Dovid Hofstein

Atardeceres de invierno

¡Atardeceres de invierno por los campos de Rusia! 
Dónde puede uno estar más solo, dónde puede uno estar más solo. 

Un viejo caballo, un chirriante trineo, 
 un nevado camino, y yo por el medio. 

Detrás, en un ángulo aún luminoso 
languidecen tristes los últimos rayos. 

Delante, extendida hacia la distancia, 
un desierto blanco y algunas pocas casas. 

Hundida en la nieve dormita allí una choza. 
casita judía que los senderos tocan. 

Una casa como todas, con ventanas más amplias; 
allí soy, entre los chicos, el mayor de la casa. 

Mi mundo es estrecho, y pequeño mi círculo: 
a vez por quincena, de casa al pueblito; 

y añorar en el mutismo de los campos inmensos 
sendas ocultas, caminos secretos. 

y cargar en el corazón recónditas penas 
de semillas que esperan y esperan la siembra. 

¡Atardeceres de invierno por los campos de Rusia! 
¿Dónde puede uno estar más solo, dónde puede uno estar más solo?

Dovid Hofstein


Noche

¡Amada! 
El mundo se olvidó ahora de nosotros 
tal como antes nosotros lo olvidamos. 
Sin consultarnos cayó la noche 
en la sensual y rumorosa calle. 
La puerta nocturna 
se hizo pálida y silenciosa 
sorda y mudamente clausurada. 
Sobre el rojo tejido 
de nuestro viejo sillón 
derramó ya su tinta la noche. 
¡Amada! Pon tu mano sobre mi cabeza, 
así. 
A cada roce de tus dedos 
sobre la ceniza del incendio de mi corazón 
pasa como una víbora 
un callado, nostálgico aleteo. 
¡Gracias, mujer; 
gracias, esposa 
por cada gota de rocío, 
por cada temblor de tu cuerpo siempre sediento…! 

Dovid Hofstein



Origen 

¡Nuestro origen son rocas! 
Rocas desgastadas en el molino del tiempo. 
Provenimos de rocas 
que ataron su destino 
a lejanías, 
a mares, 
a vientos… 

Provenimos de rocas 
que rompieron 
el congelado yugo del no-movimiento; 
avanzamos 
y sólo desolados bosques 
pueden detenernos. 

Somos los primeros 
al este al oeste, el sur y al norte, 
hermanos de las olas 
y las tempestades, 
unidos a las tormentas 
en los pliegues del viento. 

Dovid Hofstein



Orquesta 

¿Quién dice —¡qué me mire a los ojos!— 
que las multitudes sólo escuchan tambores? 
Quién lo dice: 
—¡Un tambor ventrudo y algunas trompetas 
bastan para acompañar a las masas! 
Quién dice: 
—¡Para las masas alcanza con fanfarrias! 

¡Lo dicen los antiguos amos! 

Nosotros decimos: 
—¡Queremos, hemos de conseguir, 
una vida caudalosa para cada uno! 
Decimos 
que luchadores—obreros y constructores 
poseen un oído sensible y delicado.

¡Nada de "pan y circo 
para esclavos״
sino todo lo que creó la humanidad 
para nosotros y para ellos, 
hombres de la nueva siembra, 
hombres libres con plenos derechos! 

¡Y no sólo pan 
ni redoble de tambores, 
y no sólo rabia y amargas maldiciones 
a las cadenas de ayer! 

Una mano poderosa 
guía la construcción de nuestra patria 
y una savia sensible y delicada 
nutre su flexible fuerza. 

Y dulces flautas y violines 
acompañan la construcción, 
recuerdan penas y pérdidas; 
sonidos de cornos se estiran a lo lejos 
y anuncios consoladores 
de alegrías venideras 
en tiempos cercanos, 
en orgullosos días y noches: 
¡también necesitamos de vosotros, 
violines y flautas! 
¡Vosotros, flautas y violines 
acompañáis la construcción, 
las penas y alegrías 
de nuestro mundo!

Dovid Hofstein








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