John A. T. Robinson

"La afirmación bíblica que se halla inscrita en la misma estructura de la relación que mantenemos con el fundamento de nuestro ser [es decir, con Dios] es un elemento indestructible de la libertad personal. Nosotros no somos como los rayos del sol o las hojas del árbol, nosotros estamos unidos a la fuente que sustenta, al tiempo que constituye, el objetivo de nuestra vida por una relación que sólo podríamos describir como «de mí a Ti», con la única salvedad de que nuestra libertad es una dependencia absoluta."

John A. T. Robinson 
Tomada del libro El arte de ser Dios de Alan Watts, página 178


"Puesto que, en lugar de un Dios que se halle literalmente o físicamente "en lo alto", hemos aceptado, como parte de nuestro bagaje mental, a un Dios que se halla "afuera" en un sentido espiritual o metafísico. Hay personas, claro está, para quienes Dios está "afuera" casi en el sentido más literal. Estas personas pueden haber aceptado la revolución científica de Copérnico, pero en todo caso hasta una época muy reciente han seguido pensando en Dios como si, en definitiva, se hallara "más allá" del espacio cósmico. El hecho de que, en nuestra era espacial, mucha gente tenga la impresión instintiva de que ya no es posible creer en Dios, nos muestra hasta qué punto ha sido burdamente física la noción de un Dios "afuera". Antes de que los últimos rincones del cosmos fueran explorados o nos viéramos capaces de explorarlos (por medio del radiotelescopio, ya que no por cohetes), siempre era posible situar mentalmente a Dios en alguna terra incognita. Pero, en la actualidad, parece como si ya no hubiera sitio para Él, no sólo en la posada de Belén, sino incluso en el universo entero, puesto que en él no queda ningún lugar vacío. Por supuesto que nuestra nueva concepción del universo, en realidad, no ha cambiado nada. El límite que la velocidad de la luz impone al "espacio" (de tal modo que, más allá de cierto punto -no muy distante del límite de nuestro alcance actual-, todos los objetos se alejan a través del horizonte de visibilidad) es aún mucho más severo. Y, si, así lo deseamos, no hay razón que nos impida situar a Dios" más allá" de este horizonte de visibilidad. Allí sería completamente invulnerable –al resguardo de un "hueco" del que la ciencia nunca podría desalojarle. Pero, de hecho, el advenimiento de la era espacial ha destruido esta burda concepción de Dios- y deberíamos estarle agradecidos. Pues si bien Dios está "más allá", no está literalmente más allá de nada.
Pero es mucho más difícil que llegue a morir la idea de un Dios "afuera" en un sentido espiritual o metafísico. En realidad, pensar tan sólo en la posible necesidad de abolir semejante concepción de Dios desasosegaría gravemente a la mayor parte de personas. Puesto que es su Dios, y no disponen de nada para poner en su lugar. Incluso sería más sincero si dijéramos "nosotros" y "nuestro" en vez de "ellos" y "su". Ya que el que así es atacado, es el Dios de nuestra infancia y de nuestras pláticas, el Dios de nuestros padres y de nuestra religión. En cada uno de nosotros vive una u otra imagen mental de un Dios "afuera", de un Dios que "existe" encima y más allá del mundo que Él creó, un Dios "a"
quien rezamos y hacia el cual "vamos" cuando morimos. En la teología tradicional cristiana, la doctrina de la Trinidad atestigua la existencia en sí y por sí de este Ser divino fuera y separado de nosotros. La doctrina de la creación afirma que, en un momento del tiempo, este Dios llamó "el mundo" a la existencia como cosa exterior y opuesta a Sí mismo. El relato bíblico nos cuenta cómo Dios entró en contacto con las criaturas que Él había creado, cómo estableció una "alianza" con ellas, cómo les "envió" a sus profetas, y cómo, en la plenitud de los tiempos, las "visitó" en la persona de su Hijo, el cual ha de "volver" un día para reunir a los fieles a su alrededor."

John A. T. Robinson 
Sincero para con Dios






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