Peretz Markish

Afuera

Las lavadas tapias se secan al viento 
y blandamente se amasa bajo mis pies la negra tierra. 
Que mas puedo pedirte todavía 
viento travieso, empapada tierra revuelta; 
es como si recién hoy por primera vez te viera sobre el mundo… 
Hoy le pertenece toda entera solo a mi, a un niño… 
Veo las rojas vacas tendidas en el negro valle embarrado 
con traseros manchados y ubres repletas, 
y quedamente inunda mi corazón una joven alegría 
de tibia mañana silenciosa 
con heno seco del año pasado 
y caballos desatados… 

De pronto me asaltan ganas de abrazar a las vacas, 
y de tenerme a su lado sobre la tierra 
a mugir como ellas. 

Peretz Markish


¡Cielo y tierra!

¡Cielo y tierra! 
¡Padres de las ferias y abuelos de las fosas! 
Helos aquí sentados ante las montañas de trapos como profetas ante ruinas 
hojeando ropas, como biblias… 

Vuestras sombras no se despliegan ya por los caminos; 
los días saltan de vosotros como zunchos partidos; 
el sábado se gasta contra una empalizada, contra pensativos postigos 
como después de un incendio; el sábado esta ennegrecido… 

¡Doblaos en tres, doblaos tienduchas! 
¡Tal vez aun aparezca, con su carro polvoriento, un gitano 
que pague por los trapos viejos con aretes de plomo 
o con anillos de zinc para mercar y trocar! 

¿Os falta algo en el mundo acaso? 
¿Qué otra cosa os entristece por los caminos? 
¡no volváis a preguntar por mí, 
no contéis más conmigo!

Peretz Markish



Me despido de ti… 

Me despido de ti, 
tiempo que te vas; 
no te conozco, pasado, 
no me perteneces, 
sólo me has soñado. 

¿Y tú, quien eres futuro mío, 
cubierto de cabellos grises? 
Yo no te pertenezco, 
sólo te estoy soñando. 
¡Ciego, insignificante ahora, 
soy tuyo! 
¡
Y soy ciegamente rico! 
¡Los dos a un tiempo morimos 
y a un mismo tiempo nacemos!

Peretz Markish


Ruinas

Ahora, cuando retorna la visión, 
desgarra abrir los ojos y ver aquí con cada víscera, 
precipitarse mi corazón como un espejo sobre una piedra 
y con un repique de cristales rotos, hacerse trizas. 

Y desde ya que tampoco esta libre cada trozo 
de dar testimonio sobre mi, hasta mis cuatro ultimas predestinadas yardas. 
solo tu no me pisotees, oh tiempo, juez mío, 
hasta que recoja de entre los escombros las partes desperdigadas. 

He de intentar recogerlas una a una 
y coserlas entre si hasta que la aguja haga sangrar por mis dedos, 
a sabiendas de que, por hábilmente que las componga, 
habré de verme siempre deforme y deshecho. 

Recién ahora, tristemente, encuentro sentido 
en el dolor de la metamorfosis, y ardientemente comprendo 
la angustia de querer verse entero en el espejo 
estando en ruinas y esparcido por los siete océanos…

Peretz Markish



Torre Eiffel 


¿Y tú? ¿No eres de nadie? ¿No perteneces a la tierra ni al cielo? 
¿Quién habrá de consolar tu soñadora soledad? 
Murmullos, cantos tarareados e himnos ruedan hacia ti, 
¡oh, ascendente, nostálgica unidad…! 

Enviados de la tempestad preguntan por ti; 
sobre tus soñadoras alturas crecen, musgosas, nubes de quietud; 
¡quiero colgarme de tí como aspas de un molino, 
oh, atleta solitario, famosa torre Eiffel! 

¿Quién saldrá de entre las nubes, a recibirte? 
La madrugada se hamaca sobre ti como un trozo mordido de pan solar. 
¿Dónde esta tu cabeza, soñadora torre Eiffel? 

Millones de pasos chapotean hacia ti por atajos y caminos, 
y las calles no conocen la senda que conduce hacia los desiertos soleados. 
Oh, solitario, en las alturas consuélate con tormentas. 


Soy ahora un oscuro pensamiento en tu cabeza, torre Eiffel, 
con mis cuatro hombros, un ciego búho cuatro veces giboso; 
¡oh, gibosos costados del mundo! ¿Quién habrá de descubrir y entender 
el interminable nudo de principios y finales? 

Arropada en almidonadas neblinas compuestas de tramas nocturnas, 
Así, envuelta en mantos otoñales de marchitas pieles de oveja, 
Estás rodeada con hebras de tristeza, noche y día, 
¡oh, solitario prisionero, descarriado Mefistófeles! 

He aquí ahora la ciudad tendida a tus pies, como una telaraña 
donde trepan y sucumben moscas atrapadas, sin salida ni esperanza; 
¿quién roe? ¿quién es roído? ¿quién es una vez y quien tres veces? 

¡Oh, erguida solitaria idea! 
¡Oh, solitario, descarriado Mefistófeles; 
ahora soy un oscuro pensamiento en tu cabeza, torre Eiffel!

Peretz Markish























No hay comentarios: