Abu Tammam

Ḥamāsiyyah 577

Los dos pregoneros de la separación han anunciado:
“Deja que él, que lloraría por la partida de su tribu, vuelva a mí.
Ojalá mañana fuera otro día y el tiempo que quedase, una noche interminable
aherrojando a la humanidad entera.
Deja que los jóvenes atrevidos lloren porque, en efecto, imagino que mañana
es el día señalado para nuestra partida”.

Abu Tammam


Ḥamāsiyyah 607

Si oyen un cargo contra mí, lo escuchan con agrado;
cuando alguien me lisonjea, entierran sus halagos al instante.
Sordos cuando me escuchan decir algo bueno,
cuando hablan mal de mí, son todo oídos.
Temerarios por ello, se acobardan en mi presencia.
¡Qué abyectos atributos la temeridad y la cobardía!

Abu Tammam



Muhammad ibn Humayd

Y no murió sino cuando hubo fallecido
el filo de su espada, harto de mandobles,
y se melló en ella la lanza morena.
Fue llano su paso por la muerte súbita,
y le devolvió el celo amargo y el carácter áspero.
En la ciénaga de la muerte asentó su pie,
y le dijo: Bajo tu planta está la resurrección.
Bien de mañana madrugó, siendo
la alabanza la urdimbre de su túnica,
y no se fue sino cuando tuvo su soldada: el sudario.
Y ahora parecen los Banu Nabahan,
el día en que fue alcanzado, estrellas,
entre las que se haya desplomado la Luna llena.
Se lamentan por un difunto
por el que aúlla también la misma grandeza,
y lo lloran la bravura, la magnanimidad y la poesía.

Abū Tammām


Oh, victoria de victorias

¡Oh, victoria de victorias!, tan grandiosa
que no pueden contenerla los versos de un poema
ni de un discurso la prosa.
Victoria por la que se abrieron las puertas del cielo, una tras otra
y por la que la tierra estrenó nuevas galas.
¡Oh, día de Amorium!, colmaste nuestras esperanzas
con una respuesta
más dulce que la leche melosa.

Abu Tammam










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