Eduardo Barrios

"Eran las ocho de la noche. Un húmedo olor de agua y vinagre de tocador refrescaba la atmósfera tibia del cuarto de Laura que, a causa de los preparativos de ésta para el teatro, estaba más iluminado que de costumbre. La lámpara, pendiendo del techo y simulando un ramo de orquídeas, despedía por sus cuatro foquitos un torrente de luz que rielaba sobre las nítidas paredes tapizadas de blanco, destacando con firmeza los caprichosos contornos del amueblado moderno y los mil cuadritos y monerías que constituyen el adorno frívolo y coqueto del dormitorio de una soltera.
Sobre la colcha rosa pálido del lecho, un vestido se esbozaba entre gasas como un brochazo de azul pizarra, al lado del cual, Margarita, sentada en una butaca, esperaba que su amiga terminase su tocado, entreteniéndose en examinar un delicado abanico estilo veneciano del siglo XVIII con esa minuciosidad que casi exige el tiempo a quien tiene que soportar una larga espera."

Eduardo Barrios
Del natural



"Esto es la felicidad, Señor, una limpieza de fuera y dentro, y sentir el alma fresca y transparente, hecha un cristal muy fino, al cual llegan suavemente sensaciones suaves, semejantes a seres simpáticos que se nos aparecen sin que los esperemos y con el rostro sonriente y claro."

Eduardo Barrios


"¿Habéis oído cantar un pájaro en la noche? Suele ocurrir que un rayo de luna, un rayo levemente dorado, derramándose por entre el misterio del follaje, alcanza la rama donde se acurruca el avecita dormida, y la despierta. No es el alba, como imagina el ave. Pero...ella canta.
Luego, si el avecilla es lo que se llama un equilibrado y fuerte pajarito, descubre su engaño, hunde otra vez el pico en la tibieza de las plumas y se vuelve a dormir.
No obstante, avecitas hay, inquietas y frágiles, para quienes el rayo de luna tiene un poder de sortilegio. Y tras de cantar, saltan aturdidas y vuelan...Sólo que, como no es el día el que llegó, se pierden pronto en la obscuridad, o se ahogan en un lago iluminado por el pálido rayo de oro, o se rompen el pecho contra las espinas del mismo rosal florido que, horas después, pudo escucharles sus mejores trinos y encender sus más delirantes alegrías."

Eduardo Barrios
El niño que enloqueció de amor


"Las pasiones hacen vivir al hombre, la cordura le hace tan sólo durar."

Eduardo Barrios



"Recorrí media América. Hice de todo. Fui comerciante, expedicionario a las gomeras en la montaña del Perú; busqué minas en Collahuasi; llevé libros en las salitreras; entregué máquinas, por cuenta de un ingeniero, en una fábrica de hielo de Guayaquil; en Buenos Aires y Montevideo, vendí estufas económicas; viajé entre cómicos y saltimbanquis; y como el atletismo me apasionó un tiempo, hasta me presenté al público, como discípulo de un atleta del circo, levantando pesas."

Eduardo Barrios



"Se trataba de seguir una carrera, y esto debía realizarse en mi país. Mis abuelos paternos me impusieron la milicia . Hube de aceptarla, por presión. Fui un cadete distinguido, gocé de todos los privilegios que mis conocimientos, superiores a los exigidos en la Escuela Militar, y mi fortaleza física me conquistaron. Pero mi espíritu no se amoldó al ambiente soldadesco. Y obtuve mi baja."

Eduardo Barrios


"¡Soledad bajo el sol! De los viejos claustros sale a esta hora caliente un efluvio antiguo, pasa bajo las arquerías, entre los pilares panzudos, y se une a la atmósfera del huerto, que sube como el vaho de un gran bostezo. Y heme aquí, Señor, como todos los días, mal contento de mí. Indudablemente, no soy un buen franciscano. Y empiezo a temer que nunca lo sea. Tarde vine acaso a esta santa morada. El mundo, las gentes, aquel descalabro... ¡sobre todo aquel descalabro!...asentaron en mí excesiva experiencia; y no puedo ser simple como un buen fraile menor debe ser. No soy inocente, no soy ingenuo. La inocencia es un vacío defendido por el velo de la ingenuidad; y las vicisitudes rasgan este velo, nos hacen receptivos, y el vacío se llena de conocimiento. El conocimiento conduce a la claridad; pero a la plenitud franciscana, a la Gracia, nunca."

Juan Eduardo Barrios Hudtwalcker
El hermano asno



"Y por eso no quiero alegrarme, porque cada vez que espero contento alguna cosa, me resulta mal."

Eduardo Barrios











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