Dante A. Urbina

Citas de libros de Dante A. Urbina:




"Bueno, aparte de las cinco vías de Santo Tomás de Aquino hay quienes plantean otros argumentos como el ontológico (San Anselmo, Descartes, Alvin Platinga) o el moral (William Lane Craig, Paul Copan), pero personalmente considero -junto con Aquino- que el “argumento ontológico” no llega a ser probatorio y tengo mis dudas sobre la estructura del “argumento moral”. Mis razones al respecto están explicitadas en mi libro ¿Dios existe?
Ahora bien, más allá de los argumentos, otra vía para llegar a la existencia de Dios es, por supuesto, la experiencia personal. Muchísimas personas ni siquiera conocen los argumentos racionales a favor de la existencia de Dios, pero aun así llegan a conocerlo a través de la experiencia personal (de índole espiritual, evidentemente). Dicha experiencia personal no sirve intersubjetivamente para convencer a otros de la existencia de Dios pues es eso, personal, y, por tanto, no directamente transmisible; pero sí sirve subjetivamente para que el creyente tenga certeza propia sobre la existencia de Dios. Así que el creyente, incluso desde su conocimiento limitado, puede llegar a tener conocimiento personal de la existencia de Dios a partir de una experiencia espiritual directa (para el convencimiento interpersonal sí se requeriría de los argumentos basados en la sola razón natural). El ateo, en cambio, está en una situación muy distinta pues para tener propiamente un conocimiento de la (supuesta) “no-existencia de Dios”, al plantear un negativo absoluto (“Dios no existe”), requeriría primero haber explorado absolutamente todos los planos y dimensiones de toda la realidad.
Alguno ha atribuido “deshonestidad intelectual” a este planteamiento mío como si diera una ventaja arbitraria a los creyentes frente a los ateos. Pero eso simplemente demuestra que donde hay deshonestidad (o falta de comprensión) es en el otro lado. Primero, porque en el plano de la argumentación intelectual yo no establezco ninguna ventaja a priori para los creyentes, sino que defiendo fuertemente que tanto ateos como creyentes deben partir de cosas de razonable conocimiento general (por ejemplo, las relaciones de causalidad) y a partir de allí justificar todos sus pasos deductivos para llegar a la existencia o no existencia de Dios. Por supuesto, considero que la postura teísta es la más razonable, pero esa es una ventaja que establezco a posteriori, no a priori (demostración clara de ello es que comencé siendo ateo). En donde considero que hay asimetría es más bien en el conocimiento personal, que se trata de algo distinto y que no uso para argumentar. Y eso no por una cuestión arbitraria sino por la naturaleza misma de las cosas. Para que todos lo entiendan fuera de prejuicios, pondré una analogía. Si alguien quiere afirmar que existe alguien llamado “Dante Urbina” basta con que me conozca sin necesidad de que explore absolutamente todos los registros de nombres de todos los países. En cambio, si alguien hace la afirmación en términos de negativo universal “No existe alguien llamado Dante Urbina”, para afirmarlo propiamente con conocimiento tendría necesariamente que revisar todos los registros de nombres de todos los países y estar también seguro de que absolutamente todos los nombres de personas existentes constan en dichos registros. Como dije, no es deshonestidad, ¡es la naturaleza de las cosas! Ya si alguien quiere cerrar su mente al razonamiento y al sentido común es otra historia…"

Dante A. Urbina


"Etimológicamente, “evidente” proviene del vocablo latín evidentis que significa “que es visto enteramente”. Pero resulta que Dios en sí mismo no puede ser propiamente visto, dado que no es un ser físico, y tampoco puede ser abarcado enteramente por nuestro entendimiento, dado que es infinito. En ese sentido, la Escritura -que es pertinente citar aquí puesto que se trata de un medio católico- establece que “a Dios nadie lo ha visto jamás” (Juan 1:18). Dicho de otro modo: la existencia de Dios no nos es evidente directamente porque Él está en otro plano (trascendente, inmaterial, etc.)."

Dante A. Urbina


"Para ponerlo en términos simples y directos: lo que principalmente impide creer al hombre moderno es su contexto, es decir, la modernidad misma. Aquí hay que precisar que por modernidad no me refiero a la acepción tecnológica del término (en el sentido de que ahora tenemos televisores, computadoras, etc.) sino a la sociológica, según la cual correspondería al tipo de civilización e ideología que viene a partir del humanismo del siglo XVI, donde se pasa de una concepción teocéntrica (Dios en el centro) a una concepción antropocéntrica (el hombre en el centro). No se trata propiamente de la era de la razón, como pretenden los modernos, pues también en la Edad Media había razón, en armonía con la fe. Se trata más bien de la era de la razón en ruptura con la fe. En ese contexto, nacen ideologías como el liberalismo, el marxismo, el positivismo, etc. Y luego la razón, loca sin la fe, termina suicidándose. Así la razón termina en el irracionalismo, negando que en esencia o en última instancia pueda haber ser, verdad, bien… todo es relativo. Eso es lo que se llama postmodernidad y esa es la trágica época en la que vivimos. Y la postmodernidad, aparte de su propia enfermedad, acumula de modo sui generis todas las enfermedades de la modernidad.
En ese contexto, cuando alguien nace en la actualidad, no nace en un contexto “amigable a la fe” (como en la Edad Media) ni tampoco en uno neutro donde pudiera usar sin prejuicios su sola razón natural para dilucidar la cuestión de la existencia de Dios, sino en un contexto sumamente hostil a la fe donde eslóganes como “todo es relativo” (relativismo), “sé libre y haz lo que quieras” (liberalismo), “la religión es el opio del pueblo” (marxismo), “solo el conocimiento científico es válido” (positivismo), etc. son algo ya insertado en la mentalidad social. Así que aquí el enemigo para la fe no es la razón sino el contexto cultural contrario a la fe. Y eso está incorporado en la mente de las personas sin necesidad de que lo sepan conscientemente (por ejemplo, se escucha a adolescentes diciendo que “Todo es relativo” sin que conozcan nada sobre el desarrollo filosófico e histórico del relativismo). He ahí el gran poder de las ideologías: que pueden moldear nuestras mentes sin que seamos lo sepamos. Por tanto, un apologista efectivo tiene que ser muy consciente de esta situación y saber tratar con ello frente a personas concretas. Y precisamente a eso va mi próximo libro de apologética, que publicaré este año: a mostrar cómo realizar una apologética efectiva “en tiempo real” frente a personas de las más distintas posiciones (ateos cientificistas, ateos emocionales, agnósticos abiertos, agnósticos cerrados, creyentes con dudas, etc.)."

Dante A. Urbina


“¿Qué puede significar para nuestra existencia el que pueda existir un Ser Subsistente que nos sostiene, una Causa Primera que nos generó, un Ser Espiritual que nuestro espíritu nos dio y un Diseñador Cósmico que nuestra existencia deseó?, ¿podríamos seguir viviendo igual?, ¿no habría la posibilidad de que allí esté la base de la plenitud ontológica y la auténtica felicidad?”

Dante A. Urbina
Dios, ¿Existe o No Existe?: El Gran Debate









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