Víctor Manuel Gaviria

A ustedes pensamientos…

A ustedes pensamientos, agradezco
que no me hayan traicionado,
y que se hayan escondido tan hondo
detrás de mi cara,
que yo haya estado con tanta gente
en las fiestas y en la reuniones de trabajo,
y ustedes hayan permanecido silenciosos,
sin hacer huir a nadie de mí,
y no hayan hecho ruido involuntario como
lo hacen algunos vasos o sillas que se caen
de extraña inquietud...
A ustedes, pensamientos, agradezco
haber esperado tanto tiempo en la última pieza honda
de mi vida,
sobre todo porque han hecho que algunos me amen
por escucharlos sin decirles nada,
por estar ahí como una compañía
que tanto necesitan las cosas,
por estar ahí en las largas noches
en que no éramos nadie, por favor, no éramos
nadie,
y el viento nos barría...

Víctor Manuel Gaviria



"Amo al actor natural, para mí es el narrador, desnuda la realidad."

Víctor Manuel Gaviria



Año nuevo

Como cualquier adulto, no recibió regalos
del niño Dios,
y atravesó los días de diciembre lejos de las vitrinas,
lejos del ruido,
concentrado en sí mismo como en cualquier otro mes
del año, julio o septiembre, bajo los dedos
de la brisa que no sabe de comienzos
ni finales,
hasta que la noche del treinta y uno,
bajo el sombrero antiguo y estrellado del cielo,
recibió el globo dorado de una idea que había buscado
inútilmente en los días pasados… Fue repentina
como un pestañeo,
como cuando se abren y se cierran los ojos por el estallido
de la pólvora que te dice: «aprovecha: cambia de vida!»…
Y al cruzar la frontera del año,
la idea se hizo
valiosa como un secreto,
como una luz lejana que proyecta sombras
de cosas que no vemos..!
He oído la noticia de que la carretera
hacia el pueblo de mi padre, Liborina, será
asfaltada en el próximo año:
fue para mí como si se me borraran de golpe
todas las letras y todas las palabras
que mi padre me dicta
a través del polvo blanco que levantan los autos
al pasar,
como si nunca más mi padre me volviera a escribir
sus cartas del pasado,
en las páginas que sólo yo entiendo,
en donde dan altas voces de alegría y secreto
las clavellinas y los pastos del verano,
en donde yo duermo y muero muchos días antes
de morir…

Víctor Manuel Gaviria


Debería escribir mis poemas para los que vienen

Debería escribir mis poemas para los que vienen
después, para que ellos vean mis huellas
inscritas en el humo de la neblina, si así
puede decirse del pensamiento que toca
la cabeza de una persona.
Pero mis poemas me dan sustos en el día, me
sobresaltan como dudas olvidadas que prometí pagar.
Me abordan en cualquier cruce como una manada
de fantasmas chiquillos,
con las caras sin hacer todavía.
Son una masa confusa de niños muertos,
sus ojos, sus matas de pelo,
sus bellas manos delicadas que tienden hacia mí
para llevarme y mostrarme algún lugar.
Sólo que ellos han crecido solos
y el aire ha descompuesto sus cuerpos.
Soy un padre indeciso,
un padre con hijos tenues como el humo,
como fantasmas de una sola mano pequeña
que quiere saludarme.
Levanto mi sombrero para responderles,
y mi cabeza se deslíe como una frase de tinta…

Víctor Manuel Gaviria



"El cine hay que hacerlo por búsqueda de identidad, por búsqueda de respuesta a muchas preguntas que tenemos, como historia del país."

Víctor Manuel Gaviria



HE OIDO LA NOTICIA de que la carretera
hacia el pueblo de mi padre, Liborina, será
asfaltada en el próximo año:
fue para mí como si se me borraran de golpe
todas las letras y todas las palabras
que mi padre me dicta
a través del polvo blanco que levantan los autos
al pasar,
como si nunca más mi padre me volviera a escribir
sus cartas del pasado,
en las páginas que sólo yo entiendo,
en donde dan altas voces de alegría y secreto
las clavellinas y los pastos del verano,
en donde yo duermo y muero muchos días antes
de morir…

Víctor Manuel Gaviria



Memoria de los muertos

Me enteré de que los muertos olvidan muy rápido a los vivos.
Una vez muertos, piensan muy poco en ellos, no gritan,
no se tiran al suelo desmayados por el dolor de la separación,
ni los enceguece la pena de no volverse a ver.
¡Qué poca falta les hacen los vivos! Se olvidan de ellos,
como si estuvieran enfermos de ingratitud
o no recordarán nada, o no les importara haber estado vivos,
como nos importa a nosotros,
que somos los novios de los días fugaces.
Sólo algunos de ellos, muy pocos,
se demoran en darse cuenta de que están muertos, y vuelven
a la casa, a la cama, a la ropa
inolvidable del cuerpo,
y siguen conversando con las mujeres vivas más hermosas:
qué espigadas están de pie, qué fuerza las impulsa hacia arriba,
ninguna belleza del agua o del aire
se parece a sus gestos de estar sentadas
con la barbilla en la mano abandonada.
Sin darse cuenta
espantan a los vivos, los rodean de fantasmas
que entran hasta el fondo del pensamiento.
Entre tanto los demás muertos no tienen nostalgias
ni embellecen sus años de vivos,
no sienten haber perdido nada valioso hasta las lágrimas,
viaje que alguien hace dormido
en un bus durante la noche.
Cuando un vivo piensa en ellos sin cesar,
por remordimiento o por amor,
ellos lo miran simplemente,
sin sentimiento ni intención,
y le hablan en sueños: pero cuando dicen “sí”
en el sueño se traduce como “no”, y cuando dicen “bailar”
se nos aparece como quietud, y todo es tan al revés
que nadie entiende nada, y entre los vivos y los muertos
hay una pared gruesa de tierra olorosa
que distorsiona todo: gritos de ayuda por gemidos de amor,
susurros por golpes de piedra.
Sólo el dolor de los vivos llama su atención,
dolor incierto que no enseña nada, dolor
que no abre ningún camino. ¡Que oscuro es para ellos
el mundo de los vivos, qué negros los paisajes!

Víctor Manuel Gaviria



Mitad de la vida

Como un hombre que ha hecho tantas cosas olvidadas,
y en el futuro otras tantas que no recordará,
inculto, sin lecturas,
que sólo tuvo en casa viejos libros en desorden
nunca leídos,
y su cabeza da vueltas en un oscuro remolino
bajo la tierra,
y nunca tuvo voces, cielo abierto,
ramas sobre ramas.
Como un hombre de rosados oídos de caracol.
Lejos del mar
que a mitad de su vida oye la orden,
la obsesión.

Soñamos escribir algunos libros
pero nunca lo hicimos.
En nada se rebajan.
Hemos cantado, silbado por lo bajo
canciones ordinarias
que significaban otra cosa desconocida.
La verdad, hemos callado hace tiempo,
no sé las razones.
Busco entre mis cosas un libro que no he tenido,
busco fotos que no he guardado,
colecciono hermosos papeles que se deshacen.

Víctor Manuel Gaviria


Otra infancia

Las calles como brazos de un magnífico prestidigitador
de hermosos dedos y mangas relucientes
El niño caminando el mapa de este barrio
con una atmósfera tan pura
como la del más remoto lugar
Extrañado y amigo
de otros niños y del seco
olor de prados que a nada compromete
Vuelvo a salir con mi hermano
una fiesta tranquila es todo esto
y en este aire florece el más tímido gesto
Salimos el alma misma a pasear
para mi hermano y yo ( reímos)
los arbustos de esta calle las palabras
que decimos y las horas son nuestro padre
Nuestro queridísimo padre es la hierba
y el bello muro
olvidado y todo esto

Víctor Manuel Gaviria


Parábola de los dos hermanos

Había una vez dos hermanos que negociaban
con ganado robado, vaya a saber sus razones.
Descontento de cuentas, el menor se peleó
con su hermano mayor,
y contrató unos hombres para que lo mataran.
Un niño, como siempre, fue testigo del crimen,
y los hombres fueron descubiertos.
El hermano menor huyó de su casa,
los asesinos de su hermano huyeron también, rastreando su pista,
hasta hallarlo en otra vereda cercana, tan mísera
y tan próspera como la anterior.
Pidieron plata por su silencio,
él les envió dinero en un sobre. La lengua
les picaba y les daba vuelta en la boca
por decir el hecho escandaloso,
entonces el hermano menor contrató a otros hombres
para que mataran a los primeros hombres.
Los asesinos fueron a su vez asesinados,
sorprendidos por los segundos hombres cuando menos
lo esperaban.
El hermano menor descansó aliviado,
pero los segundos asesinos eran todavía más pobres
y más despiadados,
y pidieron dinero por su doble silencio.
Entonces el hermano buscó entre la gente
a otros hombres peores,
habló de paso con ellos,
pero los segundos hombres desconfiaron a tiempo
y lo mataron frente a su casa,
la que era apenas su casa transitoria,
y fue hallado su cuerpo entre el rastrojo,
frío y tieso como un palo.
Los segundos hombres se dispersaron en el acto
y se disolvieron entre la gente.
Los terceros hombres son cualquiera, nosotros,
los justos,
todavía más pobres y más despiadados.

Víctor Manuel Gaviria


"Quería acceder a unas películas que no solo fueran comedias (…) con la aspiración de hacer un cine que fuera arte."

Víctor Manuel Gaviria



Solo

No espantas
las moscas en la mesa.
Pasas con cuidado las páginas
para no inquietarlas.

Víctor Manuel Gaviria








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