Émile Benveniste

"Así se aprecia por doquier un esfuerzo por someter la lingüística a métodos rigurosos, para desterrar el poco más o menos, las construcciones subjetivas, el apriorismo filosófico. Los estudios lingüísticos se vuelven sin cesar más difíciles, por el hecho mismo de estas exigencias y porque los lingüistas descubren que la lengua es un complejo de propiedades específicas que han de describirse mediante métodos que deben ser forjados. Tan particulares son las condiciones propias del lenguaje, que de hecho es posible afirmar que no existe una estructura de la lengua sino varias, cada una de las cuales sería ocasión de una lingüística completa. Adquirir conciencia de esto tal vez ayude a ver claro en los conflictos actuales. Ante todo, el lenguaje tiene de eminentemente distintivo el establecerse siempre en dos planos, significante y significado. El solo estudio de esta propiedad constitutiva del lenguaje y de las relaciones de regularidad o de desarmonía que acarrea, de las tensiones y de las transformaciones que resultan en toda lengua particular, pudiera servir de fundamento a una lingüística.
Pero el lenguaje es también hecho humano; es, en el hombre, el lugar de interacción de la vida mental y de la vida cultural y, a la vez, el instrumento de esta interacción. Otra lingüística podría establecerse sobre los términos de este trinomio: lengua, cultura, personalidad. El lenguaje puede también ser considerado como encerrado en un cuerpo de emisiones sonoras articuladas que constituirán la materia de un estudio estrictamente objetivo. De este modo la lengua será objeto de una descripción exhaustiva que procederá por segmentación de lo dado observable. Por el contrario, puede considerarse que este lenguaje realizado en enunciaciones registrables es manifestación contingente de una infraestructura oculta. Es entonces la búsqueda y el esclarecimiento de este mecanismo latente lo que sería objeto de la lingüística. El lenguaje admite asimismo ser constituido en estructura de “juego”, como un conjunto de “figuras” producidas por las relaciones intrínsecas de elementos constantes. La lingüística se volverá entonces la teoría de las combinaciones posibles entre estos elementos y de las leyes universales que las gobiernan. También parece posible un estudio del lenguaje, en tanto que rama de la semiótica general, que cubrirá a la vez la vida mental y la social. El lingüista tendrá entonces que definir la naturaleza propia de los símbolos lingüísticos con ayuda de una formalización rigurosa y de una metalengua distinta.
Esta enumeración no es exhaustiva ni puede serlo. Acaso vean el día otras concepciones. Solamente deseamos mostrar que detrás de las discusiones y las afirmaciones de principio que acabamos de resumir, hay a menudo, sin que todos los lingüistas lo vean claro, una opción previa que determina la posición del objeto y la naturaleza del método. Es probable que estas diversas teorías coexistan, aunque en uno u otro punto de su desenvolvimiento tengan por fuerza que encontrarse, hasta el momento en que se imponga el estatuto de la lingüística como ciencia –no ciencia de los hechos empíricos sino ciencia de las relaciones y de las deducciones-, recuperando la unidad del plan en la infinita diversidad de los fenómenos lingüísticos."

Émile Benveniste
Tendencias recientes en la Lingüística General”, 1974, págs. 17, 18 y 19. Artículo original de 1954




1. «El tiempo físico del mundo es un continuo uniforme, infinito, lineal, segmentable a voluntad. Tiene por correlato en el hombre una duración infinitamente variable que cada individuo mide de acuerdo con sus emociones y con el ritmo de su vida interior.»
2. «Del tiempo físico y de su correlato psíquico, la duración interior, distinguiremos con gran cuidado el tiempo crónico, que es el tiempo de los acontecimientos, que engloba asimismo nuestra propia vida en tanto que sucesión de aconteceres... Nuestro tiempo vivido corre sin fin y sin retorno, es la experiencia común. Nunca recobramos nuestra infancia, ni el ayer tan próximo, ni el instante huido al instante. No obstante, nuestra vida tiene puntos de referencia que situamos con exactitud en una escala reconocida por todos y a los que ligamos nuestro pasado inmediato o lejano... Es una condición necesaria de la vida de las sociedades y de la vida de los individuos en sociedad. Este tiempo socializado es el del calendario... [es] fundamento de la vida de las sociedades.»
3. «... ¿qué hay del tiempo lingüístico? Una cosa es situar un acontecimiento en el tiempo crónico, otra cosa es situarlo en el tiempo de la lengua. Lo que tiene de singular el tiempo lingüístico es que está orgánicamente ligado al ejercicio de la palabra, que se define y se ordena como función del discurso ... Este tiempo tiene su centro – un centro generador y axial a la vez – en el presente de la instancia de la palabra. Cuanta vez un locutor emplea la forma gramatical de 'presente' (o su equivalente), sitúa al acontecimiento como contemporáneo de la instancia de discurso que lo menciona... El locutor sitúa como 'presente' todo lo que implica como tal en virtud de la forma lingüística que emplea. Este presente es reinventado cuanta vez un hombre habla porque es, al pie de la letra, un momento nuevo, no vivido aún... Este presente se desplaza con el discurso..., en realidad el lenguaje no dispone sino de una sola expresión temporal, el presente, y que este, señalado por la coincidencia del acontecimiento y del discurso, es por naturaleza implícito... Por el contrario, los tiempos no presentes, ellos sí siempre explicitados en la lengua, a saber, el pasado y el porvenir, no están en el mismo nivel del tiempo que el presente... La lengua debe por necesidad ordenar el tiempo a partir de un eje, y este es siempre y solamente la instancia de discurso.»
El tiempo lingüístico, entonces, se instaura en cada acto de palabra, cada situación nueva de discurso, cada vez que un locutor habla. Los demás tiempos son los que recubren la experiencia.

Émile Benveniste
Problemas de lingüística general T. II (Siglo XXI, México, 1979, pp. 73 y ss.)




"El horizonte de los lingüistas se ha ensanchado."

Émile Benveniste



"En el principal grupo oriental del indoeuropeo, en indoiranio, un término de naturaleza completamente distinta puede representar la noción aquí estudiada, pero bajo un aspecto más étnico que político: es arya-, primero calificación social, luego designación de la comunidad, usado tanto en la India como en Irán desde los inicios de la tradición.
Toda apelación de carácter étnico es, en las épocas antiguas, diferencial y opositiva. En el nombre que un pueblo se da está, manifiesta o no, la intención de distinguirse de los pueblos vecinos, de afirmar esa superioridad que es la posesión de una lengua común e inteligible. De ahí deriva que la étnica forme a menudo una pareja antitética con la étnica opuesta. Este estado de cosas estriba en una diferencia, que no se ha recalcado lo suficiente, entre las sociedades modernas y las sociedades antiguas, en lo que se refiere a las nociones de guerra y de paz. La relación entre el estado de paz y el estado de guerra es, de antaño a hoy, exactamente inversa. La paz es para nosotros el estado normal, que una guerra viene a romper; para los antiguos, el estado normal es el estado de guerra, al que una paz viene a poner fin. No se comprende nada de la noción de paz, y del vocabulario que la designa en la sociedad antigua, si no nos imaginamos que la paz interviene como la solución a veces accidental, a menudo temporal, de conflictos cuasi-permanentes entre ciudades o Estados.
El problema del nombre arya nos interesa porque es, en el área definida como indoiranio, una designación que se aplican a sí mismos los hombres libres por oposición a los esclavos, y también la única designación que reúne, en una nacionalidad común, a aquellos a los que hay que llamar los «indoiranios».
Para nosotros, hay dos entidades distintas, India, Irán. Pero respecto a la descendencia indoeuropea, la distinción entre «India» e «Irán» es inadecuada. El nombre de
«India» no ha sido aceptado nunca por los habitantes del país; mientras que los iranios se llaman a sí mismos «Iranios»."

Émile Benveniste
Vocabulario de las Instituciones Indoeuropeas



"La lengua es estructura socializada, que la palabra somete a fines individuales e intersubjetivos, añadiéndole así un perfil nuevo y estrictamente personal. La lengua es sistema común a todos; el discurso es a la vez portador de un mensaje e instrumento de acción."

Émile Benveniste


"La posibilidad del pensamiento está vinculada a la facultad de lenguaje, pues la lengua es una estructura informada de significación, y pensar es manejar los signos de la lengua."

Émile Benveniste



"Por abstractas o particulares que sean las operaciones del pensamiento, reciben expresión en la lengua."

Émile Benveniste















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