E. Y. Kenealy

"Entonces marchó Alejandro en otras direcciones igual de peligrosas; en una ocasión, a lo alto de las montañas y, en otra, a través de valles oscuros, en los cuales su ejército fue atacado por serpientes y animales salvajes, hasta que, al cabo de trescientos días, llegó a una montaña muy agradable, en cuyas laderas colgaban cadenas o cuerdas de oro. Aquella montaña tenía dos mil cincuenta escalones del zafiro más puro, mediante los cuales se podía ascender hasta la cima, y cerca de allí acampó Alejandro. Un día, él y sus doce príncipes subieron por dichos escalones hasta la cima de la montaña, donde encontraron un palacio de una hermosura maravillosa, con doce puertas y setenta ventanas del oro más puro, que se llamaba el Palacio del Sol, dentro del cual había un templo totalmente de oro, delante de cuyas puertas había vides con racimos de carbúnculos y perlas. Cuando Alejandro y sus príncipes entraron en el palacio, hallaron en él a un hombre acostado en una cama de oro: tenía un aspecto majestuoso y bello y su cabeza y su barba eran blancas como la nieve. Alejandro y sus príncipes hincaron la rodilla delante del sabio, que habló con estas palabras: “Alejandro, verás ahora lo que ningún hombre terrenal ha visto ni oído jamás”. A lo cual, Alejandro respondió: “Oh, bienaventurado sabio, ¿cómo es que me conocéis?”. El sabio respondió: “Antes de que la ola del diluvio cubriera la faz de la tierra, conocía yo tus obras —y añadió—: ¿Quieres ver ahora los árboles más sagrados del Sol y la Luna, que anuncian todas las cosas futuras?”. Alejandro respondió: “Bien está, señor mío; mucho ansiamos verlos”. […]
»Entonces dijo el sabio: “Quitaos vuestros anillos y adornos y vuestros zapatos y seguidme”. Así lo hizo Alejandro, que, tras elegir a tres de los príncipes ordenó a los otros que esperaran su regreso y, siguiendo al sabio, llegó hasta los árboles del Sol y de la Luna. El árbol del Sol tenía hojas de oro rojo y el árbol de la Luna tenía hojas de plata, y los dos eran enormes. Alejandro, por sugerencia del sabio, preguntó a los árboles si regresaría triunfante a Macedonia, a lo que los árboles respondieron que no, pero que viviría un año y ocho meses más y que después moriría por culpa de una bebida envenenada. Cuando preguntó quién le daría el veneno, no obtuvo respuesta y el árbol de la Luna le dijo que su madre, después de una muerte vergonzosa y desdichada, no sería sepultada hasta después de bastante tiempo, pero que sus hermanas serían felices."

E. Y. Kenealy
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall


"Resulta evidente por qué la oruga era el símbolo del Mesías: porque, bajo un aspecto humilde, rastrero y totalmente terrenal, oculta la hermosa forma de la mariposa que, con sus alas radiantes, emula con sus colores variados el arco iris, la serpiente, el salmón, el escarabajo, el pavo real y el delfín que muere. […]"

E. Y. Kenealy
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 366
















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