María Isabel Barreno

"Con la misma tranquilidad contemplaba aún el cuerpo del ladrón en el suelo, con la misma intensidad estaba constantemente tentada a lanzar más y más golpes en su cabeza sangrienta. Remordimientos, honestos remordimientos no sentía ningunos; sólo ese hondo dolor de no haber terminado un acto que se anunciaba esplendorosamente, frenéticamente, absolutamente cruel. Un acto que tal vez fuera el fin de un destino, la liberación de precarias existencias."

Maria Isabel Barreno
La monja y el asesino

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