Étienne Balibar

"Aquí nos encontramos con un procedimiento característico en Marx a la hora de introducir un pensamiento "novedoso", es decir, establecer la ruptura de su cientificidad: la delimitación del clasicismo. De la misma forma que hay un clasicismo económico (en Inglaterra), también existe un clasicismo histórico, representado por los historiadores franceses y alemanes de principios del siglo XIX (Thierry, Guizot y Niebuhr). Ésta, por tanto, es la premisa inicial de Marx: el tópico final. El conocimiento histórico en su forma más avanzada demuestra la sucesión de civilizaciones, regímenes políticos, eventos, culturas, organizada y racionalizada por una serie de luchas de clases, cuyos patrones genéricos es posible enumerar: esclavos y ciudadanos libres, patricios y plebeyos, siervos y señores feudales, maestros y obreros, terratenientes y burgueses, burgueses y proletarios, etc. Este patrimonio histórico es el resultado de una labor cognoscitiva que se refleja en el famoso comienzo del Manifiesto: "La historia de todas la sociedades hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases." Esta frase no sería la primera exposición de la teoría de Marx, es anterior a la misma y resumiría la materia prima que va evolucionando en su trabajo.
Éste es un aspecto crucial, ya que nos permite formular la pregunta de Marx con mayor precisión, la pregunta contenida en el prefacio a la Contribución: ¿En qué condiciones puede asumirse el carácter científico de que la historia es una pugna de clases? En otras palabras, ¿qué son estas clases? ¿cuáles son estas clases? ¿en qué consiste su lucha? Si retomamos la lectura del texto del propio prefacio, encontramos, de hecho, una exposición de la relación entre el binomio de la "formación social" (Gesellschaftsformation) y su "base económica" o "estructura económica" (Struktur, cuya anatomía está constituida por el estudio acerca del modo de producción. La formación social es el tópico que deviene en una primera "contradicción" entre las clases, que Marx describe en términos de lucha, guerra y oposición, una "contradicción" que puede ser oculta o manifiesta y cuya base sería la existencia de opresores y oprimidos" (Manifiesto Comunista). Aquí se halla relacionada únicamente en cuanto a su esencia, a una segunda forma de "contradicción" que Marx se esfuerza siempre en no confundir con la primera, incluso terminológicamente: él la llama "antagonismo", "no en el sentido de un antagonismo individual" (nicht im individuellen Sinn), es decir, no es una lucha entre hombres, sino una estructura antagónica; está incluida dentro de la base económica, propia de un modo de producción determinado y sus términos se conocen como "el nivel de las fuerzas productivas y las relaciones de producción". El antagonismo entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción tiene el efecto de una ruptura revolucionaria, y este efecto es el que determina la transición de un modo de producción a otro (épocas progresistas en la formación económica de la sociedad), y con ello la transformación de toda la formación social. Marx mismo eligió restringir su estudio al nivel de la esfera, relativamente autónoma, de la etapa de este "antagonismo dentro de la estructura económica."

Étienne Balibar


“El marxismo o la teoría científica no pueden existir sin criticar permanentemente.”

Étienne Balibar



"Hay cuestiones más difíciles. Nos encontramos con las secuelas de la guerra en Kosovo, los Balcanes o Yugoslavia, en un momento en el que el protectorado establecido en Pristina por las potencias occidentales se está poniendo en marcha en medio de numerosos obstáculos e incertidumbres, mientras que en Belgrado se suceden inciertas maniobras a favor o en contra del desarrollo prospectivo del régimen actual. No es cierto que todos enjuiciamos de la misma manera estos hechos, en los que estamos inmersos desde hace ya bastante tiempo.
Es incluso probable que tengamos opiniones profundamente divergentes sobre el tema. El hecho de que no usemos los mismos nombres para la guerra que acaba de tener lugar es una señal inequívoca de ello. Es posible -es probable- que algunos hayan condenado la intervención de la OTAN, por diversas razones, y que otros, aduciendo otros razonamientos, no se vieran capaces de tomar partido. Es posible, incluso probable, que algunos sintiéramos una excesiva subordinación de Europa hacia el exterior, hacia el poder hegemónico de los Estados Unidos, mientras que otros contemplaron la utilización de mercenarios estadounidenses al servicio de los objetivos continentales. Y así sucesivamente.
No pretendo resolver estos dilemas. Pero quiero dejar clara mi convicción de que estos sucesos carentes de piedad revelan fundamentales contradicciones, a modo de plagas, en el proceso de unificación europea. No fue fruto del azar que sucediera en una Europa creada para cruzar un umbral irreversible, mediante el establecimiento de una moneda única que derivara en el control comunitario de la política económica y social y mediante la aplicación de los elementos formales de la "ciudadanía europea", cuyas contrapartidas son rápidamente percibidas.
En realidad, lo que está en juego aquí es la definición de las modalidades de inclusión y exclusión en el ámbito europeo, como una "esfera pública" de la burocracia y de las relaciones de fuerza, sino también de la comunicación y la cooperación entre los pueblos. En consecuencia, en el sentido más fuerte del término, es la posibilidad o imposibilidad de unificación europea. En el establecimiento de un protectorado en Kosovo, e indirectamente, en otras regiones de los Balcanes, caso del bloqueo de la Serbia de Slobodan Milosevic, prevalecieron elementos concernientes a una imposibilidad pragmática de carácter duradero -incluso si se llegara a pensar, como es mi caso, que una intervención que tratara de evitar el curso de la "limpieza étnica" ya no podría evitar ésta, o siendo escéptico, como también es mi caso, dudaría de la justicia en relación al derecho de los pueblos a la libre determinación en la historia de las instituciones políticas. El inaceptable "impasse" al que habíamos llegado en vísperas de la guerra en la antigua Yugoslavia era fundamentalmente el resultado de la impotencia, la incapacidad y la negativa de la "Comunidad Europea" a la hora de proponer soluciones políticas de asociación, de abrir posibilidades al desarrollo de los pueblos en los Balcanes (y más en general de la zona oriental) y asumir sus propias responsabilidades en una lucha eficaz contra las violaciones de los derechos humanos. Por tanto, es Europa, especialmente las principales potencias europeas, las que se han de encargar de los acontecimientos catastróficos que posteriormente se llevaron a cabo y de sus consecuencias presentes."

Étienne Balibar
En los límites de Europa



“Lo que llamo ‘momento insurreccional’ tiene mucho en común con la idea de ‘poder constituyente’ tal como fue propuesta por Antonio Negri y algunos discípulos suyos -destaco la importancia de la obra de Sando Mezzadra, con quien mantengo una colaboración estrecha sobre la interpretación política de la importancia del hecho migratorio y de apoyo a las perspectivas de democratización de la construcción europea, como se esfuerzan por realizarla Syriza y Podemos. Pero tal vez la fórmula ‘momento insurreccional’ (que entre otras tiene una raíz en la herencia de los ‘insurgentes’ latinoamericanos del siglo XIX) permite insistir de modo más preciso y en simultáneo sobre la importancia y la dificultad de la cuestión de la comunidad. Es muy difícil imaginar una ciudadanía que no comporte una dimensión colectiva. Pero no es inevitable que la comunidad sea definida como nación, o nacionalidad, aunque esa definición se impuso potentemente en la edad moderna La identificación de la comunidad de ciudadanos con la nación no solamente la somete a la soberanía del Estado, sino que introduce un dilema en materia de exclusión e inclusión. Las discriminaciones ‘internas’ (de sexo o de raza) permanecen, aunque parecen cada vez más contradictorias con el principio de igualdad de derechos inherente a la ciudadanía ‘universalista’ moderna, mientras las discriminaciones ‘externas’ (entre ‘nacionales’ y ‘extranjeros’) parecen inevitables y justificadas por el principio de comunidad mismo. Sin embargo, la ‘frontera’ se manifiesta más inestable y arbitraria en la edad de las grandes migraciones poscoloniales y de la globalización. Ensanchar y modificar cualitativamente la noción de ‘comunidad de ciudadanos’ en sentido ‘cosmo-político’ se convierte así en la tarea y el desafío más difíciles de este momento de crisis política. Es también un desafío para los ‘movimientos nuevos’ de la izquierda europea que usted menciona.”

Étienne Balibar



"No habrá regreso al estado anterior. No lo tomo como una profecía, sino como la descripción de un estado de cosas. La crisis revela condiciones que se han vuelto incompatibles con una reproducción del régimen anterior. Estamos ante un proceso de transición que ya no se puede bloquear, pero cuyos métodos y orientación permanecen indefinidos.¿Cómo han cambiado las civilizaciones en la historia? ¿A costa de qué violencia, qué inventos y qué conversiones? Esta es la pregunta que, como otras generaciones antes que nosotros, tendremos que enfrentar, y frente a la que nunca ha habido una respuesta unánime."

Étienne Balibar


"No sabemos cuándo terminará realmente la pandemia y la crisis de salud que causará, ni sabemos cuál será la escala de la crisis económica resultante. No sabemos cuáles serán las repercusiones en términos de sufrimiento y destrucción, ni las protestas y movimientos políticos que pueden aparecer. Y todo esto constituye la referencia real de las palabras que usemos y, por lo tanto, de su significado. No creo que estemos ante una simple interrupción en la vida de una sociedad ni tampoco ante la ocasión de una inversión de poder. Quizás lo más acertado sea decir que estamos ante un cambio pero en el modo de cambio en sí mismo, y son los signos que surgen en este presente los que deben sugerirnos poco a poco las preguntas correctas, en lugar de hacer pronósticos frente a la crisis."

Étienne Balibar








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