Itziar Ziga

“Aclaro, one more time, que cuando hablo de radicalidad me refiero a su sentido etimológico, no televisivo, radical significa que busca la raíz de las cosas.”

Itziar Ziga



“Autodenominarse transfeminista no puede servir de excusa para borrar todas las maravillosas genealogías de feminismos radicales que nos nutren, porque entonces el transfeminismo, queridas, será neomachista. Y le estaremos haciendo el trabajo al patriarcado, desarrollando propaganda antifeminista y dividiéndonos entre nosotras.”

Itziar Ziga



"Durante décadas, las únicas que hablaban de violencia machista éramos las feministas, esas locas. Y eso que la primera causa de muerte a nivel mundial en las mujeres de entre 14 y 44 años es el feminicio. Brutal, me sigue estremeciendo cada vez que lo digo. Pero, en los últimos años, hemos logrado que la sociedad se mire al fin en el espejo de su espejo feminicida y se espante."

Itziar Ziga



“Entiendo el género como una violencia, como la violencia primigenia. Segregarnos como mujeres u hombres es imprescindible para articular todas las demás violencias que nos irán socializando después a lo largo de nuestra existencia. Sin la división patriarcal del trabajo no existiría el capitalismo, y habría que ver a qué Estado le salen las cuentas si el cuidado de las vidas humanas no fuera desarrollado gratis por las mujeres. Sin el determinismo de género no sería posible la heteronomatividad, ni la homofobia, y todas las que aparecemos en este libro dedicaríamos nuestro tiempo libre a otras cosas.”

Itziar Ziga


“Entremos en harina. ¿Cómo hostias detectamos y combatimos la violencia machista si no podemos hablar de mujeres?, ¿acaso no es precisamente el hecho de ser identificada socialmente como mujer en el seno de una sociedad androcéntrica que legitima la violencia machista lo que te pone en riesgo de ser asaltada por tu padre, tu novio, tu jefe, o cualquier desconocido?, ¿al agresor le va a disuadir de atacarte el hecho de que tú no te nombres en femenino?”

Itziar Ziga




“Escribir, y más en primera persona, es un ejercicio de striptease íntimo a veces autocomplaciente y a menudo torturador.”

Itziar Ziga




"He ido comprendiendo mi propia vida, la de mi madre, también la de mi padre, a través del conocimiento que busqué en el feminismo y en otras revoluciones como el anarquismo, la ecología o el anti-imperialismo. Venimos de muchísima tiranía contra el pueblo, también de toneladas de sufrimiento y maltrato. Y, por supuesto, siempre que hay injusticias, hay gente que resiste y que lucha contra ellas. Pero a mí me parece significativo que mi amatxo naciera el año de la victoria de Franco, es decir, sus primeros treinta y seis años los vivió en una asfixiante dictadura ultracatólica y cruel. Y la primera vez que verbalizó con nosotras su deseo de librarse de mi violento padre, ni siquiera existía el divorcio. Mi padre también sufrió aquel autoritarismo, treinta y seis años de dictadura son muchísimos años: reproducimos la violencia que aprendimos. En poco tiempo a nivel histórico, hemos logrado algo titánico: que la sociedad se mire en el espejo de su violencia y se espante. Maltratar a las mujeres, a los maricones, a las raritas, diferentes, pobres, al señalado como enemigo, a las niñas y a los niños, a las animalas, a los ríos, a los bosques,... Hace poco, volvía del dentista con mi hermana en taxi. El taxista era un hombre mayor y amable, nos contó por qué le seguía dando miedo el dentista. La primera vez que lo llevaron siendo un crío, gimió de dolor cuando le estaban trasteando la boca, entonces no se utilizaba anestesia. Y el dentista le dijo: cómo vuelvas a quejarte te meto un sopapo.  Ni siquiera espero, le calzó una hostia en toda la cara. Toma anestesia. De ahí venimos. Mi amona solía decir: mi padre manda en mi madre, mi madre manda en mí, yo mando en mis hermanos, todos mandamos aquí."

Itziar Ziga


“Monto en cólera cuando escucho que no debemos seguir hablando de mujeres. Claro, a partir de ahora somos globos de helio suspendidos en el limbo social. No somos ni mujeres ni hombres. Ni blancas ni negras ni gitanas ni moras. Ni vascas ni palestinas ni somalíes ni alemanas. Ni ricos ni parados, ni bolleras ni maricas ni putas ni heteros. Ni gordas ni flacas ni sordas ni downs ni seropositivas ni cojas… Quienes andan siempre con esta monserga y parece molestarles más el binarismo que la opresión, que vayan a decirle a una mujer negra que, en realidad, no es ni mujer ni negra. Y que no se preocupe, que grite bien alto: «¡El género y la raza son construcciones sociales!». Y así el machismo y el racismo que han cruzado violentamente su vida desaparecerán para siempre como por arte de magia. Chica, ¡no ves qué fácil era! Venga, va, atreveros a decirlo: «¡Todxs somos personas!». Al final, las posturas que malentienden lo queer se asemejan peligrosamente al liberalismo.”

Itziar Ziga


"No narrarme desde el victimismo no me ha costado porque yo no me vivo como víctima, lo que no quiere decir que no haya sido víctima de violencia machista varias veces en mi vida. ¡Cuánto no en una sola frase delante de la palabra-losa víctima! Víctima te hace el macho que te agrede, pero sobre todo la sociedad patriarcal que quiere mantenerte ahí, cuando lo cuentas o cuando se sabe, como a una libélula clavada con los alfileres del estigma. Para decirte que estás malograda te tratan como si estuvieras malograda, de tantas dolorosísimas y sistémicas maneras. Es espantoso el estigma maltratada, tan degradante. Ni os imagináis cuánta gente lo ha utilizado ante cualquier conflicto de cualquier índole contra mí, gente feminista y a la que quiero inclusive. “Claro, con lo que viviste de pequeña…” “Ves maltrato por todas partes.” “Vuelve a terapia.” Yo también he victimizado a otras sin darme cuenta, qué conste. Los estigmas son oportunistas, arrojadizos e infames: ¡no somos muñecas rotas! Por eso es tan liberador este momento largamente luchado en que las mujeres y otras parias de género nos hemos alzado juntas para mostrar nuestras heridas patriarcales, que son las heridas del mundo. Como dice Eleonor Antillón, una de las mujeres abusadas por el prohombre, Nobel de la Paz, expresidente de Costa Rica y ensimismado acosador Oscar Arias: es bueno que la gente ya dude, pero no del incorrecto. Para mí haber publicado mi historia de violencia es una victoria. He tardado mucho en escribirlo, tres años. Me costaba, me costaba, y no entendía porqué: yo adoro escribir. Y un día me di cuenta de que tenía que darme permiso en cada párrafo. Eso sí, lo que no me ha costado nada ha sido incluir la risa de mi madre, era tan omnipresente como la amenaza de mi padre. A veces él nos miraba y decía: ¿creéis que no me doy cuenta de que estáis todo el día descojonándoos de mí?"

Itziar Ziga

"Ningún hombre nace con voluntad de maltratar a las mujeres, ni siquiera nace hombre. Como diría Simone de Beauvoir, no se nace macho, se llega a serlo. Mi madre no solo fue una mujer maltratada, y mi padre no solo fue un maltratador. Yo ya no estoy cabreada con mi aita, por eso también quería retratarlo, rescatarlo. A mí me duelen los machos, no solo porque dañan, también porque sufren. Hace poco leí que, las niñas que crecimos en un hogar patriarcalmente violento tenemos tres veces más posibilidades de llegar a ser mujeres maltratadas; y los niños, tres veces más posibilidades de ser maltratadores. Es terrible, tenemos la responsabilidad revolucionaria de ayudar a esas criaturas a construir una vida libre de violencia machista."

Itziar Ziga



"No encarnamos una feminidad dulce y autocomplaciente, ni mucho menos. No reivindicamos la feminidad de las chicas buenas, somos perras malas. La nuestra es una feminidad extrema, radical, subversiva, espectacular, insurgente, explosiva, paródica, sucia, nunca impecable. Feminista, política, precaria, combativa, incómoda, cabreada, despeinada, de rímel corrido, bastarda, okupa, desfasada, perdida, prestada, robada, excesiva, exaltada. Borde, canalla, borracha, viciosa, barriobajera…"

Itziar Ziga


“Por ello, prefiero formular el transfeminismo como una actualización más, aquí y ahora, de la radicalidad del feminismo. Una actualización efervescente, bulliciosa, prometedora, ilusionante, que está sucediendo y, por tanto, podemos presenciar y vivir. Y que ha atraído en los últimos años a multitud de criaturas de todo pelaje, bárbaras, listísimas, entusiastas que se identifican como feministas pegando una patada en los huevos al estigma. Porque si con diecinueve años ya has leído Teoría King Kong, tu vida será diferente.”

Itziar Ziga


“Porque el único problema real que para mí tiene la feminidad y la masculinidad es que se nos imponen. Que se erigen como un objetivo que tratará de boicotear de por vida el fluir de nuestras mutaciones continuas, de nuestra identidad en permanente reconstrucción.”

Itziar Ziga


"Quiero que entendamos radicalmente que las violencias que atraviesan nuestros vínculos, son aprendidas, y podemos desaprenderlas. Que nadie nace no queriéndose: nos inculcan el autodesprecio desde fuera y con ventaja. Que a las identificadas como mujeres, nos jartan de mística romántica desde txikitas para que traguemos con el patriarcado, y que no somos débiles ni bobas ni masocas emocionales: ninguna mujer busca ser maltratada pero todo está montado para que le cueste horrores, incluso la vida, dejar de serlo. Que tenemos un plan y una genealogía feminista grandiosa, y nunca paramos. ¡Vamos a desenseñar a desaprender como se deshacen las cosas!"

Itziar Ziga


“Si el transfeminismo –queer o pensamiento no-binario– une de una forma específica pilares fundamentales para el feminismo, como deseo, género, sexo, sexualidad, identidad o sujeto político, es seguro que tiene muchas herramientas que ofrecer para comprender y gestionar la cuestión de la violencia sexista. Lo que a nosotras nos gusta llamar un pequeño giro paradigmático que justifica que hablemos de TransFeminismo.”

Itziar Ziga




"Siempre he sido muy devota de nuestras genealogías más radicales. Desde que tengo conciencia colectiva y propia, para mí indistinguibles, me he sentido provenir de una estirpe guerrera, bastarda y dispersa que se han esforzado mucho en ocultarme. Siempre me he sabido superpoblada por dentro por multitudes que lucharon antes que yo y a quienes debemos toda la libertad y la plenitud que logramos arrancarle a la vida. Porque no nos han regalado nada, al revés, nunca paran de intentar usurpárnoslo todo, incluso la memoria. Este es un libro de gestas para negar esa historia única del feminismo en la que las mujeres más oprimidas siempre tenemos un papel secundario, pasivo, como si fuéramos a remolque de las más privilegiadas. Por ejemplo, llevo toda la vida escuchando que el feminismo nació con la Ilustración, pero las feministas negras han indagado su propia genealogía que arranca en el contexto esclavista, nada ilustrado. Y entonces descubres a una aguerrida mujer negra que aceleró con su coraje de esclava liberta la causa de las mujeres a mediados del siglo XIX en Estados Unidos y que se hacía llamar Sojourner Truth."

Itziar Ziga


“Una de las propiedades más esenciales que hace que las mujeres seamos verdaderamente mujeres, no son los genitales, es que estemos condenadas a vivir con miedo. Somos esos cuerpos obligados a temer, expropiados de cualquier habilidad corporal que nos refuerce. Nacemos condenadas a temer a los hombres, a la noche, a la calle, a la casa, al padre, al marido, al estado... Del mismo modo, debe aceptarse su correlato desde los parámetros del patriarcado: no hay nada que haga más hombre que la capacidad de poder ejercer violencia.
No debemos olvidar que el actual sistema estado-nación y su violencia heteropatriarcal tiene un objetivo –que cumple con creces–: mantener un orden de poder con cuerpos identificables como varones y mujeres, que producen la sociedad de una forma determinada y que se segregan en los espacios (público-privado) de un modo específico. De eso, justamente, se encarga la violencia sexista. Y el actual estado y el actual sistema neoliberal se sustentan en esta gestión coercitiva de los cuerpos. ¿Quién puede creer que les interese solucionar el problema?”

Itziar Ziga








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