Ernst Bloch

"El hombre es aquello que tiene todavía mucho ante sí. En su trabajo, y por él, el hombre es constantemente transformado. se halla siempre adelante ante límites que no lo son porque los percibe, los traspone. Lo verdaderamente propio no se ha realizado aún ni en el hombre ni en el mundo, se halla en espera, en el temor a perderse, en la esperanza de lograrse. Porque lo que es posible puede igualmente convertirse en la nada que en el ser, lo posible es, como lo no completamente condicionado, lo no cierto. [...] la valentía en este sentido es la acción adversa contra la posibilidad negativa del despeñarse en la nada. [...] sólo esta praxis puede hacer pasar de la posibilidad real a la realidad el punto pendiente en el proceso histórico: la naturalización del hombre, la humanización de la naturaleza."

Ernst Bloch


“El verdadero nacimiento está al final.”

Ernst Bloch



"Incluso si se lograra eliminar la miseria humana, cuya expresión y cuya protesta contra ella ha sido la religión; incluso si se hiciera desaparecer esta su primera fuente, la fuente más próxima de motivos desiderativos; incluso en este caso seguiría subsistiendo el hallazgo independiente del contenido humano plasmado en la hipóstasis del cielo de modo imaginativo, pero también anticipativo."

Ernst Bloch



“La bandera de los derechos humanos tiene que ser la misma en todos lados, tanto la que alzan los trabajadores como derecho de resistencia en los países capitalistas, como la que enarbolan en los países socialistas como construcción del socialismo, como derecho e incluso obligación a la crítica de esta construcción.”

Ernst Bloch


"La esperanza es el más humano de los afectos, es sólo asequible al hombre y le remite a su horizonte más ancho y luminoso."

Ernst Bloch



“La mayoría de quienes han sobrevivido gracias a la tradición fueron más contemporáneos que la mayoría de nuestros contemporáneos... (pues) han sido transmitidos, siguen avanzando y continúan teniendo algo que decir.”

Ernst Bloch



"La utopía lidera la brillante tradición y no sube o desciende en ella. La tradición ilumina y sobre todo asegura la utopía desde su mediación. No es la tradición de lo sido, de la reacción y de la satisfacción, sino la del devenir, del superar y de la insatisfacción la que puede llevar a la meta."

Ernst Bloch



"Mientras se duerme, el cuerpo está oscurecido; sólo despierto se le percibe. El cuerpo se percibe a sí mismo primeramente en la sensación del «cómo uno se siente»; lo que aquí se perciben son simplemente estados corporales. Y se perciben sólo confusos, difusamente, no referidos a un lugar especial del cuerpo o a una especie de dolor o de placer corporales. Hay un sentirse flojo, enfermo o sano, un bienestar y un malestar, pero, sin embargo, siempre de modo completamente general; un claro dolor de estómago o una sensación específica de placer, bien en la lengua o en zonas erógenas, se diferencian en seguida de esta generalidad. Y el sentirse no es tan «caprichoso» como el estado de ánimo, porque no está compuesto como éste de una mezcla de sentimientos instintivos o afectos. El «sentirse» sólo encierra en sí el curso de los procesos corporales, especialmente sensaciones viscerales, y sensaciones más o menos subconscientes de la circulación sanguínea, pero no todavía sensaciones de afectos con un yo detrás.
Esto diferencia el sentimiento más orgánico del «sentirse» del sentimiento, mucho más referido al yo, del «estado de ánimo»; en un caso, el sentimiento difuso que anuncia sensibilidades orgánicas; en otro, el sentimiento difuso que reproduce afectos, en los que el hombre se sume caprichosamente. El «sentirse» se asemeja a un murmullo, que, como todo ruido, surge por la mezcla de muchos tonos naturales que se suceden irregularmente. El «estado de ánimo» se asemeja a la confusión de sonidos de una orquesta que, antes de dar comienzo a una obra, toca algunos pasajes fragmentaria y simultáneamente: no tonos naturales, sino tonos que tienen detrás de sí un yo músico y compositor. El estado de ánimo no posee tampoco un «tono de fondo» tan sordo y subterráneo como el «sentirse», sino que su «tono de fondo» es ondulante, cambiante como el tiempo, atmosférico, y puede oscilar entre extremos («infinitamente alegre, triste hasta la desesperación») con una rapidez que el «sentirse» no conoce. Y además, todo estado de ánimo se caracteriza por una amplitud peculiar, que recuerda a la expansión de productos aromáticos. Th. Lipps subrayaba precisamente esta amplitud, ajena al «asentirse» corporal; en el caso de la «alegría», por ejemplo, anotaba a la perceptible expansión del placer por una vivencia, hasta llegar a un estado de ánimo más o menos amplio que abarca toda la vida psíquica» (Leitfaden der Psychologie, 1903, pág. 271). O bien, en una exposición más reciente (que, desde luego, no se arrastra al nivel de la nueva manía de los estados de ánimos existenciales a la Bollnozv): «El estado de ánimo es el fundamento atmosférico relativamente más persistente de nuestro sentimiento vital, sobre el que se alzan con coloración especial las cambiantes percepciones que empapan nuestras representaciones y nuestro comportamiento» (Lersch: Der Aufbau des Charakters, 1948, pág. 41). Por razón de esta su naturaleza total, de amplitud atmosférica y, a la vez, difusa, el sentimiento del estado de ánimo se extiende incluso más allá del yo al que afecta primariamente.
Una habitación, un paisaje, parecen tener un «estado de ánimo», y también aquí tanto más decididamente cuanto más indeciso, es decir, difuso, sea el estado afectivo que lo contempla. El claro mediodía es, por eso, poco apropiado para ello, más la mañana, y mejor todavía la caída de la tarde; conocido es el estado de ánimo de la tormenta próxima, que, desde luego, barre el primer relámpago. Menos apropiados son simples objetos de grandes dimensiones, como, p. ej., el mar; mejor, en cambio, los difíciles de abarcar distintamente, como el bosque."

Ernst Bloch
El principio de esperanza


"Nosotros mismos todavía no hemos salido nunca de nosotros y estamos aquí. En nosotros somos todavía oscuridad, no sólo por causa del aquí y ahora -demasiado próximos e inmediatos- en el que todos nos encontramos, sino que mientras nos desgarramos mutuamente, como ningún animal lo hace contra su especie, somos ocultamente peligrosos. Y mientras igualmente estamos todavía totalmente ocultos en nosotros en demasiadas otras cosas, todavía no alumbradas, estamos incompletos como ningún otro ser vivo, nos encontramos todavía abiertos hacia adelante. Colaborando también en el frente más avanzado, con algo que todavía está llegando.
Así, a la vez, siempre nos acercamos desde adelante, fermentando. Pues lo que comienza, aunque sea como un fluido, comienza porque sencillamente todavía no había comenzado. Y esto porque a partir de lo humano que somos al frente, para todos y para todo, sólo escasamente ha sido alumbrado el adónde y sólo muy tentativamente el para qué. Por ello hay un paso adelante, sin embargo con frecuencia vacilante, que constantemente debe ser equilibrado. Y esto precisamente cuando el objetivo de llegar a ser para sí, aparece claramente ante los ojos. Últimamente en relación con nuestro rostro descubierto: una señal de nuestra buena causa se llamaba y se llama Jesús. Asimismo éste tampoco ha surgido todavía de su fermentación y de su itinerario; sin embargo, se halla vinculado como ninguna otra cosa a los hombres y permanece con ellos. Ciertamente como la señal más suave, pero a la vez más abrasadora, la que nos resuelve máximamente, la que máximamente nos fuerza. Pues de la otra manera, absolutamente mojigata, que durante tanto tiempo era la habitual, nunca habría brotado ningún vástago, ningún "Yo soy eso", sino únicamente el consabido arrullar. Pero cuando este Jesús nos quiere llamar por el nombre, cuando lo conoce, entonces es otra cosa lo que se plantea y establece. Este despertar puede ser suave: sin embargo, siempre sacude, produce novedad.
Por naturaleza existen corderos que se doblegan fácilmente y además con placer. Ello radica en su talante, a éstos no les ha predicado Jesús de manera violenta, según se dice en la Escritura. Jamás y en absoluto fue él dulce, como piensan los gansos suaves, y sobre todo como lo preparan los lobos para las ovejas, con la intención de que éstas lo sean doblemente. Su supuesto Pastor es presentado tan tranquilo, tan ilimitadamente paciente, como si realmente no hubiera sido ninguna otra cosa. El fundador, pues, debería haberlo sido desprovisto de toda pasión; pero poseía una de las más fuertes: la ira. Así, a los cambistas les volcó las mesas en el Templo, ni siquiera olvidó allí el látigo. Jesús sólo es paciente cuando se trata del tranquilo círculo de los suyos, parece que no ama en absoluto a los enemigos de éstos. El Sermón de la Montaña no trata de excitar a los hombres unos contra otros, por razón de Cristo, ni como si Jesús, cual fanático, hubiera recomendado esto a sus discípulos (Mt 10,35). El Sermón de la Montaña, con su bienaventuranza de los mansos, de los pacíficos, no se refiere a los días de combate, sino al fin de los días, que Jesús creía cercano conforme a la predicación del mandeo Juan; y así se explica la relación vigente, quiliástica inmediata, el Reino de los Cielos (Mt 5,3)."

Ernst Bloch
El ateísmo en el cristianismo


“Pensar significa vencer.”

Ernst Bloch




"Sabe -dice un viejo manuscrito del Sohar- que hay una doble vista para todos los mundos. La una muestra su forma exterior. La otra muestra la esencia interior de los mundos, es decir, la sustancia del alma humana. Según esto, hay tambien dos tipos de acción: las obras y las oraciones; las obras tienden a perfeccionar los mundos en cuanto a su aspecto exterior; las oraciones, a lograr que uno de los mundos se contenga en el otro y elevarlo hacia arriba. En tal relación funcional, entre el alivio y el espíritu, el marxismo y la religión, unidos en la voluntad hacia el reino, discurren todos los afluentes hacia su definitivo gran sistema: el alma, el Mesías, el apocalipsis, en cuanto representando el acto del despertar en la totalidad, dan los últimos impulsos de obrar y conocer, forman el a priori de toda política y cultura. Hacia allá vamos a dar color a todo, a acelerarlo y decidirlo; nada está concluso, nada ya cerrado, nada perfecto; es preciso reunir las desunidas partes inferiores, hacer que siga creciendo en la historia nuestra estatura, obligar al estado a acompañar a la comunidad fraterna y, finalmente, a llevar el grano del encuentro consigo mismos a la terrible fiesta de la cosecha apocalíptica: "ahora se refleja en todos nosotros la claridad del Señor, a cara descubierta, seremos transfigurados en la misma imagen, de una claridad a otra, en el espiritu del Señor". Pues somos poderosos; sólo los malos subsisten por su Dios, pero tratándose de los justos, es Dios quien subsiste por ellos, y en sus manos se halla la santificación del nombre y la misma denominación de Dios, quien se mueve e impulsa en nosotros, puerta presagiada, oscurísima pregunta, interior rebosante, que no es algo fáctico, sino un problema, en las manos de nuestra filosofía que conjura a Dios y de la verdad como oración."

Ernst Bloch
El espíritu de la utopía


"Soy. Pero no me tengo. Por eso ante todo devenimos."

Ernst Bloch


“Todo lo que es inteligente puede que ya haya sido pensado siete veces. Pero, reconsiderado en otro momento y en otra situación, ya no es lo mismo. No sólo el pensador, sino, sobre todo, la cosa en que pensar ha cambiado en el ínterin.”

Ernst Bloch











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