Moshe Kulbak

Un baile… 

Mené, mené, tekel ufarsín (Daniel 5/25)

Repican salones iluminados 
y la orquesta gime. 
Los tambores tapan el intenso llanto de los violines, 
los contrabajos cavan como viejos sepultureros con oscuras azadas, 
clarinetes ríen, 
parlotea el címbalo, 
chillan los broncíneos platillos 
y danzan señores de almidonado saco, damas de blanca seda, 
claras, 
luminosas 
y mas luminosas… 
Y se mezclan, sedientos, 
flamígeros bigotes negros y pequeños dientes relampagueantes, 
campanilleantes rulos, 
lazos, 
zapatitos afilados, 
miradas centellantes 
y medias… 
Y calladamente, entre el estremecimiento de los corazones 
ahogados, 
se acurrucan mas prietas las rodillas, 
cada vez mas cerca, echan chispas… 
y dispara fuego cada pupila 
y pestañas tiemblan, tiemblan… 
Pero, de pronto, el violoncello deja oír un gemido en la orquesta 
como a veces en el bosque se oye un gemir de nidos abandonados… 
y la sangrienta luna menguante gotea por las ventanas. 
Aparece una mano, 
una mano en cadenas deformada en el trabajo, 
y escribe las letras de sangre sobre el muro: 
—¡Muerte1… 
Y danzan señores de almidonado saco, damas de blanca seda, 
claras, 
luminosas 
y mas luminosas; 
chillan los broncíneos platillos, 
clarinetes ríen, 
parlotea el címbalo, 
los tambores tapan el intenso llanto de los violines 
y los contrabajos cavan como viejos sepultureros con oscuras azadas… 

Moyshe Kulbak


Una extensión de nieve… 

Una extensión de nieve. Una fría estrella bruñida, 
el viento un cuchillo; 
a centenares de millas acuesta mi mujer ahora 
a mi hijo… 

¡Qué noche! Suena un violín azul 
y un nevado violoncello. 
A centenares de millas me ve mi hijo 
y sonríe en sueños. 

Moyshe Kulbak


Vi palabras… 

Vi palabras en ídish 
 como pequeñas llamaradas, 
 como chispas que se arrancan del oscuro mineral. 

Sentí palabras en ídish 
 como claras palomas. 
 como palomitas que arrullan y arrullan en el corazón. 

Moshe Kulbak o Moyshe Kulbak










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