Antonio Aparicio

Al primer soldado soviético muerto

¿Quién eres tú, celeste camarada,
varón de la más alta infantería,
del corazón del mundo llamarada,
condecorado el pecho de alegría?

Ya está bajo tu cuerpo ensangrentada
la tierra que admiró su valentía;
por ti se está batiendo en la emboscada,
pugnando por vivir, el nuevo día.

¿Quién eres tú? Diamante de heroísmo,
leopardo que ilumina la llanura
donde hoy llega a morir el negro abismo.

Por ti en gloria y luz mi pluma mojo
para escribir al pie de tu figura:
Aquí murió el primer soldado rojo.

Antonio Aparicio



El llanto ha de nacer hasta en la roca
para dejar la tierra humedecida
y llegar a la hierba que te toca.

Antonio Aparicio



Es tarde

Ahora quisiera darte
lo que nunca te di.

Pero ya es tarde.

Ahora quisiera verte
como nunca te vi,
naciente en tu belleza
lo mismo que el jazmín.

Pero ya es tarde.

Ahora quisiera oírte
como nunca te oí,
calandria enamorada,
ruiseñor que al morir
me atravesó las venas
con su grito.

Pero ya es tarde.

Antonio Aparicio


Español sin España, corazón sin descanso,
viejo siempre naciente, niño de la sabiduría,
centauro que cumple, cada día un año menos,
siempre la hierba crece entre tus dedos.

Antonio Aparicio


No cesará tu rayo que no cesa
(a la muerte de Miguel Hernández)

Eran sus dulces ojos tristes lagos
con la pasión del corazón escrita,
y era su alma una sonora cueva
rota en desalentada estalactita.
Cada día tenía una pena nueva,
tenía cada día una nueva alegría
y en cada amanecer nuevos estragos.
(...)
La agonía lo cercaba, le ponía
un sitio a cada hora,
un cerco a su airada fortaleza,
y al final, cuando al fin la luz nacía,
triunfante entró la muerte en su cabeza.

Antonio Aparicio


¿Yo te perdí y me perdí al perderte,
¿o me perdiste tú, al olvidarme?
Nunca pude aprender a no tenerte.

Antonio Aparicio














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