Pedro de Escavias

Coplas que fizo a pedro de guzman sobre la muerte del conde de mayorga

1.Vos sennor que tan profundo
por virtudes soys mostrado
cuyos ojos an mirado
vna gran parte del mundo
dezidme la muerte donde
mostro su yra cruel
tan rrauiosa como en el
de mayorga triste conde

2. La qual con sanna ençendida
syn ninguna piedad
en muy [*pe]ligrosa edad
ha leuado desta vida
este que por sus bondades
sus enemigos loauan
y todos sennor le amauan
de sus propias voluntades

3. Ya la fama en toda espanna
contaua ser generosso
este conde virtuosso
de quien he manzilla estranna
valiente de la presona
do virtud no ffalleçio
de guissa que mereçio
sobre todos gran corona

4. Sus virtudes espeçiales
eran por el mundo todo
publicadas en tal modo
quera pasmo a los mortales
no tenie puesto en oluido
de fazer sienpre nobleza
& siguio la gentileza
por do fue mas conoçido

5. Despues de tanta virtud
como en el sennor avia
tanta fe y amor tenia
que fue fin de su salud
el amo tan verdadero
a su dama y la siruio
quen pensallo agora yo
siento tal dolor que muero

6. Nuestro gran rrey y sennor
a quien yo vere muy çedo
por temor sin duda y miedo
poderoso enperador
aya pesar con su muerte
del quen virtud y bondad
syn otra contrariedad
tuvo coraçon tan fuerte

7. Pues las damas del qual eran
tenidas en tanto grado
por su caso desastrado
llorenlo fasta que mueran
que su gloria fue seruir
a todas por quien amaua
finalmente desseaua
por qualquier dellas morir

8. Dando fin a mi rrazon
vos y todos quantos aman
o suyos de amor se llaman
aved del gran conpasion
faziendo terrible duelo
asimismo larga estoria
por que biua ssu memoria
syn llegar jamas al suelo

ffin
Por sus fechos gran vitoria
le deuemos todos dar
por que se puedalegrar
dondesta y rreçiba gloria

Pedro de Escavias
Cancionero de Oñate


Serrana

Llegando cansado yo
al puerto la Peralosa,
una serrana fermosa
al encuentro me salió.

No le do mayor loor
solo por no injuriar
la que me puede mandar
y tiene por servidor;
mas tan bien me paresció,
tan desenvuelta y donosa,
que mi firmeza dubdosa,
y alterada se paró.

Viéndome venir así,
más triste que placentero,
-Y ¿a vos-dijo- caballero,
quien vos trajo por aquí?
¿O que senda vos guió
por esta sierra fragosa
por la cual andar no se osa
quien en ella se crió?-

Cuan cortésmente yo pude
respondí de mi venida:
-Otra persona nacida
no es causa, si Dios me ayude,
salvo amor, que me prendió
por do mi vida afanosa
después acá no reposa,
ni jamás no reposó.-

Dijo: -Pues amor vos face
sostener tal pensamiento,
de vuestro padecimiento
sabe Dios que me desplace,
mas holgad aquí do no
habrés noche trabajosa,
aunque mi madre es celosa,
la mas que hombre nunca vio.-

Vista su gran cortesía,
dije: -Señora, mercedes,
porque así vos condoledes
de la gran fatiga mía,
y pues Dios aquí me echó,
yo acepto vuestra graciosa
profierta con una cosa
de no errar a cuyo so.-

Y aquella noche con ella
albergué en cama de heno,
do tuve tal temple y freno
que ella se quedo doncella
cual su madre la parió;
pero creo que sañosa
porque no me dijo cosa
al partir ni me miró.

Díjele, por dar color:
-Pues, señora, adiós seáis;
ved si algo me mandáis
que faga por vuestro amor.-
Nada no me respondió;
mas, con aire desdeñoso
y semblante riguroso,
las espaldas me volvió.

Pedro de Escavias













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