Arthur Achleitner

"El lago estaba cubierto de una humedad opresiva que se abatía sobre la ciudad vieja de Bregenz en aquella hora temprana del mes de junio. Puede ser que fuera a eso de las nueve de la mañana. Ellos parecían agotados, sus ojos estaban enrojecidos, cansados de la vigilancia del turno de noche para evitar el contrabando con la frontera suiza. El superintendente Anton Lergetbohrer, delgado y de pelo negro, llevaba su equipo en la mano y confirmó que la noche había transcurrido pacífica, sin noticias del lago de Constanza o de otros lugares. Los cuatro guardias llevaban las pistolas sobre el cinturón. Muchos peatones los miraron con desdén. No eran populares por su carácter publicano y solía llamárseles sardónicamente-los financieros de las fronteras-Lergetbohrer, justo antes de entrar en la ciudad de Bregenz, amonestaba a los comandantes por su excesiva ingenuidad. El azabache de la noche sobrevendría de nuevo como un doloroso letargo."

Arthur Achleitner
La red financiera


"El sol sonrió cálidamente a la superficie marrón gris de la zona de Rieder, sobre el lago de plata brillante y la amplia corona de blancas montañas que suspiraban hacia el cielo en el sur de la tierra de Moor. El largo y duro invierno fenecía y las pequeñas Weitsee y Kleinsee desde hace semanas estaban exentas de sus últimos copos, fundidos bajo los radiantes rayos del sol de primavera. El lago estaba libre de hielo, el tráfico de embarcaciones y por tanto el pueblo redimido de lacustres reclusiones. El asalto de los arroyos a las montañas a través de las aguas trémulas había derivado en la fusión de la nieve, pero ahora, poco a poco, el gran lago se levantaba desde el invierno aislado hacia el mundo exterior que traía la redención de la paciente primavera. La vida se hallaba de nuevo en pleno apogeo."

Arthur Achleitner
El castillo en el pantano

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