Raúl Barón Biza

"Coty: cada día que pasa continuamos arrancándonos un pedazo de carne. Es increíble confirmar que seres que se han amado como nosotros puedan llegar a odiarse tanto."

Raúl Barón Biza


“La pornografía en los libros está en proporción a la degeneración del cerebro del lector.”

Raúl Barón Biza


"Me anticipo a los siglos. ¿Dónde enterrarán los muertos cuando el mundo lo habiten dentro de miles de años, miles de millones?
Precisarán el lugar que ocupen en la tierra. ¿Quemarlos? ¿Hacer humo de esas riquezas mientras la humanidad sufra hambre, frío, sueño? Hay que hacer pan de los muertos… La maldición divina se cumplirá inexorablemente; pese a las guerras, pese a las pestes, pese a los abortos, pese a Ogino. Ciento cincuenta mil seres nacen cada día; se aumenta en progresión geométrica, en escala astronómica. Creced y multiplicaos fue el mandato más terrible que recibieron Adán y Eva. Multiplicarse. Sumar, siempre sumar acosados por el sexo y por el intestino. Fornicar y de inmediato recomenzar la búsqueda de alimentos. Ayer enfrentando a la fiera, hoy al capataz de fábrica, o policía. El problema del hambre que la humanidad tuviera en sus comienzos, regresará a golpearlo en las entrañas y el hombre volverá a ser alimento del hombre. ¿Controlar la natalidad? ¿Negar el mandato de Dios? ¿Hacer de la vida un festín?
Comenzaremos por llevarlos al laboratorio, transformarlos, ordenarlos en sus compuestos y hacer pan, hostias, para que el mundo comulgue y se purifique en su propia carne y sangre; subdividirlos, deshidratarlos, clasificar sus huesos, sus órganos, sus tejidos, sus hormonas, acondicionarlos en inmensos frigoríficos como reses, o en probetas para usarlos en la medida de las necesidades de los hombres. Usarlos para reparar las retinas cansadas de llorar, los hígados tumefactos por el alcohol estatal, los pulmones cancerosos, los ovarios cansados. Modificarles las circunvoluciones del cerebro, extirparles las de la rebelión, amansarlos, para que no sientan ansias de matar cuando la hembra les traicione, el amigo les robe y el político les engañe. Amansarte, domesticarte para la mujer que te elija. Para la fábrica que te esclavice. Para el general que te mande a matar sin odio, sin más razón que su deseo de constelar su relleno tórax de medallas. Transformarlos en abono, en alimento, en aceites industriales, para beneficio de los trust y el progreso de la Nación. Disponer por clases sus glándulas, sus espermatozoides, embotellar su sangre, que aún puede ser origen de vida. El laboratorio hará inmortal al hombre. Negará el mandato divino de “Volver a la tierra” y la manzana bíblica justificará, cientos de siglos después, la eterna audacia de Eva y la sabiduría de la serpiente. No publiques este libro… Querrás acusar y no tendrás pruebas. Los jueces están obligados a condenarte. Juraron defender la ley y la ley no te permite decir más verdad que la que ésta afirma que es verdad. Su verdad debe ser tu verdad. Si niegas su verdad, niegas la ley. La ley es la conveniencia del grupo más fuerte, discutirla o negarla es delito, rebelión, cárcel, hambre, muerte."

Raúl Barón Biza
Todo estaba sucio



"Que mi tumba no tenga ni nombre, ni flores, ni cruz."

Raúl Barón Biza



"Y los creaban aquellos que por la ley de la vida habían nacido con la tara de los cornudos. Aquellos que reunían desde su nacimiento los caracteres peculiares de los nacidos como para justificar el engaño, de esos eunucos de alma, tarados por el miedo a la cárcel o del qué dirán. Predestinados a la cornamenta cuando tuvieran la primera hembra. (...) A Ego se le hizo una niebla en el cerebro. ¡Ah, la aristocracia! Aristocracia de aluvión; con arranques de judíos y torquemadas; aristocracia de nieto de inmigrante, aristocracia con origen de soldadesca que ha perdido todas sus virtudes y conservado todos sus defectos.
-Y sépalo, si nos volviéramos a encontrar, ¡no me salude!... – ordenó alejándose.
Ego, miró su miembro que flácido colgaba fuera de sus pantalones, olvidado en aquella mezcla de emociones. Lo guardó, abrochó su bragueta, limpió su mano en el pañuelo y pensó que más que no haber gozado de esa hembra le dolía el ridículo ante aquel cornudo distinguido."

Raúl Barón Biza
Punto Final











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