Fernando Bermúdez de Castro

"El muchacho de Ciudad de Méjico era mi hijo. Diecinueve años. Se llamaba como yo: Sebastián. Se parecía a Antonio. Los dos murieron solos. Sin dejar huellas. Pero Antonio pudo ser salvado con un poco de comprensión. Debí atenderle más. Organizar un viaje, quizá. Convencerle para que me acompañase. Hacer algo. Estaba solo. Y yo, que debí protegerle, permití que tirase su vida. Nunca me arrepentiré bastante de lo ocurrido esta madrugada. Jamás."

Fernando Bermúdez de Castro
Pasos sin huellas

No hay comentarios: