Serafín J. García

Castigo

¡Amuélensén! ¿Quién los mandó ser brutos? 
¡Lo qu'hiso la gurisa'stá bien hecho! 
¿O se pensaron que por ser sus padres 
le podían gobernar los sentimientos? 

Si eya juyó siguiendo al que quería 
la culpa jué de ustedes, ¡qué canejo! 
¡Aguanten el sogaso sin lomiarse 
y apriendan pa otra ves no errar tan fiero! 

Porqu'el moso era pobre y no podía 
ofrecerle más nada que su afeto, 
le trancaron la puerta en las narices 
dispués de destratarlo como a negro. 

¿Qu'importaba que juese'l preferido 
si carecía de mentas y dinero, 
y a la gurisa ustedes la querían 
p'hacer negocio con su casamiento? 

Creyeron que meniándole garrote 
y hablándolé de honestidá y respeto, 
iban a conseguir qu'escarmentase 
y arrancase de su alma aquel afeto. 

¿Ignoraban dejuro que al cariño 
naide es quién pa quitarle sus derechos, 
que no agarra po'el triyo que l'endilgan 
ni acata leyes, porqu'es ley él mesmo? 

¡Pucha! ¡Hay que ser escaso de carcume 
pa no cáir en la cuenta'e que van muertos 
los que cren que se puede asujetarlo 
metiéndose al torsal en sus deseos! 

¿Que la gurisa al dirse jué una ingrata? 
¡'Tan muy enquivocaos! ¡Tenía el derecho 
que tienen tuitos de vivir su vida 
y si voló del nido jué por eso! 

¿Que procedió com'una sinvergüensa 
porque quiso ser libre y rompió el cepo? 
¡Hubiera sido pior que se vendiera 
por unas vacas o un puñao de pesos! 

¡Amuélensén! ¡Lo que les acontece 
les está bien empliao por avarientos! 
¡Aguanten el sogaso sin lomiarse 
y apriendan para otra ves no errar tan fiero!

Serafín José García


Cavilando

¡Qué porquera es la vida! ¡Puro dirse'n amagos!
Nos pasamos los años enfrenando esperansas,
que soltamos despiadas, a lo largo'el camino,
sin poder apariarnos a la dicha desiada.

Cuando semos gurises, de ganosos por criarnos
pa ser libres y dirnos po'ande quieran las ganas,
nos parece qu'el tiempo march'a tranco'e tortuga
y que nunca yegamos a la edá'mbicionada.

Pero dispués de mosos ya risulta distinto.
Los quereres comiensan'abrir brocas en'l'alma.
y un'angurria tan grande de vivirlos nos dentra
que cuasi no d'abasto la ración d'esperansas.

Y de aflitos que andamos por agenciar la dicha
ni sentimos los días, que de galope se alsan,
yevándose'n su juida promesas ya dijuntas
que se nos despintaron al dirnos a orejiarlas...

Hasta que un redepente nos encontramos viejos
y hayamos que jué un soplo la mocedá pasada;
que los deseos duraron lo que una brasa'e ceibo;
que jueron nuestros sueños como la espuma en'l'agua.

Y entonce'comprendemos qu'hemos andao al ñudo,
aplastando el matungo, mochando las rodajas,
sin conseguir más nada que una cansera bruta
y una runfla'e ricuerdos p'amargarnos el alma.

Y queremos dar güelta, ser gurises de nuevo;
pero ya no podemos pegar la reculada;
hay que seguir pa'elante, metiéndole sidera,
aunque las juersas mermen y ya la fe'sté gasta...

¡Qué porquera es la vida! ¡Puro dirse'n amagos!
Nos pasamos los años enfrenando esperansas
pa campiar una dicha que, dejuro por hembra,
¡más matrera se pone cuanti más es desiada!

Serafín José García


Ejemplo

Venga p'acá, m'hija, no me tenga miedo: 
venga, que su tata no va'castigarla 
ni va'echarle'n cara tampoco lo qu'hiso, 
porque sabe cierto que no jue por mala. 

Ya basta de yantos, miremé de frente, 
no tenga vergüenza de amostrar la cara, 
que no es delito darse por cariño 
y sentirse madre no es nunca una falta. 

Venga y déame un beso. Su tata compriende 
que usté ha cáido, m'hija, lo mesmo que tantas 
que siendo inocentes, humildes y güenas, 
s'entriegan enteras, en cuerpo y en alma. 

Mozo él, usté moza, los dos juertes, sanos, 
yenitos de vida ricién aclarada, 
no vido él querencia mejor que sus brasos 
ni usté sol más lindo qu'el de sus miradas. 

Campiando ese cielo que tuitos campiamos 
yevando'e baquianas a las esperansas, 
creyeron hayarlo juntando sus bocas 
y prendieron besos pa que s'estreyara. 

Vino la dentrada de la primavera; 
lucieron los cardos sus flores moradas; 
bordonió el sumbido de los mangangases 
y hubo contrapuntos de roncas chicharras. 

Nació en los yuyales un aroma nueva 
qu'el viento, travieso, mojó en las cañadas; 
rosaos macachines garugó l'aurora 
y en los espiniyos colgó el sol sus brasas. 

Se oyó en las cuchiyas relinchar los potros 
qu'iban retosando tras de la yeguada; 
y olfatiando el aire, y escarbando el suelo, 
con ansia salvaje baló la torada. 

Se vido a los pájaros andar en parejas, 
juntitos los picos, abiertas las alas, 
amostrando a tuitos su amor baruyento, 
madurao a cielo, sol desnudo y alba... 

Y ustedes sintieron juego en las alterias; 
cada beso, entonce', jué com'una brasa; 
les hirvió por dentro la juersa'el istinto 
y asina cumplieron la ley más sagrada. 

¡No yore, canejo! ¡Si Tata Dios hiso 
al macho y a la hembra pa que se ajuntaran, 
y el cristiano, mesmo que cualquiera bicho, 
debe hacer las cosas que Tata Dios manda! 

No l'importe, m'hija, qu'el pago mermure 
y ensucén su nombre los que la cren mala. 
¡Más piores son esas que matan sus crías 
pa poder asina seguir siendo honradas! 

Cuando nasca su hijo, ¡que lo sepan tuitos!: 
¡mamará en sus pechos, dormirá en su falda; 
será su cachorro nomás, ande quiera, 
pues ser madre, m'hija, no es nunca una falta!

Serafín José García




Hembra

Pa dentrarme'en el alma juiste artera y mañosa.
M'engrampastes a juersa de tarimba y carpeta.
Con dispacio y baquía, como quien cincha'l monte,
preparaste la trampa pa embretar mi soncera.

A ocasiones mansita como yegua'e piquete
y a ocasiones lo mesmo que un venao de matrera;
di a ratitos tristona, redetida en suspiros,
y otras güeltas beyaca, negadora y perversa;

rebenquiando ese cuerpo cimbrador com'un'unco
-and'hicieron tuitas mis miradas querencia-,
y enyenando'e promesas esos ojos dañinos
que almarean más juerte que la mesma giñebra,

pecho adentro, di a poco, te me juiste ganando,
sin temor de qu'el güeso se pudiera dar güelta,
pues jugándola en vaca con mandinga, ¡dejuro!,
cualquier cancha te sirve y ande quiera echás güena.

Pa la trensa del laso que pialó mi cariño
desbarbaste los tientos con prolija destresa.
¡Baquianasa la china! ¡Ni campiando a candiles
s'encuentra otra que sirva pa empardarte siquiera!

Yo, asonsao por tus tretas, no patié la celada;
m'enredé'n tus mentiras de mujer cabortera;
y en mi rancho de adobe, munchas noches escuras,
p'alumbrarme p'adentro tu ricuerdo ju'estreya.

Te desiaba y te véia po'ande quiera que juese;
cuanti más vos me juías yo te creiba más cerca;
bien a láito'e mi catre, cuando el sueño lerdiaba,
'taban siempre tus ojos aguaitando mi pena...

Y a la larg'aflojastes. Y te truje a mi rancho
carculando que traiba lo mejor de la tierra.
Y tu boca jué chica pa potrero'e los besos
que salían en tropiyas de mi boca sedienta.

Pero vos pastoriabas la ocasión pa burlarte,
pa encajarme las patas como mula mañera.
¡Pucha, ustedes las hembras son pal hombre más piores
que manada de chanchos cuando dentra'la güerta!

Ya cumpliste tu gusto. ¡Podés dirte, canejo!
¡Por respeto al cuchiyo no te tuso a lo yegua!
¡Rejuntá tus percales y marcháte'n seguida
d'este rancho, que al ñudo quiso ser tu querencia!

¿Qu'esperás? ¿Cres de juro que no aguanto la marca?
¡Si mujer de tu laya po'ande quiera s'encuentra!
¡Podés dirte tranquila; tengo juersa'entuavía
y me sobran rodajas pa domar una'usencia!

¿Y aura? ¡Güe! ¿Tas yorando? ¡No faltaba más qu'eso!
¿Arricién te das cuenta que no sirve ser puerca?
Te metés'hacer barro pa dispués remorderte
y amolar con tus yantos. ¡No negás que sos hembra!

Serafín J. García


Orejano

Yo sé qu'en el pago me tienen idea
porque a los que mandan no les cabresteo;
porque dispreciando las güeyas ajenas
sé abrirme caminos pa dir ande quiero.

Porque no me han visto lamber la coyunda
ni andar hocicando p'hacerme de un peso,
y saben de sobra que soy duro'e boca
y no me asujeta ni un freno mulero.

Porque cuando tengo que cantar verdades,
las canto derecho nomás, a lo macho,
aunq'esas verdades amuestren bicheras
ande naide creiba que hubiera gusanos.

Porque al copetudo de riñón cubierto
-pa quien n'usa leyes ningún comisario-
lo trato lo mesmo que al que sólo tiene
chiripá de bolsa pa taparse'l rabo.

Porque no m'enyenan con cuatro mentiras
los maracanases que vienen del pueblo
a elogiar divisas ya desmerecidas
y'hacernos promesas que nunca cumplieron.

Porque cuando truje mi china pal rancho
me olvidé que hay jueces p'hacer casamientos,
y que nada vale la mujer más güena
si su hombre por eya no ha pagao derecho.

Porque a mis gurises los he criao infieles
aunqu'el cura grite qu'irán al infierno,
y digo ande cuadre que pa nada sirven
los que sólo viven pirichando el cielo.

Porque aunque no tengo ni en qué cáirme muerto
soy más rico qu'esos que agrandan sus campos
pagando en sancochos de tumba reseca
al pobre pión, qu'echa los bofes cinchando.

¡Por eso en el pago me tienen idea!
¡Porqu'entre los ceibos estorba un quebracho!
¡Porque a tuitos eyos les han puesto marca
y tienen envidia de verme orejano!

¿Y a mí qué m'importa? ¡Soy chúcaro y libre!
¡No sigo a caudiyos ni en leyes me atraco!
¡Y voy por los rumbos clariados de mi antojo
y a naides preciso pa ser mi baquiano!

Serafín J. García



Sospresas

Colgao de un guayabo lo hayaron al moso,
ceñido el pescueso por un maniador,
risándose al viento la negra melena
y el cuerpo lujoso de libras de sol.

¡Estrañas sospresas que tiene'l destino!
Pensar que ayer mesmo lo vide crusar
sobre un curuyero qu'en cada balance
lindero del cielo buscaba quedar.

Pensar qu'era juerte com'un coroniya;
curao a intemperies; templao a facón;
jinete qu'en pelo nomás, por floriarse,
al más abrojudo bagual se horquetó.

Y en cuanto el disprecio filoso y perverso
de una cabortera trosó su ilusión,
careció de riendas y de nasarenas
pa domar la pena que lo basurió.

Serafín José García










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