Roald Dahl

“Cariño —dijo ella, al fin—, ¿Estás seguro de que no te importa ser un ratón el resto de tu vida? No me importa en absoluto —dije—. Da igual quién seas o qué aspecto tengas mientras que alguien te quiera.”

Roald Dahl


“Cuando usted está escribiendo un libro con personajes humanos, a diferencia de lo que ocurre con los animales, no es bueno que sean normales, porque no van a interesar a los lectores en absoluto. Cada escritor tiene que utilizar personajes que tengan algo interesante y esto es aún más cierto en los libros para niños. Me parece que la única manera de hacer que mis personajes sean muy interesantes para los niños es exagerar todas sus cualidades, buenas o malas, por lo que si una persona es desagradable o mala o cruel, entonces hay que hacerla muy desagradable, muy mala, muy cruel. Si ellos son feos, tienes que hacerlos extremadamente feos. Creo que eso es divertido y tiene un impacto.”

Roald Dahl




“El que no cree en la magia nunca la encontrará.”

Roald Dahl


"En los cuentos de hadas, las brujas llevan siempre unos sombreros negros ridículos y capas negras y van montadas en el palo de una escoba. Pero éste no es un cuento de hadas. Este trata de BRUJAS DE VERDAD. Lo más importante que debes aprender sobre las BRUJAS DE VERDAD es lo siguiente. Escucha con mucho cuidado. No olvides nunca lo que viene a continuación. Las BRUJAS DE VERDAD visten ropa normal y tienen un aspecto muy parecido al de las mujeres normales. Viven en casas normales y hacen TRABAJOS NORMALES. Por eso son tan difíciles de atrapar."

Roald Dahl
Las brujas
Tomado del libro de Jesús Callejo, Breve historia de la brujería, página 201



"Hay veces en las que algo es tan espantoso que te fascina y no puedes apartar la vista de ello. Eso me pasó a mí en ese momento. Me quedé traspuesto, alelado. Estaba hipnotizado por el absoluto horror de las facciones de aquella mujer."

Roald Dahl
Las brujas


“Las brujas son siempre mujeres. No quiero hablar mal de las mujeres. La mayoría de ellas son encantadoras. Pero es un hecho que todas las brujas son mujeres. No existen brujos.”

Roald Dahl


"(...) Lo único que han hecho es encogeros y poneros cuatro patitas y una piel peluda, pero no han podido transformaros en un ratón cien por cien. Sigues siendo tú mismo en todo menos en el aspecto. Sigues teniendo tu propia mente, tu propio cerebro y tu propia voz, gracias a dios."

Roald Dahl
Las brujas


“Los adultos son criaturas llenas de caprichos y secretos.”

Roald Dahl


"Los dos muchachotes volvieron a subir por el terraplén y se sentaron sobre la hierba detrás de unos arbustos. Ernie sacó un paquete de cigarrillos y ambos encendieron uno.
Peter Watson, tendido entre los raíles sin poder hacer nada, comprendió que no iban a soltarle. Eran un par de chicos locos y peligrosos. Vivían para el momento y jamás se paraban a pensar en las consecuencias. Peter se dijo que tenía que procurar mantenerse sereno y pensar. Permaneció tumbado, totalmente inmóvil, sopesando sus probabilidades. Estas eran buenas. El punto más alto de su cara era la nariz. Calculó que la punta de la nariz sobresaldría unos diez centímetros por encima de los raíles. ¿Sería demasiado? No estaba muy seguro del espacio libre que quedaba entre el suelo y estos modernos motores diésel. Desde luego no era mucho. La parte posterior de su cabeza reposaba sobre la grava suelta que había entre dos traviesas. Debía tratar de hacer un pequeño hoyo en la grava. Así, pues, empezó a mover la cabeza de un lado a otro, apartando la grava y formando gradualmente un pequeño hueco en el que meter la cabeza. Al final calculó que había bajado la cabeza cinco centímetros más. Eso bastaría para la cabeza. Pero, ¿y los pies? También ellos sobresalían. Solucionó el problema echando los dos pies atados hacia un lado hasta colocarlos de forma casi paralela al suelo.
Se quedó esperando la llegada del tren. ¿Le vería el maquinista? Era muy poco probable, ya que aquélla era la línea principal Londres-Doncaster-York-Newcastle-Escocia y en ella se utilizaban locomotoras grandes y largas en las que el maquinista ocupaba una cabina situada muy hacia atrás y sólo estaba atento a las señales. En aquella parte del trayecto los trenes solían circular a unos ciento veinte kilómetros por hora. Peter lo sabía. Se había sentado en el terraplén muchas veces para verlos pasar. Cuando era más pequeño solía apuntar el número de los trenes en una libretita y a veces en el costado de la locomotora había un nombre escrito con letras doradas.
Se dijo que, de un modo u otro, iba a ser una experiencia aterradora. El ruido sería ensordecedor y el silbido de un tren circulando a ciento veinte kilómetros por hora tampoco iba a resultar muy divertido. Durante unos momentos se preguntó si el tren, al pasar velozmente sobre él, crearía algún tipo de vacío que tiraría de él hacia arriba. Podía ser que sí. De manera que, pasara lo que pasara, tenía que concentrar toda su atención en mantener todo el cuerpo bien apretado contra el suelo. Debía evitar que el cuerpo perdiera su rigidez. Debía permanecer tenso, apretándose contra el suelo."
Los psicólogos, al estudiar los hechos de la vida mental, han reconocido ya en muchos de ellos, no una sucesión de dentro a fuera, sino de fuera a dentro. Quiere esto decir que su origen no se encuentra en la misma mente, sino en lo exterior, en el corporal movimiento, en el gesto, en la actitud. Entonces aquellos afirman que el fenómeno de que se trata tiene un origen periférico. Así, en la teoría de las emociones, se ha popularizado ya la aparente paradoja de que no lloramos porque estemos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos. Así, en la cuestión de la creencia, la intuición formidable de Blas Pascal alcanzó ya a aquel “¡Lo primero, tomar agua bendita!“, a que podría darse forma análoga a la anterior, diciendo que no tomamos agua bendita porque creamos, sino que creemos porque tomamos agua bendita. Así también, en lo que se refiere a la adquisición de conocimientos, múltiples hechos alegados por los hombres de ciencia nos conducen a la tesis de la prioridad del conocimiento sobre el interés; porque es caso demostrado que, para que el interés se despierte por algo, es ya necesario, como previa condición, algún conocimiento de lo que llega a interesar; no siendo acaso el interés, sino la traducción afectiva de aquel conocimiento."

Roald Dahl
El cisne


“Los secretos más grandes se ocultan siempre en los lugares más inverosímiles.”

Roald Dahl




“Mi abuela era noruega. Los noruegos lo saben todo sobre las brujas, porque Noruega, con sus oscuros bosques y sus heladas montañas, es el país de donde vinieron las primeras brujas.”

Roald Dahl




“No importa lo que usted sea o parezca, mientras alguien lo ame.”

Roald Dahl



“No olvides que las brujas tienen magia en los dedos y un poder diabólico en la sangre. Pueden hacer que las piedras salten como ranas y que lenguas de fuego pasen sobre la superficie del agua. Estos poderes mágicos son terroríficos. Afortunadamente, hoy en día no hay un gran número de brujas en el mundo. Pero todavía hay suficientes como para asustarte.”

Roald Dahl
Chalie y la fábrica de chocolate



“No quiero decir, naturalmente, ni por un segundo, que tu profesora sea realmente una bruja. Lo único que digo es que podría serlo. Es muy improbable. Pero —y aquí viene el gran pero— no es imposible.”

Roald Dahl


"Otra serpiente se deslizó sin ruido junto a la primera y levantó la cabeza; ya eran dos cabezas, dos pares de ojos que miraban el pie, que contemplaban un trocito desnudo de pie, justo por debajo de la tira de la sandalia, por donde se veía la piel. El niño se puso de puntillas y se quedó inmóvil, muerto de miedo. Pasaron unos minutos antes de que se atreviera a moverse.
El paso siguiente tendría que ser largo de verdad. Había un río negro, profundo y sinuoso que discurría de un extremo a otro de la alfombra en toda su anchura, y debido a esta circunstancia, el niño se veía obligado a atravesarlo por la parte más ancha. Al principio pensó en dar un salto, pero comprendió que no podía tener la seguridad de aterrizar exactamente en la estrecha franja amarilla del otro lado. Tomó una profunda bocanada de aire, levantó un pie y lo fue moviendo centímetro a centímetro, y después lo fue bajando poco a poco hasta que, finalmente, la punta de la sandalia quedó en el otro extremo, sana y salva, en el borde de la mancha amarilla. Se inclinó, pasando todo su peso al pie que estaba delante. A continuación intentó levantar también el pie de atrás. Estiró el cuerpo y dio una violenta sacudida, pero tenía las piernas demasiado separadas y no lo logró. Trató de volver hacia atrás. Tampoco pudo. Estaba totalmente despatarrado y literalmente clavado en el suelo. Miró hacia abajo y vio aquel profundo y sinuoso río negro debajo de él. En algunas zonas había empezado a agitarse; se deslizaba y retorcía, con un siniestro destello grasiento. El niño se tambaleó y agitó frenéticamente los brazos para mantener el equilibrio, pero sólo sirvió para empeorar las cosas. Se caía. Primero fue hacia la derecha, despacio al principio; después, cada vez más deprisa, hasta que en el último momento estiró instintivamente la mano para protegerse en la caída, y a continuación vio que su mano desnuda se hundía en una masa negra enorme y reluciente. Al tocarla soltó un penetrante grito de terror.
Allá lejos, detrás de la casa, la madre buscaba a su hijo a la luz del día."

Roald Dahl
El deseo


—Papá —dijo—, ¿no podrías comprarme algún libro?
—¿Un libro? —preguntó él—. ¿Para qué quieres un maldito libro?
—Para leer, papá.
—¿Qué demonios tiene de malo la televisión? ¡Hemos comprado un precioso televisor de doce pulgadas y ahora vienes pidiendo un libro! Te estás echando a perder, hija...

Roald Dahl
Mattilda
Tomada del libro de Pedro Baños, La encrucijada mundial, página 56



"Pero eso no era todo. Había en la estancia, además, una silla, una única silla, y, a menos que se equivocara, todavía de mejor calidad que la mesa. Otra Hepplewhite, ¿verdad? Y ¡oh, qué belleza! Los travesanos del respaldo tenían finamente tallado un dibujo de madreselvas, vainas y rosetas; el asiento guardaba su enrejillado original; las patas eran de gracioso torneado, y las dos traseras tenían aquel peculiar ensanchamiento, tan significativo. Era una silla exquisita.
—No concluirá este día —dijo el señor Boggis por lo bajo— sin que haya tenido el placer de sentarme en ese adorable asiento.
Jamás compraba una silla sin someterla a su prueba favorita, y siempre resultaba intrigante verle acomodarse con gran cuidado en el asiento, esperar el movimiento y calibrar con pericia el grado de contracción, infinitesimal pero preciso, que el paso de los años había producido en las juntas de espiga y de cola de milano."

Roald Dahl
Placer de clérigo



“Pobre Gusano —susurró la mariquita al oído de James—. Le gusta que todo acabe en desastre. Odia ser feliz. Solamente es feliz cuando está triste. ¿No es extraño? Sin embargo, creo que el hecho de ser un gusano de tierra es más que suficiente para deprimir a cualquiera, ¿no te parece?”

Roald Dahl



“Por otra parte, los vampiros siempre son hombres. Y lo mismo ocurre con los duendes. Y los dos son peligrosos. Pero ninguno de los dos es ni la mitad de peligroso que una bruja de verdad.”

Roald Dahl


"(...) Se quedó a oscuras con los ojos inmensamente abiertos, escuchando los extraños sonidos que hacían, en sueños, aquellas criaturas que le rodeaban, y preguntándose lo que le reservaría la mañana siguiente. Empezaban a gustarle mucho sus nuevos amigos. No eran tan terribles como parecían. En realidad, ni tan siquiera eran terribles. Parecían ser de lo más cariñoso y atento, a pesar de todos los gritos e insultos que se decían entre ellos."

Roald Dahl
Jamés y el melocotón gigante


“Si piensas llegar a alguna parte en la vida, tienes que leer muchos libros.”

Roald Dahl



"... Si ya nos la sabemos de memoria, diréis. Y sin embargo, de esta historia tenéis una versión falsificada, rosada, tonta, cursi, azucarada, que alguien con la mollera un poco rancia consideró que era... mejor para la infancia."

Roald Dahl
En las primeras páginas de su libro Cuentos en verso para niños perversos , al hablar de La Cenicienta
Tomada del libro Cuentos clásicos para conocerte mejor de Jorge Bucay



“Todo lo que hay en esta sala es comestible. Hasta yo lo soy. Pero eso sería canibalismo, queridos niños, y está mal visto en la mayoría de las sociedades.”

Roald Dahl



“Una autobiografía es un libro que una persona escribe sobre su propia vida y está por lo general lleno de todo tipo de detalles aburridos.”

Roald Dahl


"Una de las cosas esenciales para un escritor que está escribiendo un libro, que es un proyecto largo y le va a llevar alrededor de un año, es cómo mantener el impulso. Es lo mismo con una persona joven que escribe un ensayo. Tiene que escribir cuatro o cinco o seis páginas. Pero cuando estás escribiendo durante un año, tienes que parar y volver a ponerte. Yo nunca vuelvo a una página en blanco, siempre termino aproximadamente en la mitad. Enfrentarse a una página en blanco no es muy agradable. Pero Hemingway, un gran escritor americano, me enseñó el mejor truco cuando estás escribiendo un libro largo, que es, dicho en sus propias palabras, “Cuando vayas bien, deja de escribir.” Y eso significa que si todo va bien y sabes exactamente a dónde lleva el final del capítulo y sabes lo que los personajes van a hacer, no te pongas a escribir y escribir hasta llegar al final del mismo, porque cuando hagas eso, entonces dirás, bueno, ¿a dónde voy ahora? Y te levantarás y te marcharás y no querrás volver porque no sabrás a dónde quieres ir. Pero si te detienes cuando vas bien, como dijo Hemingway… ya sabrás lo que vas a decir a continuación. Tienes que obligarte a parar, soltar tu lápiz y marcharte. Y no podrás aguantar sin volver porque sabes lo que quieres decir a continuación y eso es bello y debes intentar hacerlo. Cada momento, todos los días hasta el final del año. Si te detienes cuando estás atascado, estás en problemas."


Roald Dahl