Arturo Aldunate

"Cuando la vocación de escritor empuja desde adentro; cuando se experimenta la perentoria e ineludible necesidad de expresarse a través de la palabra escrita, porque a través de ella descubrimos nuestros propios pensamientos; cuando al escribir vamos observando, muchas veces con sorpresa, lo que el paso de los días y los años ha acumulado en el desván de nuestra conciencia; cuando comprobamos que nuestras ideas, en pugna o azoradas, se ordenan y clarifican al influjo mágico de las palabras escritas, esta extraña inclinación se convierte casi en una obsesión que nos persigue y no nos deja.
"Ahora si, además, también por natural curiosidad, andamos atisbando cómo es el mundo, cómo son las cosas que nos rodean, qué secreto encierra la estrella y la vida y cuál es el ritmo de crecimiento de la flor o el sistema que somete al electrón a su trayectoria, terminamos viviendo en un perpetuo y mantenido afán, en una dolorosa insatisfacción que, sin embargo, le da sabor y aliciente a la vida.
"Y es más; esta inquietud, este gozoso desasosiego, se complica y se estimula si, también por ingénita inclinación, nos seduce el diálogo, nos atrae el contarle a los demás los resultados de nuestras búsquedas y aventuras.
"Pero este anhelo de comunicación tiene su secreta tragedia: las palabras, las frases, v, por ende, las líneas apretadas de letras de imprenta, no llegan todo lo lejos que uno quisiera, ni tienen la capacidad expresiva que buscamos. El verbo constriñe el pensamiento, el lenguaje limita y corta sus alas, las letras lo amarran y deforman. Entonces la inquietud busca otros cauces, desafortunadamente siempre sujetos a la misma estrechez: las charlas, las conferencias, la docencia, que resulta ser la más generosa.
"Ahora, si analizamos toda esta serie de impulsos y anhelos vemos que ellos surgen de un deseo de realizarnos. Alguien dijo, y lo dijo bien: somos el resultado del eco de nuestra propia vida y en la personalidad de los demás. Si el eco no responde, si los demás resultan sordos a nuestros mensajes es como si estuviéramos apagados, muertos, inexistentes, es como si fuéramos una piedra en una isla solitaria o en el fondo de una laguna.
"Mi actitud de escritor, pues, es el resultado de una serie de impulsos alimentados, fundamentalmente, por un íntimo deseo de conocer a través de iris sentidos y de mi inteligencia o de receptores cuyas calidades desconozco, qué es el devenir, qué es la vida; está constituida por un íntimo anhelo de escuchar, por un secreto placer de mirar, de conocer cómo la naturaleza palpita, cómo el tiempo transcurre y, finalmente, alimentada también por la necesidad de traspasar mi experiencia a los otros, de mostrarles mi asombro frente a lo que voy descubriendo, mi expectación frente a lo, para mí, hasta ayer desconocido.
"Es en esta actitud de inquieta búsqueda, en esta tarea de crear una expresión comunicativa, que vienen desde lo más hondo de mi ser, que he sido sorprendido por este Premio Atenea que posee todos los atributos de un magnífico presente y que vigoriza mi entusiasmo y alegra mi espíritu. Sí, alegría y entusiasmo; porque yo escribo con pasión, con gozoso arrobamiento y, por consiguiente, es legítimo que sienta un hondo reconocimiento por esta distinción de tan alta talla.
"Comprendo que esta noticia de mi entusiasmo y alegría para escribir debe parecer extraña a muchos, dado el género difícil y los intrincados caminos que he elegido para mi labor literaria. Sin embargo, estas rutas, si bien se internan por la jungla muchas veces oscura, y aparentemente sin huellas, de la ciencia y la filosofía, caminan en busca de aventura, van tras el regocijo del asombro. Qué cabal resulta el pensamiento socrático: "La verdadera señal de un filósofo es el sentimiento de extrañeza que experimenta". Extrañeza, asombro, curiosidad, creación del mito primero para buscar la verdad, después, el camino alucinante.
"Contra lo que muchos todavía creen, las matemáticas, ciencia madre que de un modo u otro nutre mi obra literaria, no viven en un mundo frío, inexorable, atenido sólo al rigorismo de los números. No. El suyo es un mundo de armonía, de equilibrios y euritmias. Es cierto que las matemáticas emplean un lenguaje riguroso que no admite interpretaciones personales o circunstanciales, pero es ya claro que, a pesar de ello, son capaces de sueño, de fantasía y de belleza. Es más, podemos afirmar que estos atributos constituyen sus elementos vitales. Además, y por ello caminan junto a la filosofía de hoy, las matemáticas constituyen la herramienta más eficaz de la inteligencia y del pensamiento y en la marcha de la ciencia trazan los esquemas de acción. Por algo se ha dicho que la ciencia sufre una incurable nostalgia geométrica.
"Por otro lado, la capacidad de fantasía y de sueño de la ciencia de los números ha permitido que la llamada literatura científica, que la cultura científica, deslinden con los anchurosos campos de ese nuevo género literario de nuestros días llamado ciencia-ficción.
"Es que tan cercanos están la ciencia y el sueño, la realidad y la fantasía, que algunos de los más altos científicos de nuestros días, para contarnos lo que divisan desde el horizonte de sus laboratorios y las inquietudes que estos hallazgos les despiertan, han debido recurrir al relato de ciencia y ficción. El caso de "La Nube Negra", de Hoyle, el gran astrónomo inglés, y de "The Tempter", de Norbert Wiener, el genial creador de la cibernética, son una muestra de esta nueva y curiosa actitud de los hombres de ciencia convertidos en literatos que utilizan la fábula y la quimera para adelantar camino hacia la verdad.
"Mi afán de escritor está acicateado, pues, por una permanente curiosidad y por un anhelo de comunicación, y vive en los ámbitos de la ciencia de nuestros días, en que todo resulta prodigioso y aceleradamente cambiante, en permanente búsqueda. Van a cumplirse dentro de poco 25 años desde que escribí un ensayo, el primero que se internaba por los senderos de la cultura científica, y que titulé "Matemática y Poesía'. Desde entonces, en todos mis escritos he pretendido, con esfuerzo y ojos despiertos, estar en el atalaya, avizorar la aurora que despunta... Pero siempre la realidad ha sobrepasado muy lejos, muy lejos a mi imaginación. Y cómo no habría de sobrepasarla si aun los grandes soñadores, no ya un Julio Verne dejado muy atrás, pero Wells, Karl Kopek, Romain Rolland, Villiers de L'Isle Adam, y aun el propio Edgar Allan Poe, no tuvieron la capacidad de imaginar, ni remotamente, lo realmente acaecido durante nuestra propia vida.
"Bastaría una lista, una lista sólo de los grandes capítulos, para apreciar la tremenda, la sísmica alteración, la gigante avanzada realizada por el hombre en este último cuarto de siglo.
"La radioastronomía, que multiplica en forma insospechada la posible observación del Universo; la penicilina, los antibióticos y otros elementos terapéuticos, que han puesto en el camino del hombre el pavoroso problema de la explosión humana; los productos plásticos y sintéticos, que proporcionan millones de artículos que facilitan y modifican nuestro diario vivir; la energía nuclear, con la transformación de los elementos, sueño de los alquimistas, que proporciona a nuestra especie un tremendo poder de vida y de muerte; los aviones supersónicos, que cambian el concepto de velocidad al quintuplicar ya la velocidad del so nido; la electrónica, con sus sistemas de computación, sus cerebros mecánicos y sus inverosímiles dispositivos capaces casi de pensar; los satélites artificiales, que cambian, por decisión del hombre, el mapa del espacio, y los cohetes de autopropulsión, que llevan cápsulas a otros parajes del cielo y que mañana llevarán al hombre a mundos diferentes en contacto, tal vez, con superinteligencias; la cibernética y su automatismo de retroacción que, al hacer perder la estupidez al simple automatismo ciego, parece caminar tras la imitación de la vida.
"Y la televisión transmitida a través de un satélite extraterrestre, y la luz organizada perforando el acero, y los microscopios electrónicos aumentando centenares de miles de veces nuestra capacidad de ver, y los órganos artificiales, y los ya cercanos organismos cibernéticos, que nos permitirán vivir en los medios más inhóspitos del coscaos. Todo esto y mucho más ha aparecido en los últimos 25 años y se expande y se multiplica con velocidades y aceleraciones de asombro.
"Pues aquí, en este ambiente sísmico, entre estos vendavales de renovación, frente a estas verdades que muchas veces son mitos, y a estos hombres sabios que son taumaturgos o fantasmas, he buscado mi camino de escritor, tratando, modestamente, de mantenerme no en el sueño, sino en la realidad... que también me ha resultado sueño".

Arturo Aldunate Phillips


Era una sirena

Mis versos, sois mi sangre, pedazos de mi vida,
salidos de mi pluma sin yo saber por qué.
¡Lleváis recuerdos míos, pasadas alegrías,
tristezas que he llorado, locuras que soñé!

Pero eso os dejo escritos como un recuerdo mío,
como una biografía que solo entiendo yo.
Pedazos de mi vida, mis versos tan queridos,
guardad bien el secreto que mi alma os confió.

Arturo Aldunate


"¡Oh! Si yo pudiera creer, qué gran consuelo
qué sublime expliación
qué clara explicación de mi misterio.
Pero no, no es posible."

Arturo Aldunate



"Si debiera explicar, en forma sencilla y esquemática, mi concepto de lo que es el Universo; si debiera decir a mis hijos qué significado tiene para mí el cosmos y lo que creo saber de su razón de ser y de su modo de comportarse, tendría que empezar por decirles que mi explicación debe limitarse sólo a la realidad física, o sea, a todo aquello que concierne a la materia y, por ende, a la energía que es su componente elemental, su "alter ego".
Porque sólo en estos ámbitos la ciencia y la inteligencia humanas han logrado precisar algo cuantitativo y cualitativamente, aunque, todavía, sea mucho más, muchísimo más, lo que se ignora que lo que se sabe.
En el otro mundo, en el del espíritu, tanto o más real que el de la materia, en ése no podernos penetrar científicamente porque, como dijo Max Planck, el genial descubridor de la discontinuidad de la energía, "para ello deberíamos traspasar el umbral del ego individual en el cual las leyes y aun los sistemas científicos no tienen cabida ni la tendrán nunca"."

Arturo Aldunate Phillips
Los Robots no tienen a Dios en el Corazón



"Todos mis libros son, en realidad, uno sólo, continuación, uno del otro."

 Arturo Aldunate Phillips


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