos neuromitos habrán contribuido a despojar de su sentido el trabajo de las madres, de los padres, dejándoles creer que tenían que sobreestimular a sus hijos en todo momento, y que ese trabajo era delegable a una pantalla? Sin duda, los neuromitos han contribuido a alejar a muchos padres de su sensibilidad y de su sentido común en el ejercicio de su maternidad y de su paternidad. Los padres no somos animadores de ludotecas. Las relaciones interpersonales son las que dan sentido a los aprendizajes durante la infancia y gran parte de la adolescencia, porque configuran nuestro sentido de identidad (más adelante hablaremos en detalle de ello).

 Catherine L’Ecuyer
Extracto del libro Educar en la realidad, de Catherine L’Ecuyer





"No está demostrado que las pantallas interactivas digitales den mejores resultados académicos que la pizarra tradicional."

 Catherine L’Ecuyer



“Nuestros hijos han de crecer en el mundo real, no encadenados en la caverna de las sombras. Han de empezar el día subiendo la persiana y leyendo el cielo para tomar la decisión de vestirse para un día frío, cálido o lluvioso. ¡No puede ser que busquen esa información en el teléfono inteligente! Y no puede ser que su primer y último pensamiento sea mirar el móvil. En definitiva, no puede ser que gasten los mejores años de sus vidas con la nariz pegada a sus pantallas.”

 Catherine L’Ecuyer



"Nuestros hijos prestarán atención si nosotros somos capaces de prestarles atención a ellos. Hoy mismo miremos a cada uno de nuestros hijos con esa mirada atenta, esa mirada como decía Simone Weil, “en la que el alma se vacía de contenido propio para recibir al ser al que está mirando tal cual es, en toda su verdad. Solo es capaz de ello quien es capaz de atención”."

 Catherine L’Ecuyer



“«Procuro no cargar mi memoria con datos que puedo encontrar en cualquier manual, ya que el gran valor de la educación no consiste en atiborrarse de datos, sino en preparar el cerebro para pensar por su propia cuenta y así llegar a conocer algo que no figure en los libros». Constatamos,”

 Catherine L’Ecuyer



"Quitar el asombro y rodear al niño de cosas que contienen poca belleza es desnaturalizarlo, robarle la infancia y empequeñecerle la razón. También es quitarle la posibilidad de ser todo lo que podría llegar a ser como adolescente y como adulto."

 Catherine L’Ecuyer



"Vivimos en un mundo frenético e hiperexigente. Por supuesto que tendemos a transmitirlo a nuestros hijos, y casi siempre sin darnos cuenta de ello. Eso, por un lado, complica muchísimo la tarea de educar y, por otro, aleja a los niños de lo esencial. A veces, los niños se parecen a pequeños ejecutivos estresados. En mi libro Educar en el asombro, explico lo que reclama la naturaleza de los niños, doy algunas ideas de cómo se puede dar marcha atrás a esa situación y explico los beneficios de hacerlo."

 Catherine L’Ecuyer



“Todas las personas grandes han sido niños antes. Pero pocas lo recuerdan.”

 Catherine L’Ecuyer












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