Octave Aubry

"Napoleón no era un hombre que se desalentara:
Quiero escuchar esa grata palabra -exclamó impetuosamente-. Quiero obligarte a que me ames. Yo recreé el nombre de tu país, que aún existe gracias a mí. Haré más. Teniendo en cuenta que puedo hacer que permanezca o perezca su nombre y todas sus esperanzas, si me presionas demasiado, rechazando mi corazón y negándome el tuyo.
Su fuerte voz resuena, endurecida por el énfasis de sus impulsos emocionales. Marie permanece en silencio, inmóvil, pero cuando arroja su pulsera al suelo y la aplasta con el talón, su enervamiento desaparece y se desmaya. Al volver en sí, el rostro ansioso de Napoleón y las palabras que susurra le muestran que ha abusado de su fracaso.
Esta malicia fue determinada por un instinto salvaje. Ahora se arrepiente y sus ojos desesperados denotan miedo. Ella lo aparta con horror, en medio de largos sollozos. Él se muestra triste, como el hombre sorprendido en la hora de su oneroso cautiverio."

Octave Aubry
Maria Walewska

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