Andrea Camilleri

Citas de libros de Andrea Camilleri:



"Creo en el ejercicio cotidiano, como un pianista, aunque no tenga un concierto a la vista, se mantiene haciendo ejercicio. Es fundamental para mantener a punto el cerebro y la escritura."

Andrea Camilleri
El País, 1-2-2014


"Cuando vives rodeado de imbéciles, la vida no es muy agradable."

Andrea Calogero Camilleri


"El hecho de que Provenzano transmitiera sus órdenes revestidas de consejos que escribía a máquina en un pizzino al que después mandaba pasar de mano en mano hasta ser entregado, tras largos círculos viciosos, al destinatario, puede parecer una manera absolutamente primitiva de comunicarse.
Una manera acorde con el humilde personaje vestido de campesino que mostró la televisión en el momento de su detención, con la sencilla y rústica casa donde se había trasladado a vivir en los últimos años, con el tosco y áspero paisaje campestre que lo rodeaba.
Sin embargo, no podría cometerse mayor equivocación. El sistema ideado por Provenzano y que él, con modestia, declara sugerido directamente por la Divina Providencia, era sin duda el más seguro, al descartar por fuerza el correo ordinario, el teléfono fijo y el móvil, todos ellos susceptibles de ser intervenidos con facilidad.
Por lo demás, la carta manuscrita goza de ilustres precedentes: no por casualidad Gabriele D’Annunzio, para preservar el secreto de algunas de sus correspondencias amorosas, se servía de mensajeros privados que se desplazaban en tren de una ciudad a otra. ¿Y acaso el Tribunal de Cuentas italiano no mantiene en plantilla a un funcionario, llamado camminatore, caminador, cuya función es ser portador personal de documentos importantes o reservados?
Los demás medios llamados primitivos, como las palomas mensajeras y las señales de humo (¿por qué no?, si hubieran resultado útiles, Provenzano los habría adoptado sin vacilar) debían descartarse también, porque el primero presuponía la existencia de un nido estable (incompatible por tanto con los repentinos y necesarios traslados) y el segundo tenía el inconveniente de un exceso de visibilidad.
Además, y como ya hemos mencionado más arriba, aunque fuera complicado, el sistema de los pizzini presentaba una gran ventaja en comparación con el teléfono, en caso de que Provenzano hubiera cometido la ingenuidad de utilizarlo: reducía casi a cero la posibilidad de equivocaciones, de malentendidos, voluntarios o no. La cómoda y habitual frase «No entendí, me pareció que usted había dicho...» aquí no puede esgrimirse de ninguna manera. Lo escrito permanece, las palabras pronunciadas se las lleva el viento.
Recordemos que Provenzano, al comunicar a un tercero una opinión escrita enviada por un segundo interlocutor, copiaba y adjuntaba dicha opinión
Asimismo, en comparación con una conversación oral, el sistema de los pizzini suponía otra importante ventaja: no era posible una respuesta inmediata en caso de que uno no estuviera de acuerdo con el «consejo» recibido. El lapso de tiempo que transcurría entre la entrega del pizzino y la recepción por parte de Provenzano del eventual parecer discrepante acababa por debilitar los motivos de la discrepancia, por diluirlos, cuando no por frustrarlos por completo.
Más aún: precisamente la misteriosa distancia recorrida, el ignorado lugar de procedencia, la relativa impersonalidad de los caracteres de la máquina de escribir o la autoridad y el poder que rezumaba conferían al pizzino un aire de oráculo supremo al cual habría sido imposible replicar, rebatir, pues cualquier oposición habría asumido inevitablemente el aspecto de un cuasi sacrilegio."

Andrea Camilleri
Vosotros no sabéis


“El pueblo que se resigna está acabado.”

Andrea Camilleri


"Es un infeliz solitario que no hace daño a nadie."

Andrea Camilleri
Un filo de luz




“Esa calmada pero sobrehumana determinación de la que sólo algunas mujeres son capaces a veces.”

Andrea Camilleri



“Las tres cuartas partes de los que leen los periódicos, leen sólo los titulares, y esto es una hermosa costumbre italiana, dicen una cosa contraria de lo que dice el artículo.” 

Andrea Camilleri


“La oscuridad no se puede combatir.”


Andrea Camilleri




“Los pensamientos son los peores enemigos de la barriga.”

Andrea Camilleri


"¡Me ofendes! ¡Si tú me dices que no hable de una cosa, yo no se lo digo ni a Dios!"

Andrea Camilleri
La forma del agua




 “Montalbano ha vivido rodeado de imbéciles, y eso es muy duro.”

Andrea Camilleri



“No soy un jugador, sino un hombre curioso, y especialmente de las mujeres.”

Andrea Camilleri

"Para ser un puente le faltaban los pretiles, aunque tenía unas grandes redes metálicas de protección; pero su forma tampoco era la de un paso elevado porque lo habían hecho en arco, como un puente. Al fondo destacaba una colina en cuya cima se levantaban en imposible equilibrio los dados blancos de unas cuantas casuchas medio deslizadas hacia abajo. Sin duda se trataba de las viviendas de Brancato de Arriba, mientras que de las de Abajo aun no se veía ni siquiera un tejado. En cualquier caso, el pozo debía de estar por allí. Montalbano se detuvo a unos veinte metros de distancia del paso elevado, bajó y empezó a mirar alrededor. La carretera estaba desierta. Desde que girara en el cruce sólo había tropezado con el carretero. Después vio un campesino removiendo la tierra con una azada. Y nada más. En cuanto se ponía el sol y caía la oscuridad, en aquella carretera no debía de verse nada de nada. No había ningún tipo de alumbrado, ni casas desde las cuales pudiera llegar un poco de luz.
Entonces, ¿dónde se habían apostado los secuestradores para observar si aparecía el automóvil del ingeniero? Y sobre todo, ¿cómo se las habían arreglado para saber con toda certeza que era el coche de Peruzzo y no otro que, por puro milagro, acertara a pasar por allí?
Cerca del paso elevado, cuya utilidad no conseguía comprender no había ni matorrales ni muretes donde esconderse. Incluso en medio de la oscuridad de la noche, aquel lugar no ofrecía la menor posibilidad de esquivar la luz de los faros de un automóvil. ¿Entonces? Un perro ladró. Impulsado por la necesidad de contemplar un ser vivo, Montalbano lo buscó con la mirada. Y lo vio."

Andrea Camilleri
La paciencia de la araña


"Roma era una ciudad maravillosa que propiciaba los encuentros: la gente te ofrecía su amistad con facilidad y, a ser posible, también un trabajo. Aún no podía creerme que hubiera conseguido salir de Sicilia, aunque también seguía soñando con los arancini que preparaba divinamente la abuela Elvira o con la pasta al horno de mi madre.
Un día, por casualidad, conocí a Sandro d’Amico, redactor jefe de la gran Enciclopedia dello spettacolo, fundada y dirigida por su padre, Silvio. Como estaba al tanto de que yo sabía mucho de teatro francés de los siglos XIX y XX y era un atento estudioso del teatro italiano contemporáneo, me propuso entrar a trabajar en la redacción de la enciclopedia como especialista en esos temas. Allí conocí a Chicco Pavolini, redactor jefe de la sección de cine —en la que pronto me invitó a colaborar— y sobrino del político fascista Alessandro Pavolini, aunque tan distinto de su tío que acabó siendo para mí como un hermano, hasta el punto de que al cabo de unos meses decidimos irnos a vivir juntos.
Mi sueldo, sin embargo, era muy escaso, y tenía que complementarlo de algún modo. Acudió en mi ayuda otro amigo, Giovanni Calendoli, que por entonces dirigía la revista teatral Scenario. Yo firmaba como enviado especial a París y me encargaba, lógicamente, de las novedades teatrales francesas. En realidad, no me movía de Roma, me limitaba a leer las críticas teatrales de los periódicos del otro lado de los Alpes y de ahí sacaba el material para mis artículos. La colaboración en esa revista me permitía sobrevivir con bastante tranquilidad, pero Calendoli tenía otras ambiciones. Así, un tiempo después logró fundar una compañía teatral de buen nivel con sede estable en el Teatro Pirandello —más tarde Teatro Tordinona— y dedicada a representar únicamente novedades de autores italianos. Me ofreció inaugurar la temporada, de modo que empecé a ensayar una comedia de Raoul Maria de Angelis, autor a la sazón muy conocido, titulada Hemos hecho un viaje. La crítica romana —que por aquella época estaba formada por intelectuales como D’Amico y Contini, De Feo y Prosperi— hizo comentarios elogiosos sobre mi dirección, y así, en 1953, empezó mi carrera en el teatro. Estaba convencido de que aquél iba a ser mi camino, si bien algunas noches, casi a escondidas, incluso de mí mismo, me ponía de nuevo a escribir poemas, para luego olvidarlos a la mañana siguiente."

Andrea Camilleri
Háblame de ti




"Siempre, siempre, siempre… Comunista por la justicia social, que cada vez se aleja más en el horizonte."

Andrea Camilleri