Francisco Pradilla y Ortiz

"[…] aquello es un semillero de disgustos, porque entre unos y otros queda reducido el tal cargo a una especie de maestro de casa pobre y ruin […], hubiera incurrido en imperdonable irresponsabilidad si no hubiera protestado en distintas comunicaciones y finalmente con mi dimisión, contra un sistema que compromete la seguridad de las obras, pero el Ministro se ha mostrado indiferente con mis demandas […] por mi parte me considero justamente castigado por haberme considerado comprometido a venir a vivir a semejante letamajo […]"

Francisco Pradilla y Ortiz
De su experiencia en el Prado


“En épocas como la presente y en países como el suyo, en que el Arte no tiene ideal determinado por las necesidades morales o religiosas de las gentes, si el artista no hace de su arte una religión caminará como beodo sin saber por qué y a dónde. Si cultiva el Arte con amor, él se lo pagará en placer, y con esta recompensa bien podrá prescindir de aplausos de la multitud, que juzga por impresión y capricho y no por sentimiento y gusto, que no puede tener porque no tiene ideales de belleza, ni amor, ni culto por las maravillas de la naturaleza.”

Francisco Pradilla y Ortiz
Con este descarnado párrafo Francisco Pradilla intentaba consolar el desánimo que sufrió el joven Joaquín Sorolla al recibir la crítica adversa del Jurado de la Exposición Nacional de 1887 en la que presentó su cuadro El entierro de Cristo con el que esperaba obtener un gran triunfo, consiguiendo sólo un “certificado de segunda medalla” que el propio artista rechazó



“hay que elegir entre ser artista o “mercachifle” falsario, y arrastrar las consecuencias. Si se elige lo primero, no hay que buscar el aplauso fácil sino la propia justa satisfacción.”

Francisco Pradilla y Ortiz




















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