Ana Francisca Abarca de Bolea

Albada de nacimiento

Media noche era por filos,
las doce daba el reloch,
quando ha nagido en Belén
un mozardet como un sol.

Nació de una hermosa Niña,
virgen adú que parió,
y diz que dexó lo cielo
por este mundo traidor.

Buena gana na tenido
pues no len agradejón
aquellas por qui lo fizo
y bien craro lo beyó

En fin, nació en un pesebre,
como Llucas lo dizió,
no se enulle si le dizen
que en as pallas lo trobón.

Dízenlo Pasqual y Bato,
Bras y Chil y Mingarrón
y lo mayoral Turibio
que ellos primero lo vión.

Llevaronle os pastores
de crabito y naterón
dos mil milenta d'aquellas
de que o Niño se folgó.

Entre un buey y entre una azembla
con muyto goyo nació;
aunque de ver tal socesso
diz que Ababuc se espantó.

O santo viello Chusepe
contento estaba, por Dios,
adú que antes estió triste,
porque no trobó mesón.

Listos andan os ancheles,
del cielo al suelo bajón
cantando: «Gloria en os cielos
y paz en la tierra a toz».

Toz la claman buena noche,
diralo la colación
y lo tizón de Nadal
que ye nombrado tizón.

Diranlo los villancicos
y diranlo los cantors,
direlo yo que m'enfuelgo
de repiquetiar a voz.

A su madre y a Chusepe,
pus lo merecen os dos,
darezle a norabuena
deste fillo que tenión.

Todos el pie le besemos,
que es nuestro Dios y Señor,
pidiendo faga pesebre
del cristiano corazón.

Ana Francisca Abarca de Bolea Mur y Castro



Recorro el parloteo de las hojas

Recorro el parloteo de las hojas,
pestañeante lluvia en flor de harina
que me abre en perspectiva repentina
la morada real en que te alojas.

Me invitas, y me siento entre las rojas
paredes de tu estancia masculina
donde en el ajedrez de tu retina
se juega el batallar de mis congojas.

Se juega, y no descansa de azotarme
la certidumbre de saberte herido,
ya muerto en el ayer de mi mañana.

Caballero en tu alfil, vienes a darme
la vuelta al manuscrito del olvido
porque es ya despertar, hora temprana.

Ana Francisca Abarca de Bolea


Romance a una fuente

Fuente que en círculo breve
presumes de gran caudal,
si tus principios observas
no te precipitarás.

Considera que,mendiga
en diverso mineral,con anhelos de granDiosa
te nos quieres ostentar.

Rica de bienes ajenos
todos nos dicen que estás,
que usurpas cual poderoso
a los pobres el caudal.

De ambiciosa te calumnian,
mas tú te puedes quejar,
pues a veces no te agradecemos
el gran gusto que nos das

Recién nacida se ofrece
a clausura tu humildad;
no son acciones de niña,
aunque sean en agraz.

Parecímonos los dos;
mas en proseguir está
la fineza,fuente amiga;
no des pasos hacia atrás.

Dicen que envidias te quieren
de esta huerta desterrar,
que hasta en raudales ofende
lo claro de la verdad.

Ana Francisca Abarca de Bolea


Soneto a la muerte del Príncipe Baltasar

Lapidario sagaz, duro diamante
labra, resiste firme al golpe fiero,
tíñelo en sangre y pierde aquel primero
rigor a la labor menos constante.
Contra Carlos el mal no era bastante,
que queda al golpe cual diamante entero,
tíñelo en sangre amor, y el mal severo,
sujeta con amor aun hijo amante.
El mal lo agrava y el amor lo aflige,
aquél pide remedio, éste no tiene,
y quien conoce aquél a éste no alcanza.
No rige el mal, que amor de madre rige,
y Carlos por amor a perder viene
la vida en flor, y España la esperanza.

Ana Francisca Abarca de Bolea


Soneto fúnebre

Canten tu amor,¡oh Príncipe glorioso!
en los remotos términos de España,
pues tu cariño y tu fineza extraña
te previenen aplausos de dichoso.

Timbre será que te haga más famoso,
porque el materno amor,que te acompaña,
tu mismo ser ilustra en tanta hazaña
como es morir de amor tan cariñoso.

Tu muerte fue de amar,como se ha visto.
Tanto puede en tu pecho una memoria.
Que aún no te libra del amor previsto.

¡Oh Príncipe leal!,tu fe notoria
prémiela de su mano el mismo Cristo
dándote la corona de su Gloria.

Ana Francisca Abarca de Bolea













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