Robert Allen Campbell

"Aparentemente, era poco lo que se sabía con respecto a este anciano caballero y en el material a partir del cual se ha compilado esta narración su nombre no se menciona ni una sola vez, sino que siempre se lo nombra o se hace referencia a él como «el Profesor». Era evidente que superaba los setenta años y a menudo hablaba de acontecimientos históricos que habían ocurrido más de un siglo antes como si hubiera sido testigo de ellos, a pesar de lo cual se lo veía erguido, vigoroso y activo, fuerte como un roble y lúcido, tan robusto y lleno de energía en todo sentido como si estuviera en la flor de la vida. Era alto, de buena figura, desenvuelto y de modales elegantes y era, al mismo tiempo, cortés, refinado y autoritario. Para aquella época y teniendo en cuenta las costumbres de los colonos, tenía una forma de vivir bastante peculiar: no comía carne, aves ni pescado; no se alimentaba de nada que fuera verde, de ninguna raíz ni de nada que no estuviera maduro; no bebía bebidas alcohólicas, vino ni cerveza, sino que limitaba su dieta a los cereales y sus productos a frutas que hubiesen madurado en la planta al sol, frutos secos, té suave y, para endulzar, miel, azúcar o melaza. Era muy educado, sumamente culto, dotado de amplia y variada información y muy estudioso. Dedicaba buena parte de su tiempo al estudio de una serie de libros viejos y manuscritos antiguos muy excepcionales, que parecía estar descifrando, traduciendo o reescribiendo. Jamás enseñaba a nadie aquellos libros y manuscritos ni tampoco sus propios escritos y ni siquiera los mencionaba en sus conversaciones con la familia, salvo de manera muy informal, y siempre los guardaba con cuidado bajo llave en un gran arcón pesado y anticuado de roble, de forma cúbica y recubierto de hierro, cada vez que salía de su habitación, aunque fuera para comer. A menudo daba largos paseos solo, se sentaba en la cima de las colinas vecinas o cavilaba en medio de los prados verdes y salpicados de flores. Gastaba su dinero —del que disponía en abundancia— con generosidad, pero sin derroche. Era un miembro de la familia tranquilo, aunque muy simpático e interesante, y en apariencia le gustaban todos los temas que surgían en la conversación. Era, en síntesis, una persona que no pasaba desapercibida y a la que todos respetaban, pocos conocían bien y a la que nadie se atrevía a interrogar acerca de sí misma, para averiguar de dónde procedía, cuánto tiempo se quedaría ni hacia dónde iría después."

Robert Allen Campbell
Our Flag
Tomada del libro Las enseñanzas secretas de todos los tiempos de Manly Palmer Hall, página 918















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