Albalucía Ángel

“A mí me importa un rábano si fui mujer, si fui hombre, porque desde que nací, en mi pueblo, me descalificaron. Yo he sido una mujer descalificada de nacimiento, entonces, ¿qué me va a importar?”

Albalucía Ángel


"El concierto se termina y decide irse a otro lado. No sabe exactamente en cuál dirección, depende de donde quieras ir, diría el gato desde el árbol; no le interesa para dónde, ni mucho menos el consejo de un gato con sonrisa estúpida, un pseudogato, además; alguien con la propiedad de no poder ser decapitado. Idiota la idea. Camina hacia su derecha y ve una carroza tirada por dos caballos blancos y dos caballos negros, ¡la reina!, un paje de librea roja y el cochero vestido de gala, ¡la reina de corazones! Corre lo más rápido que puede en dirección de la comitiva real, que desfila con parsimonia, ninguna reina, no hay nadie dentro de la carroza, ¡qué chasco! Buenas tardes. No es todavía mediodía, dice el cochero con aire de ser el príncipe consorte. ¡Se puede ir al cuerno con su fantasma de Canterville! Cambia de dirección, pues en realidad no tiene importancia.
Ve a Doris, la rubia cincuentona que todos los domingos da el mismo espectáculo; se lo sabe de memoria, helio... Dolly, heeeello, Dolly... y las imitaciones baratas de las divas de los años veinte; ella misma produce los ruidos con la lengua como si fuera una guitarra, la gente se desternilla de risa y le tira monedas, gracias, es para lo del asilo de los niños... dice con voz meliflua, y claro que debe de ser un cuento de hadas pues el único niño es el enano que le sirve para recoger las monedas o recitar poemas de mal gusto: seguramente no encontró nunca el bizcocho que lo hacía agrandar, piensa, y se aleja del grupo pues le interesan más los hombres ilustrados.
Son tipos viejos. Tan viejos, que parece como si en vez de piel estuvieran envueltos en pergaminos egipcios. Son lobos de mar: de esos que en cada puerto recogían una historia nueva y un tatuaje, hasta que los cuerpos se fueron convirtiendo en cuadernos de historietas. Seguramente hubo una época en que más de una mujer se enamoró de cualquiera de las historietas, o de todas, y pues, ahora lo único que producen son un poco de monedas o miradas curiosas.
El cochero dijo que no era todavía mediodía, pero está oscuro. Lloverá, es lo más probable. Si tuviera paraguas no llovería, o sea, llovería fuera, no le importaría, ¡contrariwise! Frases sin pies ni cabeza. Jamás entendió la jerigonza de Tweedledum y Tweedledee. Mejor no preocuparse del sentido."

Albalucía Ángel Marulanda, también conocida como Albalú
Dos veces Alicia



“En realidad no sé en qué creo. Cómo quieres que lo sepa con tanto enredo. Si yo pudiera decir creo en Dios Padre Todopoderoso creador del cielo y de la tierra, con la misma inocencia con que lo decía a los ocho años, a lo mejor estaría salvado. Pero si hoy me están diciendo que la Alianza para el progreso es la única manera de salvar estos países que están de mierda hasta la coronilla, y yo empiezo a hacer números como cualquiera que sepa sumar y dividir y me doy cuenta de que no, que eso es sólo una trampa para ratones subdesarrollados, entonces tú dirás. La gente ya no sabe por dónde va la tabla.”

Albalucía Ángel


“Me acuerdo que Valeria se le enfrentó a un chulavo, y le gritó: ¡dispare! ¡qué es lo que está esperando, langaruto de mierda! y el chulavo bajó la bayoneta, lo juro. Retrocedió dos filas y se perdió por en medio de ese fusilerío: qué le iba a disparar a una mocosa de menos de dieciocho. La gente no aguantó. Bajaron a las plazas y se lanzaron contra el chorro a presión de las mangueras de bomberos, de los fusiles y los gases, contra la sangre fría del que más tarde explicó al pueblo que era sólo un borracho el que puso pereque cuando la plaza de toros. Como si aquellos muertos; la sangre que quedó empegotada en cada burladero y en las contrabarreras; no estuvieran ahí. Vigilando la historia de Colombia.”

Albalucía Ángel


"Por qué tenemos que andar tan jodidos en este pinche mundo… El estudiante, por ejemplo, con la cabeza rota y no sé cuántos exámenes suspendidos porque van a cerrar la universidad y esta mañana me contó que habían agarrado otro montón, y que las cosas se están poniendo muy peludas. Si esto lo que se está volviendo es un tembladeral: a ver de qué nos agarramos."

Albalucía Ángel
Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón



"Todos esos recortes de periódicos los pego en las paredes de mi cuarto. Y entonces me pongo a leer, a revivir la historia y cada vez que lo hacía no podía parar de llorar. Era imposible no llorar ante tanta crueldad y tanta bajeza. Fue una catarsis para mí, allí me liberé de miedos y de dolores por todo lo que conocí de niña.
Así escribí esta novela."

Albalucía Ángel


“Y me pregunto: ¿y si Camilo resucita…? Lo vuelven a tostar… claro que sí. ¡Pero ya el pueblo está despierto! ¡YA EL PUEBLO ESTÁ DESPIERTO! Camilo Torres fue la piedra de toque. Porque él tampoco era ya un hombre, era un pueblo, como lo fue Gaitán.”

Albalucía Ángel


"Yo soy feroz y no negocio mis principios."

Albalucía Ángel




















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