Eliezer Shteinbarg

El gato y el salchichón 

E1 gato andaba acongojado: 
—¡Miau, miau, miau; la patrona se olvidó de mí 
y la mucama me pegó! 
¡Estoy hambriento y quiero comer! 
¿A quién quejarme? ¿Ante quién llorar? 
Miau, ¡me muero de hambre y sed! 

Entonces el salchichón, entrado en carnes, 
comienza a predicarle moral al gato; 
(ya que no va en su ayuda, 
se siente obligado a brindarle una palabra al menos): 
—¡Qué feo ver llorar a un gato! 
Decididamente no queda bien. 
¿Hambriento? ¿Y qué? 
Y si alguna vez uno no se llena el buche, ¿es tan terrible? 
Hasta diría que es mejor no comer. 
¡Quién tiene hambre no se olvida de Dios! 
¿Dónde está el arrepentimiento si no se ayuna? 
¿Acaso tiene sentido llenarse de carne el vientre? 
Agua, sal y una piedrita por almohada. 

—Miau —dice el gato— tu discurso entero 
no reemplaza a la comida. 
Todo lo que dijiste ya se me olvidó. 
Yo sólo recuerdo lo que pongo en mi barriga. 
soy nada más que un gato. 

Quiere escapar el salchichón 
Pero con dientes y uñas el gato lo atrapa 
y lo devora junto con su sermón. 
Una vez tragado y repleto el vientre 
con el salchichón y su lección, 
Se va el gato a visitar a los ratones, 
a impartirles clases de moral.

Eliezer Shteinbarg


La lanza y la aguja

Un tal Rubén o Simón u otro Fulano,
vuelve de la guerra con su lanza y su fusil,
y le da por apoyarlos en una cómoda
donde alguien ha pinchado una diminuta aguja.
_ ¡Vaya aguja, qué coloso!
(piensa la pequeña, cuando advierte la lanza).
_ Ha de coser vestidos de hierro o de hojalata,
y rápido, con puntadas descomunales.
Para algún Gog-Magog será, o para un gigante de alcurnia...
La lanza, por su parte, examina la aguja
y piensa: ¡Qué lancita, apenas un enano chiquitín!
¡Asombra que la gente no venga en tropel
a admirar al minúsculo personaje!
¡Tan ridículo! ¿Cómo no hacerle una broma?...
_ Dime, hermanito, ¿es cierto lo que comentan por ahí,
que cuando te enojas, te enciendes como una llama
y puedes atravesar siete moscas a un tiempo?
_ ¡Mientes! ( grita la aguja. ) ¡Todo una vil mentira!
¡Lo juro por la funda de la Sagrada Torá!
Es lienzo lo que pincho, lienzo, un tipo de tela ...
_ ¡Ja Ja! –dispara el fusil su carcajada.
_ ¡Ja Ja Ja! ¡Dice que sólo lienzo pincha él!
_ ¿Y qué quiere? (pregunta la aguja). ¿Que vaya a clavarme en la hojalata?
_ ¡Aj Aj,
si fuera tan grande como usted! ...
_ ¡Por Dios! ¡No aguanto más!
¡Ya exploto! ¡Ya disparo! (da el fusil grandes gritos).
Y la aguja: -¡Perdone! (le dice). ¡No he querido ofenderlo!
Pero si no es en lienzo, ni en lata,
¿en qué se dan las puntadas?
_ Las puntadas se dan en seres humanos,
en la gente, ¿comprendes? – responde la lanza.
Ya aquí la aguja ha entrado a reír,
¡Y de qué manera! ¡Todavía estará riendo!:
¡Ji ji ji! ¡Jo jo jo! ¡Ja ja ja! Y le contesta:
_ Cuando doy en la tela puntada tras puntada
me sale una camisa, una chaqueta, ¡algo!
Pero de una persona, aun pinchándola el día entero,
¡¿qué se podría hacer?!

Eliézer Shteinbarg
Traducción: Moshé Korin













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