Pablo Antoñana Chasco

Al libro le debo todo. Me ayudó a salir de la oscuridad donde siempre residieron los míos, gente iletrada, enganchado como soldado en guerras que nunca fueron suyas, sumisa, resignada. El libro es un fascinante prodigio, pura lujuria, un misterio, siempre fue cosa de pocos. Lujo, privilegio, por tanto herramienta de ejercicio de poder. Se cultivó la ignorancia, por tanto no se enseñó a leer, y el libro, vehículo conductor hacia la dignidad, fue cicateramente negado, Al libro le debo cuanto soy, posiblemente significa una revancha de los míos, para quienes la posesión de un libro fue sueño secular."

Pablo Antoñana Chasco



"Dicen que un viejo es un viajado, es un hombre que ha hecho un viaje largo. Hubo un tiempo en que tuvimos la esperanza de que iba a venir un mundo distinto. Estoy un poco indiferente ante lo que pueda venir, porque vendrá lo que yo ya viví, que tengo ya muchos años». Desconfiado de las ideologías y los cambios bruscos de los hombres, confesaba que no le quedaba más remedio que ser heterodoxo, «porque echo una mira- da alrededor y veo la condición humana, que es miserable. (...) Yo fui un ortodoxo al 100%, tan enamorado de los principos del Evangelio que, al ver que quienes tenían que practicarlos no lo hacían, se me cayó el alma al suelo. Tengo mal concepto de los periodistas que, como los políticos, han cambiado. (...) Lo que no soporto son esos cambios bruscos."

Pablo Antoñana Chasco



"Escribir es soñar y soñar es vivir, vivir de otra manera, solo, en silencio y en soledad. Y hay que renunciar a mucho para ejercer con mediana capacidad este oficio. Muchos años viví solo y casi con la condición de desterrado en mi propio país. Quizá pueda servir de consuelo lo recogido de Alfonso Sastre: 'siendo ignorado no se está tan mal'. Pero, confieso, me fue fértil y beneficiosa esa soledad. Pues aprendí de la gente de a pie lo que no dan los libros."

Pablo Antoñana Chasco


"Esta es tierra de curas y de caciques y quien no esté contento en ella que se vaya. Es un consejo."

Pablo Antoñana Chasco



"La historia nos enseña que fuimos independientes y que dejamos de serlo no por la voluntad de nuestros antepasados, sino por las conquistas españolas y las ambiciones francesas. Y precisamente nuestro interés principal no está en el pasado, sino en el presente y en el futuro. Afrontamos la recuperación de la memoria histórica como un paso hacia nuestra libertad y defensa de nuestros derechos."

Pablo Antoñana Chasco


"Me consuela saber que cuanto escribí lo fui recogiendo de boca de los campesinos de mi pequeño país. Ese mundo no pertenece a la extravagancia cosmopolita, moda o desvirtuamiento del quehacer literario. Escribí sobre mí mismo y mi alrededor inmediato, Recibí cuanto pude de mi pequeño país. Sin él, cuanto escribí carecería de sentido, o hubiera tenido otro. Se acomodó mi ser entero, con la fidelidad del guante a la mano, llegando ser la misma cosa: Tierra-yo-mismo. Yo-mismo-tierra. Una tierra por cuya carnadura transitaba al mismo tiempo el amor, el odio, el disgusto, me dolía. La odeaba, al tiempo que la reclamaba como madre. Nunca renunciaré a su calor."

Pablo Antoñana Chasco


"Mi memoria sacudida por aquellos días como cruel pesadilla, voces oídas como sordo rumor, vidas rotas que ni la compasión, el perdón y la justicia pudieron recomponer."

Pablo Antoñana Chasco


"Para mí la vejez no tiene nada de negativo."

Pablo Antoñana Chasco


"Son tres días esperando dentro de la jaula. El cazador no viene, pero vendrá, yo lo sé. Yo te digo, Carvalho, no quiero comer más hierba. No soy un caballo. Huelo la muerte; está cerca. A vosotros os da miedo, bah, no es nada, un segundo, menos, mucho menos todavía, sólo dura un momento la cosa. Se piensa en las mariposas, y zas, todo ha pasado ya. Allá, en el otro lado, hay muchos como nosotros, cientos y cientos. Querían ser algo y se quedaron en nada.
Ese cazador que nos tiene en la trampa vendrá a dar una vuelta y nos ha de ver dentro. Todo ha concluido. Anda, Carvalho, dinos qué hacemos aquí. ¿No lo sabes? No hacemos nada. Ese hombre no ha venido ni ha de venir jamás.
Do Pereiro estaba resignado. Juscelino no tenía sueños. Le corrían las tripas, oscuras aguas, manantiales subterráneos. «Es de no comer; las tripas se secan». Oía el ruido monótono y triste de la respiración del viejo. Trotes de caballos cabalgando en un país remoto. Estaba seguro de escuchar los gritos de los jinetes, inarticulados, rotos. Las voces cesaban polvorientas y perdidas, volvían los estruendos de las herraduras y de las fustas que golpeaban las grupas. Los perros caminaban detrás. Una cacería. Los rostros visibles de los jinetes, como medallas o camafeos y broches de plata con efigies cinceladas que las mujeres siempre llevaban en el pecho. Rostros hermosos y brillantes que no habían sufrido hambre ni sed, ni humillaciones, ni injusticias. Rostros colgados en la memoria, cada uno en su sitio. «Don Manoel Dos Reis: terrateniente». Lo vio en su casa beber un vaso de vino. Otro vaso y otro. «Tristan Canha: comerciante en vinos olorosos. O Porto. Exportador con el número 27.365». También lo vio en su casa muchas veces, con el copetín y el vaso, y los ojos dormidos y lejanos. «Santos Ferreira…». ¿Qué era Santos Ferreira? Las tierras y los ríos que las cosían con sus hilos azules, las liebres perseguidas entre las encinas, a caballo, a pie, con los mil perros, eran de aquellos hombres silenciosos, repugnantes, que venían noche tras noche a su casa.
Ellos no venían por su pie. No venían. Se oía primero la voz del padre que los traía, sus pisadas, las palabras gordas, pegajosas, que siseaban como los vientos en las grietas de las puertas, en los tejados ruinosos de las casas. Los hombres llevaban corbatas y pajaritas de ojos, grandes bigotes negros, los ojos como abalorios; y los anillos que eran de oro y las piedras de colores, como cristales teñidos, que no se cansaba nunca Juscelino de mirar. Porque eran mismamente como los ojos de los pájaros, de un color que no existía."

Pablo Antoñana Chasco
La cuerda rota



"Vivimos en una tierra que es más bien una finca particular." 

Pablo Antoñana Chasco


"... yo no he hecho más que recoger datos, pensar y escribir, sin buscarle trascendencia. Mi intención no ha sido nunca rescatar nada. Simplemente he vivido muy pegado a mi tierra. A la tierra se la quiere o no, que tampoco digo que haya que quererla, sino que uno es la misma tierra. Yo me he nutrido de ella y, en parte debido a mi trabajo como secretario de pequeños municipios, por mis manos han pasado datos que muchas veces ni siquiera he buscado. (...) Me he limitado a recoger datos de un mundo que he visto agonizar y del que me considero un superviviente. Sólo siento no haber recogido con mi máquina fotográfica todas las cosas que se han perdido y que sólo conservo en la retina. Porque yo tengo en la retina aquel 18 de julio y los sudores de los trabajadores del campo y las fiestas..."

Pablo Antoñana Chasco















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