Florencio de Basaldúa

"No necesito explicar al distinguido auditorio aquí presente el sentido de la palabra astronomía, pues lleva en sí su explicación etimológica. Creo empero conveniente detenerme un momento en el análisis de la palabra Kalendario, así por su antigüedad como por ser de uso general en todos los idiomas contemporáneos, que la han tomado del griego Kalendas, y este del samskritz halla-aria.
Recordemos que nuestros padres, pastores de ovejas ó arias, tenían perpetuamente ante sus ojos el magnífico espectáculo de la bóveda celeste, unas veces radiante de luces, emanadas del Sol, otras veces decoradas por miríadas de estrellas sobre las cuales destacaba sus pálidas luces la Luna, reina de la noche.
El Sol y las estrellas no cambian sensiblemente de luz, ni de tamaño, ni de posición respecto a los puntos cardinales, árboles ó montañas que delimitan el horizonte; mientras que la Luna no solo cambia continuamente de tamaño y forma durante el brevísimo plazo de un mes, que dura su rotación, sino que cada noche ocupa diferente punto en el horizonte, y diferente situación entre las estrellas.
De este hecho natural, observado por el hombre durante muchísimo tiempo derivaron dos consecuencias; la primera, medir la duración de la vida humana, y por extensión los períodos históricos -que son vidas de pueblos- por el año lunar ó rotación lunar, de uso general en todos los pueblos primitivos de la tierra, lo mismo en Asia que en Europa, lo mismo en África que en América, según veremos después; y derivó por fin el nombre que hoy decimos calendario, de las piedras de que se sirvieron las primeras tribus para contar los días de cada revolución ó año lunar, pues en aquella edad remotísima no se había inventado todavía ni la aritmética, ni la escritura."

Florencio de Basaldúa
Contribución al estudio de la prehistoria universal


"Quiero estampar aquí el nombre de mi mujer Juana Canut, la ilustrada colaboradora de este libro, y de cuantos llevo escritos en estos últimos diez años; es acto de justicia. En los cálidos desiertos y los bosques del Chaco; en las áridas tierras de Patagonia; en las tormentas hórridas del mar, lo mismo que en el enervante clima de Calcuta, ella ha sido la abnegada, la gentil compañera que ha endulzado mis horas de amargura, y embellecido los días de estudio y de placer. La mujer instruida sólo puede ser temida por los incapaces o los degenerados, porque si la estatua femenil es bella, el saber la anima y sublimiza. Así entiendo el feminismo."

Florencio de Basaldúa
Párrafos del libro Memoria sobre la Raza Roja en la Prehistoria Universal




“Yo no soy ni un sabio, ni un maestro. No soy más que un estudioso por amor a la Verdad, que es Bella, y a lo Bello, porque es Bueno.”

Florencio de Basaldúa















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