"Cuando se ve, desde lejos, a una nación marítima exclusiva, se diría que ella es, sin duda, la más industriosa, y la más comerciante que existe en el mundo; pero ¡Qué engaño! penetrad en sus talleres, y en medio de sus manifacturas, cuando las otras naciones quieren excluirla de su puertos, o amenazan sus hogares; entonces, su misma industria la oprime; su comercio es un peso a que no puede resistir; y su población vegeta en la miseria y desolación general. Ella usurpó el comercio de los otros pueblos; y éstos reunidos, ahora, paralizan el suyo. Así, los males que el poder marítimo exclusivo hace al comercio, y que parecen darle la mayor extensión, vienen a ser un azote y una calamidad común, que refluye, últimamente, sobre su ruina y exterminio propio. Dura, más o menos, en razón de su posición continental o insular.
Cuando una potencia marítima es insular, se abalanza y se precipita, rápidamente, al despotismo del comercio, y a la tiranía de los mares, que parecen asegurar su impunidad. Esto es lo que ha sucedido a la Inglaterra.
Cuando una potencia marítima es continental, encuentra, por el mismo hecho de estar unida a la tierra, un remedio terrible a su tiranía sobre los mares. Esto es lo que sucedió a Atenas, a Cartago, y a Venecia.
Como el gobierno Británico es insular, él posee, en su localidad, los medios horrorosos de insultar, y de hacer mal a todos los pueblos; de constituirse dueño y árbitro de todos los canales de comunicación; y de asediar a todos los continentes por la hambre, la piratería, y las violencias más pavorosas, antes que se le pueda hacer daño en sus hogares mismos; y antes que se le pueda arrancar el odioso tridente, con que domina y esclaviza a todos los mares."
Bertrand Barère de Vieuzac
La libertad de los mares o el gobierno inglés descubierto
“El árbol de la
libertad sólo crece cuando se lo riega con la sangre de los tiranos.”
Bertrand Barère de Vieuzac
“El terror está en el
orden del día.”
Bertrand Barère de Vieuzac
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