Ben Sirá

Eclesiástico 1

Prólogo del traductor griego

[La ley, los profetas y los demás libros que fueron escritos después, nos han trasmitido muchas y grandes enseñanzas. Por eso hay que felicitar al pueblo de Israel por su instrucción y sabiduría. Los que leen las Escrituras tienen el deber no solamente de adquirir ellos mismos muchos conocimientos, sino que deben ser capaces de ayudar, tanto de palabra como por escrito, a quienes no han recibido esta instrucción. Así lo hizo mi abuelo Jesús. En primer lugar se dedicó de lleno a la lectura de la ley y los profetas, y de los demás libros recibidos de nuestros antepasados, y alcanzó un conocimiento muy grande de ellos; y luego él mismo se sintió movido a escribir un libro sobre la instrucción y la sabiduría, para que, practicando sus enseñanzas, las personas deseosas de aprender puedan hacer mayores progresos viviendo de acuerdo con la ley.

Todos, pues, están invitados a leer este libro con atención y buena voluntad. Al traducirlo, he puesto todo el empeño posible. Si, a pesar de esto, les parece que no he acertado en la traducción de algunas frases, deben disculparme. Porque las cosas dichas en hebreo pierden mucho de su fuerza al ser traducidas a otra lengua. Y esto es cierto no sólo en este caso: también en la ley y los profetas, y en los otros libros, no es pequeña la diferencia que se nota cuando se leen en el original.

Llegué a Egipto en el año treinta y ocho del reinado de Evergetes, y allí me establecí por un tiempo. Y allí encontré un libro de grandes enseñanzas, y pensé que era deber mío dedicar esfuerzos y trabajos a traducirlo. Por aquel entonces pasé muchas noches sin dormir, y usé mis conocimientos con el fin de terminar el libro y publicarlo para utilidad de aquellos que, residiendo en el extranjero, desean instruirse y están dispuestos a ordenar sus costumbres y vivir de acuerdo con la ley.]

Alabanza de la sabiduría

1 Toda sabiduría viene del Señor
y está siempre con él.
2 ¿Quién puede contar los granos de la arena del mar,
las gotas de lluvia, o los días de la eternidad?
3 ¿Quién puede medir la altura del cielo,
la anchura de la tierra, o la profundidad del abismo?
4 La sabiduría fue creada antes que todo lo demás;
la inteligencia para comprender existe desde siempre.
6 ¿Quién ha descubierto la raíz de la sabiduría?
¿Quién conoce sus secretos?
8 Sólo hay uno sabio y muy temible:
el Señor, que está sentado en su trono.
9 Él fue quien creó la sabiduría.
La observó, la midió
y la derramó sobre todas sus obras.
10 Él se la dio en alguna medida a todo ser viviente,
y en abundancia a sus amigos.

Honrar al Señor

11 Honrar al Señor trae gloria, satisfacción,
alegría y una corona de gozo.
12 Honrar al Señor alegra el corazón,
trae gozo, alegría y larga vida.
13 Al que honra al Señor, al final le irá bien;
cuando muera, todos hablarán bien de él.
14 La sabiduría comienza por honrar al Señor;
ella acompaña a los fieles desde el seno materno.
15 Puso entre los hombres su hogar para vivir siempre allí,
y se mantendrá fielmente con ellos.
16 La sabiduría perfecta consiste en honrar al Señor;
ella colma a los hombres con sus frutos.
17 Llenará sus casas de todo lo que quieran,
y sus graneros de las cosechas que ella produce.
18 Honrar al Señor es coronarse de sabiduría;
ella hace que florezcan la paz y la salud.
19 Hace venir como lluvia la ciencia y la inteligencia,
y llena de honores a quienes a ella se aferran.
20 La raíz de la sabiduría es honrar al Señor,
y en sus ramas se encuentra larga vida.

22 Enojarse injustamente no tiene disculpa,
porque el ímpetu de la pasión lleva al hombre a la ruina.
23 El que es paciente aguantará mientras sea necesario,
y al final su recompensa será la alegría.
24 Mientras sea necesario, se quedará callado,
y después muchos alabarán su inteligencia.
25 La sabiduría hace hablar con sensatez,
pero el pecador aborrece dar culto a Dios.
26 Si buscas la sabiduría, cumple los mandamientos
y el Señor te la dará en abundancia.
27 Honrar al Señor es ser sabio e instruido;
a él le gustan la fidelidad y la humildad.
28 No te niegues a honrar al Señor,
ni te acerques a él con hipocresía.
29 No seas hipócrita delante de los hombres,
y fíjate bien en lo que dices.
30 No te eleves demasiado, si no quieres caer
y traer sobre ti mismo la deshonra.
El Señor pondrá al descubierto tus secretos
y te humillará delante de la gente,
por no haberle dado honra
y por tener el corazón lleno de engaños.

Eclesiástico 2

Paciencia y confianza

2 Hijo mío, si tratas de servir al Señor,
prepárate para la prueba.
2 Fortalece tu voluntad y sé valiente,
para no acobardarte cuando llegue la calamidad.
3 Aférrate al Señor, y no te apartes de él;
así, al final tendrás prosperidad.
4 Acepta todo lo que te venga,
y sé paciente si la vida te trae sufrimientos.
5 Porque el valor del oro se prueba en el fuego,
y el valor de los hombres en el horno del sufrimiento.
6 Confía en Dios, y él te ayudará;
procede rectamente y espera en él.

7 Ustedes, los que honran al Señor, confíen en su misericordia;
no se desvíen del camino recto, para no caer.
8 Los que honran al Señor, confíen en él,
y no quedarán sin recompensa.
9 Los que honran al Señor, esperen la prosperidad,
la felicidad eterna y el amor de Dios.
10 Fíjense en lo que sucedió en otros tiempos:
nadie que confiara en el Señor se vio decepcionado;
nadie que lo honrara fielmente se vio abandonado;
a todos los que lo invocaron, él los escuchó.
11 Porque el Señor es tierno y compasivo,
perdona los pecados y salva en tiempo de aflicción.

12 Pero, ¡ay de los corazones cobardes y las manos perezosas!
¡Ay de los pecadores que llevan una vida doble!
13 ¡Ay de los corazones débiles, que no tienen confianza!
¡Dios no los protegerá!
14 ¡Ay de los que no saben soportar con paciencia!
¿Qué harán cuando el Señor los ponga a prueba?
15 Los que honran al Señor obedecen lo que él ordena;
aquellos que le aman hacen lo que él quiere.
16 Los que honran al Señor tratan de hacer lo que a él le agrada;
aquellos que le aman cumplen con gusto su ley.
17 Los que honran al Señor están siempre dispuestos
a humillarse delante de él.
18 Pongámonos en las manos del Señor,
y no en las manos de los hombres;
porque el amor de Dios
es igual a su grandeza.

Eclesiástico 3

Deberes para con los padres
3 Hijos míos, escúchenme a mí, que soy su padre;
sigan mis consejos y se salvarán.
2 El Señor quiere que el padre sea honrado por sus hijos,
y que la autoridad de la madre sea respetada por ellos.
3 El que respeta a su padre alcanza el perdón de sus pecados,
4 y el que honra a su madre reúne una gran riqueza.
5 El que respeta a su padre recibirá alegría de sus propios hijos;
cuando ore, el Señor lo escuchará.
6 El que honra a su padre tendrá larga vida;
el que respeta a su madre será premiado por el Señor,
7 pues obedece a sus padres como si fueran sus amos.
8 Hijo mío, honra a tu padre con obras y palabras,
y así recibirás toda clase de bendiciones.
9 Porque la bendición del padre da raíces firmes a una familia,
pero la maldición de la madre la arranca de raíz.
10 No te sientas orgulloso viendo a tu padre pasar vergüenza,
pues esto no es ninguna honra para ti.
11 El honor de un hijo está en el honor de su padre;
en cambio, el que desprecia a su madre se llena de pecados.
12 Hijo mío, empéñate en honrar a tu padre;
no lo abandones mientras tengas vida.
13 Aunque su inteligencia se debilite, sé comprensivo con él;
no lo avergüences mientras viva.
14 Socorrer al padre es algo que no se olvidará;
será como ofrecer sacrificio por los pecados.
15 Cuando estés en aflicción, Dios se acordará de ti
y perdonará tus pecados,
como el calor del sol derrite el hielo.
16 El que abandona a su padre ofende al Señor,
y el que hace enojar a su madre es maldecido por Dios.

Humildad

17 Hijo mío, sé humilde en todo lo que hagas,
y te estimarán más que al que hace muchos regalos.
18 Cuanto más grande seas, más deberás humillarte;
así agradarás a Dios.
19 Porque grande es la misericordia de Dios,
20 y él revela a los humildes sus secretos.
21 No busques lo que es demasiado elevado para ti,
ni quieras saber lo que es demasiado difícil.
22 Procura entender lo que Dios te ha mandado
y no te preocupes de lo que está en secreto.
23 No te inquietes por lo que te sobrepasa,
pues lo que has visto ya es demasiado para ti.
24 Muchos se han dejado engañar por sus propias ideas,
y falsos pensamientos han desequilibrado su mente.

26 Al que es terco, al fin le irá mal,
y el que ama el peligro, en él perecerá.
27 Al terco le esperan muchos sufrimientos,
y el pecador amontona más y más pecados.
28 La desgracia del orgulloso no tiene remedio,
pues es el retoño de una mala planta.
29 El sabio entiende los proverbios de los sabios;
el que escucha atentamente se alegra en la sabiduría.

La ayuda al necesitado

30 El agua apaga el fuego que arde,
y el dar limosnas consigue el perdón de los pecados.
31 Del que hace el bien se acordarán después;
cuando resbale, encontrará quien lo sostenga.

Eclesiástico 4

4 Hijo mío, no te burles del que vive en la aflicción,
ni desprecies al que sufre amargamente.
2 No dejes sufrir al que esté necesitado,
ni te escondas del que esté abatido.
3 No hagas sufrir al que tiene el corazón afligido,
ni le niegues tu ayuda al pobre.
4 No rechaces al débil que te pida ayuda,
5 ni le des motivos para que te maldiga.
6 Si al sentirse triste y amargado levanta la voz,
el Creador escuchará sus gritos.
7 Hazte querer de los demás,
y sé respetuoso con las autoridades.
8 Escucha con atención al pobre,
y con sencillez devuélvele el saludo.
9 Libra del opresor al oprimido,
y no te niegues a dar un fallo justo.
10 Pórtate como un padre con los huérfanos
y como un esposo con las viudas.
Así Dios te llamará hijo,
te amará y te librará de la desgracia.

El premio de la sabiduría

11 La sabiduría instruye a los que la buscan;
los guía como si fueran hijos suyos.
12 Los que la aman, aman la vida;
los que la buscan con afán, agradan al Señor.
13 Los que la retienen, recibirán honor de él;
dondequiera que vivan los bendecirá el Señor.
14 Servirla a ella es servir al Dios santo;
el Señor ama a los que la aman.
15 El que la obedece, juzgará a las naciones;
el que le hace caso, vivirá en la casa de ella.
16 Disimuladamente caminará con él.
17 Lo pondrá primero a prueba,
y cuando tenga lleno de ella el corazón,
18 volverá a él para guiarlo y revelarle sus secretos.
19 Pero si él se desvía, lo rechazará
y lo entregará a su ruina.

Ni tímido ni arrogante

20 Hijo mío, fíjate en las circunstancias y aléjate del mal,
para que no te avergüences de ti mismo.
21 Porque hay una vergüenza que trae pecado
y otra vergüenza que produce honor y buena fama.
22 No tengas consideraciones con otros en perjuicio propio,
ni seas tan tímido que te perjudiques a ti mismo.
23 No dejes de hablar cuando sea necesario
ni escondas tu sabiduría.
24 Porque la sabiduría se conoce al hablar,
y la inteligencia, al dar una respuesta.
25-26 No seas rebelde a la verdad,
ni luches contra la corriente.
No te dé vergüenza confesar tus faltas;
avergüénzate de tu ignorancia.
27 No te humilles delante de un insensato,
pero no resistas a los que gobiernan.
28 Lucha por la justicia hasta la muerte,
y el Señor luchará a favor tuyo.
29 No seas altanero cuando hables,
ni débil y cobarde en tus acciones.
30 No seas como un león con tu familia,
y tímido con tus esclavos.
31 No mantengas la mano extendida para recibir,
y recogida para dar.

Eclesiástico 5

Contra la presunción

5 No confíes en tu riqueza,
ni digas: «Tengo suficiente.»
2 No confíes en tus fuerzas
para seguir tus caprichos.
3 No digas: «Nadie puede contra mí»,
porque el Señor te pedirá cuentas.
4 No digas: «Pequé, y nada me sucedió.»
Lo que pasa es que Dios es muy paciente.
5 No confíes en su perdón
para seguir pecando más y más.
6 No digas: «Dios es muy compasivo;
por más que yo peque, me perdonará.»
Porque él es compasivo, pero también se enoja,
y castiga con ira a los malvados.
7 No tardes en volverte a él;
no lo dejes siempre para el día siguiente.
Porque, cuando menos lo pienses, el Señor se enojará,
y perecerás el día del castigo.
8 No confíes en riquezas mal habidas,
pues de nada te servirán el día del castigo.

Sinceridad ante todo

9 No avientes el trigo a cualquier viento,
ni camines en cualquier dirección.
10 Sé constante en tu manera de pensar,
y no tengas más que una palabra.
11 Date prisa para escuchar,
pero ten calma para responder.
12 Si puedes, responde a los demás,
pero si no, quédate callado.
13 El hablar puede servir para la honra y la deshonra.
¡La lengua es la ruina del hombre!
14 No seas falso,
ni calumnies con tu lengua.
Así como para el ladrón se hizo la vergüenza,
las peores injurias se hicieron para el falso.
15 No hagas ningún mal, ni grande ni pequeño...

Ben Sirá



"Quien tiene el corazón alegre y contento se conserva vigoroso a través de los años, pero un corazón entristecido reseca los huesos."

Ben Sirá, Ben Sirac también conocido como Shimon ben Yeshua ben Eliezer ben Sira; Jesús Ben Sirac; Jesús, hijo de Sirac; o Sirácides











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