Camillo Boito

Carta de Restauro

1- Diferencia del estilo entre lo antiguo y lo nuevo.
2- Diferenciar los materiales usados en la obra.
3- Supresión de elementos ornamentales de la parte restaurada.
4- Exposición de restos o piezas que se hayan prescindido o eliminado en el proceso de restauración.
5- Incisión en cada fragmento renovado con un signo que indique la fecha y que se trata de una pieza nueva.
6- Colocación de un epígrafe descriptivo de la actuación realizada y expuesto en el propio bien.
7- Exposición de fotos, planos y documentos donde se observe el proceso de la obra y publicación de las obras de restauración.
8- Notoriedad destacando el valor de lo auténtico y resaltando el trabajo realizado.

Camillo Boito
Ocho puntos fundamentales que toda intervención debe cumplir, sea cual sea el tipo de Bien Cultural



"Después de comer nos encaminamos lentamente hacia el Santuario rodeando el pueblecillo. Empezaba a oscurecer. Los rayos de la luna vencían ya la luz del crepúsculo cuando entramos en una gran alameda flanqueada por pinos antiguos, que conduce recto a la iglesia. Media hora más tarde, se apreciaban unas líneas regulares formadas por las sombras negras de los árboles, negros también, que se iban empequeñeciendo poco a poco ante nuestra vista y convergían en un ángulo bajo la cúpula del templo, que a esa distancia, envuelta en los vapores de la noche, parecía enorme. De un lado a otro destacaban sobre el fondo oscuro hosco del terreno unos bancos de mármol blanco. Matilde apoyaba una mano en mi hombro y yo la cogía a ella por la cintura: caminaba callada. Yo estaba inmerso en una contemplación indeterminada; mi corazón se disolvía, se evaporaba en la felicidad: sentía cómo las moléculas volátiles de mi alma se difundían y se esparcían en una inmensa parte de tierra, en una inmensa parte de cielo. Mi pensamiento ya no aferraba nada: lo invadía todo.
Mirábamos las sombras a nuestros pies. De vez en cuando levantábamos los ojos para mirarnos fijamente a la cara con ternura: y nuestros labios se tocaban.
De repente nos encontramos en medio de una gran sombra opaca, y oíamos al mismo tiempo un canto quedo de salmos, voces femeninas. A la izquierda de la alameda surgía una ermita: el pórtico lo sostenían unas columnas muy finas y estaba cubierto por una amplia marquesina de madera. La puerta estaba abierta y dejaba ver una claridad muy tenue. Entramos. Un monje solemne con barba plateada estaba leyendo las letanías a la luz de una vela que sostenía con la mano temblorosa, y a cada versículo respondía cantando una docena de campesinas arrodilladas. El resto de la vela del monje, en las tinieblas de la iglesia, enviaba una tenue y trémula claridad sobre las cabezas inmóviles de las mujeres y permitía vislumbrar unas extrañas y lúgubres formas. Parecía como si en el fondo de éstos brillaran, pálidas, dos mechas, parecía que el techo negro, con grandes vigas, se transformara en la tenebrosa escalera de las regiones de los fantasmas. Un pálido rayo de luna entraba por una ventana estrecha de la capilla.
Cuando las letanías tomaron un ritmo más rápido y parecía que las voces crecían y producían eco, las mujeres se levantaron y el monje apagó la vela. La oscuridad invadió todo salvo la parte del suelo de la capilla donde la luna enviaba un fino rayo de luz. Algunas sombras pasaron por delante de nosotros sin vernos. Nos quedamos solos en aquel triste silencio. La iglesia adquirió una amplitud desmesurada. Matilde se apretó con fuerza a mi cuerpo y sentí en la mejilla un mordisco divino."

Camillo Boito
Menos de un día


"Los monumentos documentan toda la historia de la humanidad. Aquéllos deben ser preferentemente consolidados antes que reparados y reparados antes que restaurados evitando las renovaciones y adiciones. En caso de precisar de éstas, se realizarán sobre datos seguros, con caracteres y materiales distintos y distinguibles, llevando un signo de identificación o la fecha de restauración. Todos los añadidos de cualquier época deben respetarse y las adiciones modernas no deberán interferir la unidad de la imagen, respetándose la forma del edificio."

Camillo Boito



"Yo acostumbraba a ir todas las mañanas al baño flotante de Rima, situado entre el jardincillo del Palacio Real y la punta de la Aduana. Había alquilado por una hora, desde las siete hasta las ocho, una Sirena, es decir, una de las dos piletas para mujeres con espacio suficiente para nadar un poco, y mi doncella venía a desnudarme y a vestirme, pero como nadie más podía entrar no me tomaba la molestia de ponerme el traje de baño. La pileta, cerrada toda alrededor por paredes de madera y cubierta por una lona cenicienta con anchas franjas rojas, tenía el fondo de tablas a una profundidad que permitía sacar la cabeza a las señoras de poca estatura. A mí, me sobresalían por completo los hombros.
¡Aquella hermosa agua esmeraldina pero limpia, bajo la cual veía flotar graciosamente mis formas hasta los pies delgados! Algunos pececillos plateados se escabullían a mí alrededor. Nadaba a todo lo largo de la Sirena; chapoteaba en el agua con las manos abiertas hasta que la espuma blanca cubría el verde diáfano; me tendía boca arriba, dejando que se me empapara la larga cabellera y tratando de mantenerme a flote por un instante, inmóvil; salpicaba a la doncella, que salía huyendo; reía como una niña. Numerosas aberturas anchas, casi a ras de agua, la dejaban entrar y salir libremente, y las paredes, mal ajustadas, permitían ver algo de afuera si aplicabas el ojo a las grietas: el campanario rojo de San Giorgio, una línea de la laguna por la que huían veloces las barcas y una hendidura estrecha del baño militar, que flotaba a poca distancia de mi Sirena."

Camillo Boito
Senso



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