Baquílides

A pocos hombres Zeus ha concedido,
aunque virtuosos y benignos sean,
que la tarda vejez al final vean
sin que algún mal les haya sucedido.

Baquílides


De la paz

Ya la gran paz sagrada
torna a henchir a los hombres de riquezas;
la lengua delicada
del divino poeta en mil bellezas
alegre se desata
y en dulces versos los asuntos trata.

Arden llamas doradas
en el ara de los dioses poderosos
y con ellas mezcladas
las piernas de los bueyes vigorosos,
y la lanuda oveja
tampoco de acudir al rito deja.

La juventud ardiente
himnos y flautas suena y va al amado
gimnasio diligente,
y en el arnés de hierro entrelazado,
en tanto, se desvela
la negra araña en fabricar su tela.

A la ágil lanza muerde
la herrumbre y la corroe, y a la espada
por ambos filos pierde,
y ya ni a las pupilas fatigadas,
de la trompa el sonido
arranca el dulce sueño apetecido.

Se ven por todas partes
gratos convites de amistad gozosa
en diferentes artes
y en todos ellos suenan con hermosa
música, cuanto cabe,
sagrados himnos al amor suave.

Baquílides


De las cuitas

Solo un camino es dado
a los mortales por que el bien consigan
y aquel a quien no instigan
al ánimo agobiado
los continuos dolores
puede contar sus días por mejores;

pero el que perseguido
de males infinitos noche y día
en angustiar porfía
su ánimo afligido
con la suerte futura,
¡cuán neciamente su dolor procura!

Baquílides



Dichoso aquel a quien piadoso el cielo
la suerte ha dado de las almas buenas:
riquezas sin recelo,
y aún más, las horas de su vida llenas
de fortuna envidiable a nuestro modo,
que nadie puede ser feliz en todo.

Baquílides




Estrofa 1

Una nave de azulada proa que llevaba a Teseo, firme ante el estrépito del combate, y a dos veces siete espléndidos muchachos de entre los jonios, cortaba el mar de Creta; pues su trapo, de lejos reluciente, las brisas del Bóreas caían gracias a la ilustre Atenea que agita la égida. Le mordieron a Minos el corazón los santos dones de la diosa de adorable diadema, de Cipris, y su mano no pudo retener lejos de una doncella, sino que tocó sus blancas mejillas. Gritó Eribea llamando al descendiente de broncínea coraza de Pandión; lo vio Teseo, negros bajo las cejas giraron sus ojos, cruel dolor le desgarró el corazón y dijo: "Hijo del poderosísimo Zeus, puro ya no gobiernas dentro de tu pecho el ánimo; retén, héroe, tu dominante violencia.

 Antístrofa 1

Lo que el destino todopoderoso que viene de los dioses nos ha asignado y hace inclinar la balanza de la Justicia, nuestra suerte prefijada cumpliremos, cuando llegue. Pero tú contén tu oneroso propósito. Si a ti como el más poderoso de los mortales una mujer noble te dio a luz, cuando participó del lecho de Zeus bajo las cumbres del Ida, la hija de amable nombre de Fénice, con todo también a mí la hija del rico Píteo me dio a luz, cuando yació con el marino Posidón, y le dieron las Nereidas coronadas de violetas un velo de oro. Por eso te exhorto, caudillo de los cnosios, a que reprimas tu insolencia, causa de muchos lamentos; pues no querría yo ver la inmortal amable luz de la Aurora una vez que a algunos de los otros jóvenes tú hubieras sometido contra su voluntad. Antes mostraremos la fuerza de nuestras manos; y lo que haya de suceder, la divinidad lo decidirá."

 Epodo 1

Tales cosas dijo el héroe valiente con la lanza. Se asombraron los marineros ante la orgullosa audacia de aquel mortal; y al yerno del Sol irritó su corazón, tejió este un inaudito plan y dijo: "Padre Zeus de gran fuerza, escucha: si en verdad a mí la doncella fenicia de blancos brazos me dio a luz para ti, ahora envía desde el cielo un rápido relámpago de ígnea cabellera, señal reconocible; y así también a ti una mujer trecenia para el que sacude la tierra te engendró, Etra para Posidón,, este áureo adorno espléndido de mi mano tráeme desde las profundidades del mar, tras arrojar con audacia tu cuerpo hacia las mansiones de tu padre. Y sabrás si oye mi súplica el hijo de Crono, señor del trueno, que todo lo rige."

Estrofa 2

Oyó su irreprochable súplica Zeus de gran fuerza; para Minos, su hijo querido, hizo brotar preeminente honor que quería hacer visible a todos, y envió un relámpago. Él, el héroe firme en la guerra, al ver el prodigio grato a su corazón, sus manos extendió hacia el ilustre éter y dijo: "Teseo, estos dones que Zeus me concede los observas claramente; tú, por tu parte, lánzate al mar atronador, y el hijo de Crono, el soberano Posidón, tu padre, te procurará el más alto renombre sobre la tierra bien arbolada". Así dijo; pero a él no se le doblegó el ánimo, sino que, apostado sobre la bien trabada cubierta, saltó y lo acogió de buen grado el recinto marino. Se asombró el hijo de Zeus dentro en su corazón, y ordenó mantener a favor del ciento la bien trabajada nave. Pero el destino preparaba otro camino.

Antístrofa 2

Avanzaba con velos movim,iento el barco; lo impulasaba el viento Bóreas, coplando desde atrás. Se estremeció... (*) el grupo de jóvenes atenienses después que el héroe salto al mar, y de sus ojos brillantes como lirios vertían lágrimas, pues esperaban onerosa fatalidad. Mas unos delfines, habitantes del mar, llevaban rápidamente al gran Teseo a la mansión de su padre, señor de caballos; y llegó al palacio de los dioses. Allí tuvo miedo al ver a las ilustres hijas del dichoso Nereo; pues de sus espléndidos miembros brillaba un resplandor como de fuego, y en torno a sus cabellos remolineaban cintas trenzadas en oro; y danzando deleitaban su corazón con húmedos pies. Vio la querida esposa de su padre, a la venerable diosa de venerables ojos, en sus amables mansiones, Anfítrite; ella lo vistió con túnida purpúrea,

Epodo 2

y en sus ensortijados cabellos colocó una impecable corona, que antaño en sus bodas la taimada Afrodita le había dado, sombreada de rosas. Nada que los dioses quieran es increíble para los mortales de mente sensata. Junto a la nave de fina popa apareció. ¡Phêu!, en qué pensamientos frustró al caudillo cnosio, cuando llegó seco del mar, asombro para todos, y brillaban en torno a sus miembros los regalos de los dioses; las muchachas de espléndidos tronos gritaron con recién nacida alegría y resonó el mar. Y los jóvenes, a su lado, entonaron un peán con encantadora voz. Señor de Delos, regocijado en tu espíritu con los coros de los ceyos, concédenos obtener las dichas que envían los dioses.

Baquílides
Los jóvenes o Teseo













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