Belisario Betancur

"Acerquémonos al confesionario. Y confesemos que en torno al pueblo antioqueño se ha creado un mito nacional: el mito de su capacidad y de su empuje. Ya desde 1880 un notable viajero alemán escribía que somos "un pueblo fuerte, laborioso y serio"; y que "a ellos pertenece el futuro de Colombia".
No siempre fue así y al contrario un siglo antes el Padre Joaquín de Finestrad, en "El Vasallo Ilustrado", estableció que la provincia de Antioquia, lastrada de oro, "era la más pobre y miserable de todas"; y que cuando pasó por estas tierras los mendigos se le presentaban en tropas, "cargados de miserias, sin embargo de estar ocupados, en solicitud de oro". Y el legendario Oidor Juan Antonio Mon y Velarde escribía con tristeza:
... No se conoce industria en esta Provincia; todo se introduce de fuera a considerables costos; apenas se conoce artesano que viva de su oficio, pues unos más y otros menos, todos procuran sembrar para ayudar a su manutención.
Es desde entonces cuando se inicia el movimiento que creó la industria textil, orgullo del pueblo antioqueño; y cuando comenzaron las siembras de arroz, trigo y anís que ocuparían las tierras incultas. De esta ocupación y de la expansión poblacional, arrancarían los colonizadores de finales de siglo, los caminos de penetración en el propio territorio y de intercomunicación con otras regiones.
Superadas las guerras civiles y ordenada la administración por talento y empuje de Pedro Justo Berrío, nuestra agresividad se vuelca por doquier: la tradición minera que había sido tenaz, se reorienta hacia el subsuelo en busca de algo diferente del oro; y, en torno a la Escuela de Minas, se va creando el polo de impulso empresarial más fecundo y dinámico del país y quizá de América Latina.
Desde principios de la época republicana, como dice el historiador Frank Safford, "los ricos de Medellín y Rionegro comenzaron a figurar como poderes en la economía nacional... a servir como modelos de una manera nueva. Ya conocidos como poderosos, los pocos ricos antioqueños significaban para los muchos pobres, no sólo una esperanza en sus vidas individuales, sino también demostración de las virtudes potenciales de todos los antioqueños, y su superioridad sobre los otros colombianos".
Las opiniones de Parsons y Hagen y la participación destacada en la política y la economía de Uribe Uribe y Carlos E. Restrepo; de Pedro Nel Ospina y Esteban Jaramillo; de Alejandro López y Luis Ospina Vásquez; y la influencia nacional que alcanzaron las grandes empresas de la montaña como Coltejer, Fabricato, Colombiana de Tabaco, los grandes bancos, definieron el perfil del empresario moderno y cimentaron la convicción de que el pueblo antioqueño tenía condiciones para el liderazgo y el éxito.
Tales virtudes eran la frugalidad y la constancia; un sentido del ahorro y de la ayuda mutua; propensión asociativa para cubrir el riesgo de la minería, primero, y del comercio, después; una laboriosidad obsesiva y casi agotadora. Por debajo de la leyenda había una realidad cotidiana, un ordinario ejercicio de la constancia y del método, un nada romántico deseo de superación y predominio.
Es al examen de estos valores a donde debemos volver nuestra mirada cuando queramos encontrar las lecciones para superar un presente frustrante y depresivo que no merecen vivir quienes contribuyeron más que nadie al despertar económico del país."

Belisario Antonio Betancur
Declaración de amor



"Al fin y al cabo todo es muerte menos la muerte."

Belisario Betancur


“Al pueblo lo que es del pueblo; Al cesar lo que es del César; Y adiós porque yo me voy.”

Belisario Betancur



Caminando a Sutton Place

Desde cielos escuetos y silencios
llega la nieve hasta Manhattan, mientras
el viento del oeste sopla en mi corazón.
Duermen los sueños entre las huellas pensativas
que avanzan lentas y calladas hacia Sutton Place
donde esperan llorando las cadencias.
Allí he de hallar lo que soñara ayer.
Nunca antes vi caer los copos desmayados
cual largas alas congeladas sin vuelo,
mientras llama el coñac desde las copas
en la penumbra de “Bar and Books”
y en las estanterías ebrias suenan ecos
de Sandburg y de Shakespeare cerca de Sutton Place.
Un concierto de amantes llega en grumos
desleídos de tanto haberse amado.
Las calles son ecos exangües de multitudes
como anchas manos extendidas sin pulso,
sin sus dedos los guantes, sin abrazo los brazos.
Oigo la voz del agua y en la blancura siento
apenas Clapton sollozando, la guitarra y el llanto
en la oquedad del viento de Sutton Place.
El aire sueña. Yo soy entonces la ciudad
como el pecho dormido de la nieve
detrás del ventanal. Cumplo la cita
en la esquina del este cerca al puente,
hablando con sigilo al turbio Hudson
en las paredes mudas de Sutton Place.

Belisario Betancur


El caminante

Otros dirán por mí quien quise ser,
yo solo sé decir que no lo fui
Pero quiero explicarte,
quise ser el que entraba y salía de las horas
casi siempre de paso, el que cruzaba
del éxtasis al vértigo y aquel
que lo apuraba todo con delirio.
El mismo que exprimía la vendimia,
el jubiloso, en fin, agonizante
cada vez que el terror sobrecogía
un respiro, una flor, un elemento.
Otros dirán por mí. Nunca lo supe.

Belisario Betancur



“Es mejor convencer que vencer.”

Belisario Betancur



Extravío en Argos

Al fin y al cabo todo es muerte
menos la muerte.

Morimos hacia adentro
según que ardan las brasas y la luna
o vamos desplomándonos
bloque a bloque cayendo
como río que lava el lodo
y echa a rodar el alma:
otra vez sin saberse cuándo, donde,
como avalancha ardiendo
piedras germinando.

Al fin y al cabo todo es muerte
menos la muerte.

El mirto llora un llanto verde
y el olivar aceite y grito
las mujeres del Argos con las manos
abiertas a la luna de Epidaurus.
Y yo me voy huyendo, devorando
las aceitunas del Peloponeso.

Pero conviene precisar.
No es lo mismo
el corazón a la intemperie
aunque no sea en Nauplia ni navegando.
No es lo mismo salirse con la suya
y mostrarles a todos
una muerte sin sueño ni armadura.
Todo el verdor, los médicos,
Esculapio mismo que te arrulla.

Belisario Betancur


Incienso Gótico

....el vuelo mítico de las apsaras…
(en “El sueño de las escalinatas”).
Jorge Zalamea

Todo es escalinata.
Siempre ascendemos
sobre la piedra reluciente
y sobre el mármol suave y el incienso.
Todo es escalinata.
De pronto sientes
que te derrumbas, te desplomas, sientes
que dejas la estación sin estar yendo
a otro lugar sino en tí mismo.
Pero no has descendido.
Todo es escalinata.
Estás ardiendo.

Belisario Betancur



"Levanto una blanca bandera de paz para ofrecerla a todos mis compatriotas."

Belisario Betancur


"No soy viejo, tengo mucha juventud acumulada."

Belisario Betancur


Señal

Van a cerrar el parque.
En los estanques
nacen de pronto amplias cavernas
en donde un tenue palpitar de hojas
denuncia los árboles en sombra.
Una sangre débil de consistencia,
una savia rosácea,
se ha vertido sin descanso
en ciertos rincones del bosque,
sobre ciertos bancos.
Van a cerrar el parque
y la infancia de días impasibles y asoleados,
se perderá para siempre en la irrescatable tiniebla.
He alzado un brazo para impedirlo;
ahora, más tarde, cuando ya nada puede hacerse.
Intento llamar y una gasa funeral
me ahoga todo sonido
no dejando otra vida
que esta de cada día
usada y ajena
a la tensa vigilia de otros años.

Belisario Betancur


·Yo no soy dueño de cosas. No tengo nada. No tengo nada porque nunca he querido tener. Esa no ha sido nunca mi obsesión."

Belisario Betancur











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