Mauricio Rosencof

“Cuando uno cuenta los naufragios es porque no se ahogó.”

Mauricio Rosencof


“El silencio
era un pozo.
Ningún ruido lejano
aleteaba ese día
sin cigarros
                    ni luz.
Día de muertos.
Unas gotas
cascotearon
el techo frío;
el tiempo
su tiempo,
afuera,
              aún latía.”

Mauricio Rosencof


“El silencio es el verdadero crimen de lesa humanidad.”

Mauricio Rosencof


"Empezamos a pensar que estábamos muertos, que nuestras celdas no eran celdas sino más bien tumbas, que el mundo exterior no existía y que el sol era sólo un mito... olvidé los colores: los colores no existían."

Mauricio Rosencof
Tomada del libro La doctrina del shock de Naomi Klein, página 144


“En el silencio mandan los ruidos.”

Mauricio Rosencof


“Había veces que nos llevaban al baño una vez por día y se nos trastocaban los órganos; en el cerebro teníamos la vejiga. Entonces, cada cual a su manera, empezamos a construir sueños, fantasías, ilusiones. Y de pronto se abrían algunas ventanitas insólitas: yo vivía a puro verso.” 

Mauricio Rosencof



“He
vuelto
a conversar
con la
alpargata.
No debo
hacerlo
más.
Evitaré
en lo
sucesivo
su mirada.”

Mauricio Rosencof



“... la fantasía, ¿sabes?, es la única cualidad humana que no está sujeta a las miserias de la realidad.”

Mauricio Rosencof



La margarita

La vi una mañana cuando iba al almacén;
la calle estaba llena de verano.
Llevaba un vestidito tan liviano
que el corazón se me fue para la sien.

Me sentí en el aire, sin sostén,
y un sudor tibio humedeció mi mano
cuando se fue con su pasito tan ufano
coqueteando la pollera en un vaivén.

Fue como si me hubiera dado cita;
desde entonces, a esa hora, la esperé.
Ella sin hablarme comprendió mis cuitas

y a veces me miraba con un no sé qué.
me enteré que se llamaba Margarita
y sin deshojarla supe que la amé. 

Mauricio Rosencof


“La única respuesta que encontramos fue resistir.”

Mauricio Rosencof



"Mientras estábamos encerrados, nos enteramos un día que un compañero tenía un tumor y que dos estaban enloqueciendo. Fue entonces que con el Ñato (Fernández Huidobro) nos prometimos que si alguno salía con vida, iba a dar testimonio de todo. Recuerdo que grabamos sobre un casete de Los Olimareños porque ni para eso teníamos. Y, como todo lo habíamos vivido juntos, uno toma cualquier página del libro y da lo mismo si estoy hablando yo o el Ñato. Es un único relato, que no es ni agresivo ni ofensivo."

Mauricio Rosencof



“Nunca más
taladra
el graznido
nunca más
ventana
cielo
rocío.
Nunca más
maúlla
la alpargata
estéril
eco
y quejido
nunca más.”

Mauricio Rosencof



“Que el músculo del corazón lance a los labios, como siempre, para siempre, ese dibujito de la sonrisa.”

Mauricio Rosencof



"Recuerdo la primera visita que nos dan. Habían pasado unos meses, ya íbamos para esqueleto y estábamos sucios. Pero los militares querían mandar un mensaje para afuera. Entonces un día me sacan esposado y me ponen una bolsa que no me dejaba respirar... Me sientan, y empiezan a levantar la capucha como si fuese un telón, lento. Me golpea la luz y veo a mi viejo, a mi hija y a su madre mirándome, azorados. Entonces ella empieza a contarme que Alejandra, mi hija, había ido al oculista. Mientras tanto, Alejandra tenía las manos atrás, escondiendo los lentes nuevos. En un momento los saca, se los pone y esa niña de nueve años me dice: 'Ay papá, qué horrible. Estos lentes me hacen llorar la vista'. Cuando salí, ya era otra hija."

Mauricio Rosencof


“Reírse un poquito del dolor hace al dolor un poco más pequeño.”

Mauricio Rosencof


Te acordás

¿Te acordás, Ñata,
del Parque Rodó?
La noche rondando
       los faroles
                silenciosa,
y en un banco
                acurrucados
                 vos y yo
¡Se esfumaron
tantas cosas, Ñata!
Y eso... Eso no.

Mauricio Rosencof



“Te silbo
bajito
pensamiento
triste,
tango.
Que no
te vayan
a escuchar.”

Mauricio Rosencof



"Una noche, ya en libertad, me levanté con ganas de ir al baño. Serían las dos, tres de la mañana. Y me quedé ahí, quieto, frente a la puerta. Durante 12 años no había abierto una puerta y estaba esperando una señal de autorización... Hace un rato nos preguntábamos cómo llamar esto que hemos vivido. Lo resumiría con una anécdota. Cuando salgo en libertad, un grupo de amigos me organiza una recepción. Entre ellos estaba Atahualpa del Cioppo, un director teatral brillante. Del Cioppo iba a todos los estrenos y siempre se quedaba para saludar. Independientemente si le gustaba o no la obra, te daba unos golpecitos y te decía: "Ha sido una experiencia muy interesante". Ese día, en el encuentro, entra Atahualpa, nos damos un abrazo y aquel montón de huesitos empezó a temblequear. Tenía una emoción muy grande el viejo. Entonces yo retiro los brazos, lo tomo de los hombros, lo alejo un poquito, lo miro y le digo: 'Don Atahualpa hemos vivido una experiencia muy interesante."

Mauricio Rosencof


Y si este fuera
mi último poema,
insumiso y triste,
raído pero entero,
tan solo una palabra escribiría:
Compañero.

Mauricio Rosencof













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