Eliezer Grinberg

La última palabra… 

Llevas tu juventud libre y francamente 
como se lleva abierta una rosa roja; 
tus pasos resuenan como versos 
y ante ti, como el viento, 
anda tu aliento joven, caliente como un licor, 
que estando sobrio, en un instante te emborracha. 

Peor no soy ya lo bastante joven 
como para dejarme llevar por la juventud a ciegas, 
ni soy tan viejo todavía 
como para que no me conmueva tu belleza. 

Habito aquella edad ahora 
en la cual el corazón aprecia la menos sonrisa. 
Como vino en un lagar, la sangre fermenta todavía 
y se burla de la sobriedad de la inteligencia.

Eliezer Grinberg o Eliezer Greenberg


Mañanas de verano junto al mar

Con el descanso de la mañana,
las casitas de la colina se rinden
ante una ráfaga de espuma despierta,
un farol somnoliento se mueve en un rincón lejano.
Pero al amanecer,
cuando los rayos del sol tocan las hileras de plantas verdes,
cuando el viento persigue salvajemente
y gira alrededor de los recortes del jardín,
cuando las puertas y ventanas están iluminadas por el sol,
un gallo comienza a cantar una canción de alabanza: las
palomas comienzan a murmurar,
un pájaro picotea entre las ramas,
un gorrión en su nido canta con alegría,
¡y todos salen a buscar comida antes de descansar!

A la orilla cercana del mar
llegan los primeros invitados:
pájaros de arena hambrientos pronto como mensajeros emprenden el vuelo
gaviotas hambrientas sobrevuelan a los pescadores y los barcos que
regresan a casa de pescar durante la noche
silenciosos con la boca llena,
con olor a pescado, sabor picante a sal,
con un brillo secreto en los ojos,
como joyas azules transparentes
extraídas de las amenazadoras profundidades.

Todos en pavoroso y mudo acuerdo con el mar:
¡el mar los alimentará!
su única fuente de alimento:
¡El mar! ¡El mar! ¡El mar!…

Eliezer Grinberg












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